Un primer paso
España necesita que los dos grandes partidos estén dispuestos a entenderse. Hay que acabar con el chantaje permanente de los separatistas vascos y catalanes
El acuerdo felizmente alcanzado esta semana entre el PSOE y el PP para desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial es importante en ... sí mismo considerado, por sus efectos beneficiosos para el eficaz funcionamiento de la Justicia. Pero debería serlo también porque significase un primer paso en la buena dirección. Así deberían entenderlo Feijóo y Sánchez. Ni a uno ni a otro beneficia en absoluto el estado de permanente enfrentamiento. Ni a sus respectivos partidos. Ni tampoco a los intereses generales de este país; porque en España hay pendientes un conjunto de reformas que sólo pueden llevarse a cabo con el acuerdo de los dos grandes partidos. En efecto:
1. Ni a Sánchez ni al PSOE le convienen que se mantenga indefinidamente la actual situación de crispación. Una cosa es que Feijóo y su equipo, desde la oposición, controlen al Gobierno, e incluso que lo fustiguen con mayor o menor acritud. Esto es lógico, y perfectamente asumible en una democracia. Pero otra cosa muy diferente es que, por estas tensiones políticas, se rompan todos los puentes con el partido conservador. Le conviene a Pedro Sánchez, y le conviene al PSOE, que se cambie esta dinámica, que sea posible llegar a acuerdos y a pactos de Estado con el PP en temas de relevancia y trascendencia. De no ser así, Pedro Sánchez y el PSOE se verían condenados a depender exclusivamente de los comunistas de Sumar y de Podemos. En el pasado reciente, se han adoptado muchas decisiones de Gobierno por influencia de los comunistas o de los separatistas. Y esto no ha sido comprendido ni asumido por las bases del PSOE, porque muchas de esas decisiones contradicen la misma identidad ideológica de los socialistas. A muchos estas políticas les han decepcionado, con la consecuencia inevitable de una gran pérdida de votos. Al PSOE le conviene reafirmarse como el gran partido socialdemócrata del centroizquierda. Pactando con el PP de vez en cuando, y en temas importantes, estaría en el buen camino.
2. En cuanto al PP, no tengo ni la más mínima duda de que a Feijóo le conviene estar abierto a la posibilidad de pactos con el PSOE. Cuando hace dos años vino de Galicia para sustituir a Pablo Casado, nadie le dijo que la tarea iba a ser fácil. El PP tenía que remontar vuelo desde las cenizas de la Gürtel y otros supuestos de corrupción. Y para ello tenía que convencer y recuperar a parte del electorado de derechas y de centro derecha, que había huido hacia Vox o hacia Ciudadanos. La ilimitada torpeza de Albert Rivera le permitió recuperar con relativa rapidez el electorado de centro que se había refugiado en Ciudadanos. Sin embargo, por su derecha, Vox se lo ha puesto mucho más difícil. El PP ha intentado comerse el espacio electoral de Vox. Pero se ha encontrado con una fuerte resistencia. La formación política de Abascal es un partido bien organizado, y fuertemente ideologizado, con unas cuantas ideas-fuerza que conectan con las aspiraciones y sentimientos de amplios sectores de la población. Algunos dirigentes destacados del PP son partidarios de radicalizar el mensaje y las actitudes, e incluso de incurrir en el populismo, para de esta forma restarle el espacio electoral a Vox. El papel de Feijóo es muy difícil. Sabe que, si atiende estos cantos de sirena del ala dura del partido, es posible que le reste algunos votos a Vox. Pero si se deja arrastrar por la demagogia y la chabacanería, corre el riesgo de perder dos o tres millones de votos de personas moderadas.
Ni a Sánchez ni a Feijóo beneficia en absoluto el estado de permanente enfrentamiento
Mediante el acuerdo con el PSOE para renovar el CGPJ, Feijóo se ha reafirmado como líder del centroderecha, de un partido que se afinca en la moderación. Y una prueba de que este es el buen camino se deduce de las críticas que Feijóo está recibiendo abiertamente de Vox, y de un modo soterrado y en voz baja del ala dura de su propio partido.
3. Y, en fin, España necesita que los dos grandes partidos están dispuestos a entenderse. Hay que acabar con el chantaje permanente de los separatistas vascos y catalanes. El Gobierno de la nación no puede seguir dependiendo de sus interminables reclamaciones de competencias y financiación. Y para ello sólo hay un camino: la reforma electoral. Hay que pactar también una financiación de las autonomías justa, suficiente y solidaria para todos y entre todos. Hay que abordar una reforma tributaria, que dote a nuestro sistema de mayor eficacia y equidad. Hay que afrontar la reforma del Título VIII de la Constitución, para clarificar el sistema de competencias, y seguramente habrá que recuperar para el Estado las competencias de Sanidad, Justicia, Educación y Cultura... Y todo ello, y muchas reformas más, solo será posible mediante pactos entre los dos grandes partidos.
Los pesimistas dicen que el pacto de renovación del CGPJ es un hecho aislado. Y que no habrá más pactos. Yo quiero pensar que se trata sólo de un primer paso en la buena dirección.
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