Judy Garland: ansia de hogar
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Siempre hubo gente que hizo caja a costa de Judy Garland. La primera fue su madre, Ethel. Con 10 años, ella y sus hermanas tomaban ... anfetas para despertar por la mañana y somníferos para relajarlas por la noche. «Tengo que poner a estas crías en marcha», decía.
Garland era una hija no deseada, Ethel se provocó un accidente de tráfico para abortar. Baby Gumm llegó al mundo y, paradójicamente, se convirtió en el ojito derecho de la familia. Todos sucumbían ante su encanto. También lo hizo una secretaria de la Metro que la escuchó cantar y le consiguió una audición con el mismísimo Louis B Meyer. El hombre más poderoso de Hollywood. Cuenta la leyenda que, conmovido hasta las lágrimas, la contrató. Baby Gumm cobraba 100 dólares a la semana en tiempos de la Gran Depresión. La ambiciosa Ethel estaba feliz.
No sabían muy bien qué hacer con ella. Demasiado mayor para papeles de infante. Demasiado joven para ser la novia. Su aspecto, alejado de las glamourosas Lana Turner y Eddie Lamarr, la convirtieron en la chica sencilla y virginal. Pronto le encontraron al compañero perfecto: Mickey Rouney. Ambos rodaron hasta nueve películas juntos y mantuvieron una gran amistad toda la vida.
Sus «problemas de peso» la torturarían en sus primeros films. El médico del estudio le recetó Benzedrina. La sustancia hizo piña con el cóctel químicode anfetas y barbirtúricos. Vaya una fiesta.
Manquiewicz se percató su atormentada vida. Le recomendó hacer terapia. Su madre opinaba que había que encerrarla en un armario: «Necesita disciplina».
1938: 'El mago de Oz'. Esa película con la que todos hemos soñado y en la que nada nos chirría. Ni los disfraces, ni los acartonados decorados. Con este film llegó el reconocimiento que anhelaba y un primer Oscar especial. El rodaje era durísimo, envolvían sus pechos porque hacía de niña y ya no lo era. Las dosis de anfetas iban en aumento.
Con 18 años se casa por sorpresa con David Rose. Él contaba con 30. Aquello no funcionó. Él y su madre se aliaron para obligarla a abortar. Después se lió con Manquiewicz, quien se percató su atormentada vida. Le recomendó hacer terapia. Su madre opinaba que había que encerrarla en un armario: «Necesita disciplina».
El ritmo de trabajo era frenético. Llegó 'Meet me in St. Louis' (1944), dirigida por Vincent Minelli. Judy detestaba su personaje,pero un persuasivo Minelli consiguió sacar petróleo de aquello. No solo eso, a pesar de su evidente bisexualismo y de ir tan maquillado como las actrices del estudio, Garland, se enamoró de él y se casaron. Vivió una de las épocas más felices de su vida. Hizo dos cosas. Dejó las pastillas. Bien. Y dejó la terapia. Mal.
Nació Liza, todo parecía perfecto hasta un día en el que ella se lo encuentra encamado con un empleado de la casa. Vuelta a las pastillas. A incumplir los horarios de los rodajes o llegar tambaleándose.
Hizo muchos films, incluso donde destacaba por su fuerza dramática en películas donde no cantaba como 'The clock' (1945) o 'Los juicios de Nuremberg'.
A los cuatro meses de su boda con Mickey Deans, apareció muerta en el baño, acompañada de dos blísters vacíos de barbitúrcos.
Las protagonistas de su día a día, de su comportamiento errático, las culpables de su paranoia, sus intentos de suicidio y de la expulsión de la Metro fueron, como no, esas amiguitas blancas y pequeñas. Ah, otra se unió al club: la morfina. ¿Quién le daba todo ese veneno? En ocasiones el estudio, en otras, su madre.
Había que hacer caja.
El matrimonio con Sidney Luft le aportó algo de tranquilidad y mucho trabajo. Relanzó su carrera de cantante y ganó mucho, mucho dinero que él se gastaba en apuestas. Judy no quería saber nada de las cuentas. Y así le fue. Llegó a ser una nómada sin techo.
A pesar de aquella terrible hepatitis que la hinchó como un balón y de los terribles pronósticos de los doctores, le dio tiempo a hacer giras súper exitosas, grabar 'Judy Garland at Carnegie Hall' y hacer muchos programas especiales de TV, como 'The Judy Garland Show' (CBS). Se casó hasta dos veces más. A los cuatro meses de su boda con Mickey Deans, apareció muerta en el baño, acompañada de dos blísters vacíos de barbitúrcos. Sus amiguitas blancas, presentes siempre en cada ocasión especial de su vida. Tenía 47 años. Judy vivió con tal intensidad que quizá ya no pudo aguantarlo más.
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