Nuevas elecciones generales
Así me parece ·
Con esta continuada humillación y desprecio a España y a los españoles no se puede gobernarNo va a quedar más remedio que convocarlas. El presidente del Gobierno se encuentra entre la espada y la pared. El domingo pasado leí detenidamente ... la larguísima entrevista a Pedro Sánchez que publicaba un periódico de ámbito nacional. Los dos periodistas que le entrevistaban le preguntaron sobre todos los puntos calientes, sobre todas las tensiones y dificultades producidas en esta legislatura recién estrenada. Sánchez se defendió como pudo, pero ni explicó sus contradicciones, ni logró justificar las humillantes claudicaciones a que le está sometiendo Puigdemont. Tras meditar sobre esta entrevista, se acentuó mi pesimismo, y llegué a la conclusión de que Sánchez no tiene más salida digna que romper los pactos con sus aliados, disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones generales. Aunque no espero que se me haga caso, voy a exponer algunas razones que justifican esta conclusión:
1. Así no se puede gobernar. Esta frase no es mía. La ha dicho la vicepresidenta segunda del Gobierno, y líder de Sumar, Yolanda Díaz. Sin duda, cuando la pronunció estaba muy afectada por el hecho de que los cinco votos negativos de los diputados de Podemos hubieran impedido que se convalidase el Decreto-Ley sobre Medidas Sociales que había sido elaborado por el Ministerio de Trabajo. La peor cuña es la de la propia madera. Duelen más las traiciones de los tuyos que los insultos de los adversarios.
Sin embargo, después de los Plenos del Congreso de la semana pasada, a esta misma conclusión tendrían que haber llegado perfectamente tanto Félix Bolaños como el mismísimo Pedro Sánchez. No se puede gobernar cediendo continuamente a los chantajes de Junts. Día a día, para garantizar los votos de los siete escaños de Puigdemont, no se puede permitir que un presunto delincuente, huido de la Justicia, le marque el paso al Gobierno de la nación. No. Con esta continuada humillación y desprecio a España y a los españoles no se puede gobernar.
2. Y esto es sólo el principio. Ahora lo que quieren es conseguir la amnistía, y que Puigdemont regrese a Cataluña entre palmas y olivos, mientras que al resto de los españoles nos cambian el relato, nos tergiversan la verdad y nos indican que pidamos perdón a los separatistas por lo ocurrido en septiembre y octubre de 2017.
No obstante, una vez conseguida la amnistía, los separatistas exigirán el referéndum de autodeterminación. Y, si no, como ha dicho Jordi Turull, «colorín colorado», sin concluir, pero dando a entender el resto de la frase: «Este cuento se ha acabado».
No, no. Así no se puede gobernar.
3. Pedro Sánchez, en un ejercicio de reflexión sincera, debería admitir que los intentos de justificar su conducta no son más que falacias, con las que intenta autoengañarse y engañarnos a los demás. En primer lugar, la cantinela que repite de que hay que ceder ante los separatistas para impedir que Vox llegue al Gobierno sólo convence a los incondicionales. Pero a nadie más. Porque, según las encuestas, es muy probable que el PP pudiera gobernar solo. Y porque, en todo caso, siempre será mejor una Giorgia Meloni, que se modera al llegar al poder, que un Puigdemont delirante al que le importa un bledo el interés general de los españoles.
En segundo lugar, nadie se cree que hayan sido necesarios los pactos con Junts para normalizar la vida política en Cataluña. Al contrario, la han desequilibrado, en la medida en que estos pactos han frenado el declive electoral de los separatistas.
Y, en tercer lugar, lo que está haciendo Pedro Sánchez no es un ejercicio de realismo político. Se puede hacer de la necesidad virtud; y se puede decir que «la realidad es la verdad». Pero la política no consiste en dejarse arrastrar por la realidad, sino en esforzarse por cambiar la parte de esa realidad que no nos gusta. Gobernar no es sobrevivir, plegándose a la realidad, sino intentar configurar esa misma realidad de acuerdo con unos principios éticos.
4. En la campaña electoral, el PSOE decía que la amnistía no tenía encaje en la Constitución. Nadie de los que votamos a partidos mayoritarios, apoyamos con nuestros votos la amnistía. Y, por mucho que Tezanos cocine las encuestas, son muchos los españoles que siguen estando abiertamente en contra de la amnistía. Hay suficientes razones constitucionales, jurídicas, políticas y morales para estar indignados.
5. Los socialistas, en fin, deberían pensar que, si retirasen la proposición de ley de amnistía y rompiesen los pactos con Junts, posiblemente tendrían que convocar elecciones. O no, porque habría que ver con quiénes podrían pactar los de Junts para plantear una moción de censura. Pero, en cualquier caso, si el Gobierno de Pedro Sánchez hiciese esto, el PSOE, como partido político, saldría ganando. Subirían como la espuma sus expectativas electorales. Puede que, a pesar de ello, Pedro Sánchez perdiera el Gobierno de la nación. Pero lo seguro es que el PSOE ganaría el futuro. En política, la dignidad y la firmeza terminan siendo rentables a medio y a largo plazo.
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