Libros de corazón atómico
La mayor sorpresa ha sido 'La península de las casas vacías', obra de un autor casi desconocido, David Uclés
A la vista de lo aparecido en las últimas semanas en las redes sociales, así como en los diferentes medios de comunicación, no ha quedado ... bicho viviente sobre el planeta que no haya expresado su parecer sobre cuáles han sido los 'libros del año', las obras más impactantes que merecen nuestra atención. Se ha escrito en alguna parte que 'El infinito en un junco' –obra que, al margen de estar muy bien escrita, no pasa de ser un mero entretenimiento culturalista– es, de largo, el mejor libro publicado en España en lo que va de siglo XXI, lo que es un auténtico alegato hiperbólico más que discutible.
En otros espacios radiofónicos, televisivos y periodísticos –incluso en los diarios deportivos que, entre los resultados de la jornada, también se atreven, con absoluta legitimidad, a opinar de libros– se nos ha ofrecido, con una seguridad y una contundencia que dejan a uno boquiabierto, el listado de las obras más relevantes de los últimos doce meses. Títulos de los que, me temo, nadie se acordará así que pasen cinco años, que diría García Lorca.
En uno de esos libros, 'condenado' a permanecer por hallarse repleto de sabiduría y estar escrito con una destreza inigualable, 'Madre de corazón atómico', de Agustín Fernández Mallo, este autor gallego asegura que 'las malas narraciones cuentan una verdad a medias, y las buenas narraciones una verdad y media'. Ese panorama literario, tan recomendado en estas últimas semanas, está repleto de 'malas narraciones' que tienen los días contados y que no pasarán a la historia, y, mucho menos, a las páginas de literatura que se estudian en los centros escolares, por más que algunos críticos, tozudos hasta el hartazgo, se empeñen en calificarlas de obras maestras.
Pero como son muchos los 'amics, coneguts i saludats', que diría Josep Pla, del que, por cierto, acaba de aparecer una fantástica biografía, que me piden mi opinión, después de cuatro décadas dedicándome a este oficio para vivir que no da para vivir que es la crítica literaria, sobre lo que considero 'fundamental' publicado en el año que acaba de finiquitar, voy a permitirme recomendar unos cuantos títulos, todos ellos pertenecientes al género novela, el más demandado.
La mayor sorpresa ha sido 'La península de las casas vacías', obra de un autor casi desconocido, David Uclés, con un asunto muy 'trillado', la Guerra Civil española, pero al que le ha sabido dar un aire nuevo y fresco, recurriendo a una investigación previa que me parece modélica.
Con igual entusiasmo he leído las novelas del aludido Fernández Mallo y del andaluz Miguel Ángel Oeste. El primero de ellos, con 'Madre de corazón atómico', lleva a cabo una honda reflexión sobre la muerte y el destino humano, partiendo de una sencilla anécdota. Es la respuesta española a la literatura que se cuece en Europa. En ese sentido, conozco a autores que intentan, infructuosamente, parecerse a Bernhard o a Kundera, dejando de lado a Galdós, como si el canario, que se paseó por las corralas de Madrid, no hubiera existido; y otros, como Fernández Mallo, que ha llegado a la esencia misma de los más grandes a base de constancia y talento.
Oeste ha escrito una novela que hubiera podido firmar, de haber vivido, el mismísimo Paul Auster. O Richard Ford. Se titula 'Perro negro' y habla, con una especial delicadeza y con un lenguaje que resulta conmovedor, del malogrado cantante Nick Drake. Y, por si todo ello nos supiera a poco, también salieron al mercado, con el sello de la excelencia, la novela de Rafael Balanzá 'La muerte de atlante', que posee ese habitual toque mágico de su creador, y 'El mejor libro del mundo', de Manuel Vilas, el autor de 'Ordesa', con el que ha conseguido hacerles un verdadero lío a los críticos, que no saben si es autoficción, una biografía novelada o una novela autobiográfica, sin tener en cuenta que los buenos libros, los de corazón atómico, carecen de género.
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