El confinamiento, según el cine
LA ZARABANDA ·
Se han apresurado y les ha salido una película bobaCircula una peli por la tele que prometía. Solo el título ya resulta llamativo, 'Confinados', y uno se dijo: «Pues vamos a ver. Estamos hartos ... de la temática viral, pero me pica».
–La curiosidad, ¿verdad usted?
Hombre, claro. Si está bien traída, quizás merezca la pena. Y, nada, nos pusimos a ello. La producción es inglesa. Y los de las series se han apresurado a hacerla suya. No hay más remedio que tener al personal distraído con alguna chorrada. Es la manera de que nos quedemos en casa y no nos vayamos por ahí a meternos en fiestorros y temeridades semejantes.
–Pues le diré una cosa. Las series serán lo que sean, pero ayudan a ir conllevando el confinamiento.
Es lo que le decía yo. Depositas el culo en el sillón, le das al mando y, por poco dinero, te apuntas a los canales y pasas el rato entretenido. Y así discurren los días, aunque desesperando. Digo los viejos de más de ochenta. Se pensaban que tenían el pinchazo a punto de caramelo. Pero, entre que la de AstraZeneca no les sirve y que las otras registran parón de distribución, aquí estamos. Viendo a ver, como quien dice.
En fin, me supongo que muchos harán caído en la tentación de echarle un ojo a esta película. Los artistas son buenos. Hablamos de Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor. Y empiezan bien, no diré que no. Él y ella son pareja y residen en un Londres confinado. Pero, chico, en seguida se pone el argumento de lo más tontorrón. Se trata del tópico asunto del robo de un diamante, aprovechando que el famoso almacén (ese que pertenece al padre del último novio de Lady Di) lo han vaciado y están trasladando toda la mercancía a diversos almacenes.
Y ya le digo a usted. Una pavada de mucha consideración. Pero, claro, lo hacen tan abiertamente, sin rubor ninguno y tan poco remordimiento de conciencia, que te dices a ti mismo: «Bueno, pues vale. Qué le vamos a hacer». Y te resignas. Ya que han tenido la buena voluntad de llevar al cine temática tan actual, tampoco pasa nada por perder una hora y media.
¡Pero qué bobada, óigame!
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