En la cresta de la ola
Es importante partir de una moral de victoria. Pero el PP no debería incurrir en una confianza excesiva
Los magníficos resultados obtenidos por el PP en las elecciones autonómicas y locales, así como los pronósticos de las encuestas posteriores, permiten concluir que, salvo ... sorpresa mayúscula, el PP ganará las elecciones generales del 23 de julio, y que Alberto Núñez Feijóo va a ser el próximo presidente del Gobierno. Algunos analistas hablan de cambio de ciclo, y atribuyen el crecimiento de la opinión favorable al PP a la existencia en todo Occidente de una ola conservadora, que, incluso, ciertos periodistas han calificado de tsunami, que terminará barriendo a las izquierdas de todos los centros de poder. Feijóo, pues, estaría en este momento en la cresta de una ola que le va a llevar ineludiblemente a La Moncloa.
Es importante partir de una moral de victoria. Pero el PP no debería incurrir en una confianza excesiva. Por el contrario, le vendría bien una cierta reflexión sobre las causas del resultado del 28-M, y sobre si esas causas son perdurables, y si serán suficientes para ganar en las urnas del 23-J.
Una de las causas de la victoria es la absoluta fidelidad de los votantes del PP, cosa que, para su desgracia, no le ocurre al PSOE. Al PP se lo perdona todo su electorado; al PSOE, el suyo, no.
Ningún votante del PP se rasgará las vestiduras por el hecho de que su partido pacte con Vox
Los errores recientes del PP no han hecho mella en su electorado. Nadie le ha reprochado su comportamiento inconstitucional al obstruir interesadamente la renovación del CGPJ; nadie le ha reprochado que votase en contra de una reforma laboral que estaba avalada por la CEOE; nadie le ha reprochado su oposición radical y partidista a las medidas para afrontar la pandemia, que se han demostrado útiles; nadie le ha reprochado que anunciase un apocalipsis económico que no ya llegado. Y, en concreto, en Murcia, nadie le ha reprochado los 'tamayazos', ni que más de quinientas personas se saltasen la cola de la vacunación, y cuyos nombres todavía no conocemos.
En 2011, el PP ganó por mayoría absoluta. Después hubo dos razones para que se fragmentase el espacio del centro derecha, y prosperasen dos partidos. Una de estas razones fue la corrupción, y dio origen a que creciese a nivel nacional el partido Ciudadanos, cuya bandera inicial fue acabar con la corrupción. Y la otra bandera fueron los errores, titubeos y debilidades de Rajoy ante el separatismo catalán. Esto dio lugar al crecimiento de Vox.
Pues bien, estos dos errores antiguos parece que empiezan también a ser amortizados. Nadie reprocha al PP supuestos de corrupción; ni siquiera en Murcia, a pesar de que acabamos de conocer la sentencia condenatoria de uno de sus presidentes de la Comunidad Autónoma, y la imputación de otro. A nadie le importa. Y nadie ha denunciado nada. Ciudadanos se quedó sin causa y sin razón de ser. Y su espacio electoral ha sido devorado por el PP.
Queda Vox, que resiste. La izquierda se equivoca. Ningún votante del PP se rasgará las vestiduras por el hecho de que el PP pacte con Vox. Esto no le quitará ni un solo voto al PP el próximo 23-J. El miedo a que Vox llegue al Gobierno, que ciertas izquierdas tratan de infundir, favorece al PP. Pues muchos, ante esta intimidación, le dan el voto directamente al PP, para que no tenga que pactar con Vox. Pasó en Andalucía; ha pasado en muchos otros sitios; y puede volver a pasar el 23-J.
Las razones de esta fidelidad de voto son complejas. Desde las más profundas convicciones ideológicas a una identificación absoluta con el partido, que hace exclamar: «Con los míos, siempre. Con razón o sin ella». Y luego está ese generalizado odio a Sánchez, que se ha ido construyendo poco a poco, pero de modo tenaz e implacable, según las depuradas y sutiles técnicas de la publicidad negativa.
Por el contrario, frente a un PP eufórico, y con un electorado que todo se lo perdona, hay un PSOE que resiste, pero que pierde votos y no crece, pese a que el Gobierno se desgañita haciendo públicos los buenos resultados de su gestión económica y social. Pedro Sánchez y su equipo parece que no quieren ver que la sociedad española, no es que ignore sus méritos y aciertos, sino que lo que hace es castigar gravemente sus errores, que también han sido muchos y muy graves. En mi opinión, el PSOE no debería eludir las referencias a estos errores. Y debería dedicar un capítulo de la campaña electoral a explicar la justificación de los indultos a los separatistas, de la supresión de la sedición, o de la modificación de la malversación; debería explicarnos las razones de sus vergonzantes y continuas cesiones ante la demagogia de Podemos; lo del 'sí es sí'; los pactos con Bildu, etc. No lo harán. Y luego lamentarán los resultados del 23-J.
Así pues, nos esperan unas elecciones sin sorpresas. Ganará el PP. Y no por la ola conservadora de Occidente, sino por el acierto al consolidar a sus votantes; y, también, por los errores de su adversario.
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