Segunda vuelta
Si Reagrupamiento Nacional formase Gobierno, Francia viviría un periodo de radicalización e inestabilidad política
Todos los Estados de la Unión Europea contienen la respiración a la espera de los resultados de las elecciones legislativas, cuya segunda vuelta se celebra ... hoy en Francia. Se teme que Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, alcance la mayoría absoluta. Ello le permitiría formar Gobierno, y obligaría a Macron a una dificilísima 'cohabitación', durante los tres años que le quedan de presidente de la V República.
A nivel interno, el temor está justificado. En 2017, Macron prometió que, si conseguía el apoyo de la sociedad francesa, lograría cerrarle el paso a Le Pen. Pero, años después, parece que Macron ha fracasado. Si el RN formase Gobierno, Francia viviría un periodo de radicalización e inestabilidad política.
Pero la situación también sería grave para la Unión Europea. No es lo mismo que los radicales, más o menos euroescépticos, ganen elecciones en Hungría, o en Polonia, o en los Países Bajos, a que lo hagan en Francia. Se trata de la segunda economía de la Unión, un país fundador, de enorme peso demográfico y político, y que, junto a Alemania, constituye el motor básico que impulsa la integración europea. El partido de Marine Le Pen se ha mostrado siempre como euroescéptico, nacionalista, e incluso amigo de Putin, aunque, tras la invasión de Ucrania, Marine Le Pen se haya cuidado mucho de distanciarse de Moscú.
Estamos en un periodo muy complejo, con las guerras de Ucrania y Gaza a las puertas de Europa; con una crisis inmigratoria sin precedentes; con una China cada vez más agresiva y amenazante; con el riesgo de que regrese a la Casa Blanca Donald Trump, y se deje arrastrar por sus delirios y paranoias. Más que nunca, Europa necesita políticas de integración, para resguardarse si desde Washington se debilita a la OTAN; para definir unas políticas comunes de inmigración; para reducir nuestra dependencia energética; para seguir apoyando a los ucranianos en su difícil lucha contra el desatado Putin... Todas estas políticas hasta ahora las impulsaba Macron. Con Jordan Barbella en la presidencia del Gobierno francés, las cosas cambiarían. Y seguramente a peor. Por eso en Bruselas contienen el aliento. Y en todos los rincones de Europa se ha desatado el nerviosismo.
Se nos dice que estemos tranquilos; que en la segunda vuelta las cosas pueden cambiar. En el país vecino siempre se ha dicho que, en la primera vuelta, los franceses votan con el corazón; y, en la segunda, con la cartera. Ahora no se trata sólo de defender intereses económicos; se trata de preservar valores democráticos y liberales, los mismos que constituyen el fundamento ideológico de la Unión Europea, y que podrían estar en riesgo en las urnas francesas de este domingo de julio. Se trataría, pues, de votar, más que con la cartera, con la cabeza.
Las formaciones políticas de la derecha moderada, del centro, y de la izquierda, incluso de la izquierda radical de Jean Luc Mélenchon, han hecho lo posible para impedir que RN logre la mayoría absoluta. En esta segunda vuelta han intentado evitar la fragmentación del voto, que favorecería a los candidatos de Le Pen. En muchos distritos, este 'frente republicano' ha decidido retirar las candidaturas de otros partidos, a favor de quien tenga más posibilidades de ganarle al candidato de Le Pen. Se trata de favorecer lo que en España llamaríamos el voto útil. Se le dice al electorado que vote al candidato que no sea de Le Pen, aunque tengan que hacerlo con la nariz tapada, por no sentir especial simpatía por el candidato de la formación política distinta de RN que haya quedado en el distrito.
No está claro que esta llamada al voto útil surta efecto. Primero, porque se funda en el miedo a la ultraderecha. Pero resulta que, en Francia, el partido Reagrupamiento Nacional no asusta ya a casi nadie. Durante años, Marine Le Pen se ha dedicado a suavizar muchos de sus perfiles más hoscos. Hoy día, Marine Le Pen, su candidato, Jordan Barbella, y su partido, RN, suscitan muy poco rechazo. Y, en segundo lugar, porque, por el contrario, entre el electorado de centro-derecha sí que produce rechazo el izquierdista Jean Luc Mélenchon, y su partido (Francia Insumisa). Imaginemos que, con esa estrategia del 'desistimiento', en algunos distritos de la Francia profunda sólo quedase, como alternativa al candidato de Le Pen, un candidato del Nuevo Frente Popular, precisamente el que proceda de la Francia Insumisa. Será muy difícil convencer a los electores moderados de ese distrito para que voten al candidato del Nuevo Frente Popular. Cabe temer que muchos republicanos, macronistas, e incluso socialistas, prefieran votar al candidato de Le Pen antes que al candidato de Mélenchon. O sea, que la estrategia del 'desistimiento', por muy generosa que parezca, puede llegar a ser un fracaso en muchos distritos.
Emmanuel Macron es el responsable de la precipitada e inesperada convocatoria de elecciones generales. Con los resultados de la primera vuelta, no le llega la camisa al cuerpo. En la segunda vuelta puede salvar los muebles. O puede hundirse definitivamente.
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