La utilidad del debate
El líder del PP ha constatado con absoluta claridad que en su partido hay dos almas: una centrada y otra más próxima a Vox
Durante las semanas previas, algunos han estado diciendo que el debate de investidura de Núñez Feijóo era absolutamente inútil, una verdadera pérdida de tiempo, por ... cuanto que se sabía de antemano que estaba condenado irremisiblemente al fracaso. Yo creo, sin embargo, que estas opiniones no eran acertadas. Un debate de investidura de un presidente del Gobierno es, por sí mismo, importante, cualquiera que sea su resultado. Se trata de un momento estelar de la vida parlamentaria, y de la política en general, por su enorme trascendencia para toda la sociedad. Pero es que, además, en mi opinión, el debate de investidura celebrado esta semana ha sido muy útil para los dos grandes partidos:
1. En primer lugar, para el PSOE. Pedro Sánchez ha ganado un mes para llevar a cabo sus difíciles negociaciones. Durante todo este periodo, Pedro Sánchez y el PSOE han podido eludir dar explicaciones sobre qué tipo de amnistía están dispuestos a pactar con Puigdemont y Aragonès, y cómo les van a decir a los separatistas que el referéndum que pretenden es abiertamente inconstitucional. Incluso cuando Felipe González, Alfonso Guerra y otros ilustres militantes del PSOE han cuestionado públicamente la posibilidad de una amnistía, Pedro Sánchez y su equipo han podido eludir el debate público, señalando que no era el momento de hablar de la investidura de Sánchez; que ahora procedía hablar de la investidura de Feijóo; que cada cosa a su tiempo. Así que los socialistas no pueden quejarse. Ya veremos si dentro de unas semanas no echan de menos este mes de septiembre, en el que solo 'tocaba' hablar de la investidura de Feijóo.
2. En cuanto al PP, ante todo, Feijóo no tenía más remedio que ofrecerse al Rey como candidato a presidente del Gobierno. Después de haber tenido más votos y más escaños que cualquier otro partido, ni sus militantes ni sus votantes hubieran entendido que no diese la cara, aunque tuviese la certeza absoluta de que su investidura estaba abocada al fracaso. A Feijóo le han faltado solo cuatro apoyos, o siete abstenciones, para salir elegido presidente. Tenía que intentarlo.
Una vez aniquilado el partido de Abascal, será el momento de hacerle guiños a la moderación
3. Este debate, además, ha sido para Feijóo como el camino de Damasco. Se ha caído del caballo y ha visto claro. Hubo un momento de desconcierto por los resultados del 23-J. ¿Qué hacer? ¿Seguir la línea moderada de Moreno Bonilla o la radical de Ayuso? Mientras preparaba el debate, mientras sufría censuras internas por querer hablar con Junts, o por buscar un 'encaje' para Cataluña, el líder del PP ha constatado con absoluta claridad que en su partido hay dos almas: una centrada y otra más próxima a Vox. Y, como les ocurre a otros muchos partidos de la derecha europea, esta es la cuestión que tiene que resolver Feijóo: ¿Cómo contentar a ambas? ¿Y cómo van a ser sus relaciones con Vox?
En este debate de investidura, Feijóo ha comprendido que el problema del PP no es el socialismo de Pedro Sánchez, sino Vox. En un doble sentido: por un lado, le impide crecer electoralmente. Los votantes de Vox están muy ideologizados, y son fieles. Por ahora, resulta poco probable que el PP logre ocupar el espacio electoral del partido de Abascal. Y, por otro lado, los pactos con Vox han inhabilitado al PP para poder pactar con otras fuerzas políticas. Vox le ha dado el PP la presidencia de varias comunidades autónomas, y la alcaldía de muchos municipios. Pero estos pactos han cercenado todas las posibilidades del PP de pactar con los nacionalistas vascos o catalanes. Se lo ha dicho en el debate con absoluta claridad Aitor Esteban, el portavoz del PNV: «Señor Feijóo, a usted no es que le falten cuatro votos; lo que le ocurre es que le sobran treinta y tres».
La única posibilidad de acabar con esta situación se la ha indicado Aznar: hay que reunificar la derecha, como hizo AP-PP en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. Hay que ampliar el espectro ideológico, de modo que en el PP quepan con holgura la derecha radical que vota a Vox y aplaude a Díaz Ayuso, y la derecha moderada, que apoya pactar con la socialdemocracia. Por lo pronto, lo que procede es aproximarse a Vox, respetarlo, pactar con ellos, y hacer propios muchos de sus planteamientos programáticos, de modo que los votantes de Vox no vean ninguna diferencia entre los partidos de Feijóo y de Abascal. Y, después, proceder a la absorción de Vox, recuperando así todo el espacio electoral de la derecha. La estrategia salió bien con Ciudadanos, y puede resultar con Vox. Una vez aniquilado el partido de Abascal, será el momento de hacerle guiños a la moderación.
Tras este debate de investidura, Feijóo ha trazado la hoja de ruta. Veremos si da resultado. Porque Vox no es como Ciudadanos. Seguramente habrá entendido ya que debe temer el abrazo del oso. Y que el partido pequeño que se limita a complementar a otro mayor, tarde o temprano está condenado a desaparecer.
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