El gato más famoso del mundo
'Gacek' se llevaba bien, incluso, con los perros. Era tranquilo, paseaba, recibía con cordialidad las constantes visitas
Hace unas fechas, en un excelente y curioso reportaje firmado por Raquel Peláez y publicado en el XLSemanal, se daba la noticia de un fenómeno ... que se ha convertido, como ahora se dice, en 'viral'. En todo un acontecimiento que ha corrido como la pólvora por las redes sociales, con decenas de miles de seguidores en todo el mundo. De hecho, hasta hace bien poco, 'Gacek', el gato callejero que vive –vivía, como luego se verá– en una de las calles del centro de la ciudad polaca de Czczecin, recibía diariamente la visita de personas que se desplazaban desde lugares insólitos de Europa para rendirle homenaje, hacerse la foto y pasarle la mano por el lomo a este menino que también llamaba la atención por su evidente sobrepeso.
Pero las historias, como la de 'Gacek', cuyo nombre viene a significar algo así como 'Murciélago' –un tipo de murciélago, muy abundante en Centroeuropa, de orejas muy largas–, tienen un final. Yo también estuve allí, en la calle Kaszubska de Czczecin, muy cerca del Báltico, y pude ver con mis propios ojos que 'Gacek' ya no ocupaba su rincón habitual, en la acera, casi al final de la calle, cerca de la esquina. Quedaba, como una especie de reliquia, el recuerdo de un bebedero metálico con el que se dejaba marcado en lugar en el que vivió en los últimos doce años. Y una mujer. Una mujer, Marta Nowicka, que regenta una tienda de ropa de moda llamada Yvonne. Fue ella quien le puso ese curioso nombre; fue ella quien montó su refugio, quien lo alimentó hasta que salió del anonimato y se convirtió en una estrella internacional, quien le ofreció, en las noches frías de Polonia, un rincón de su establecimiento para que no pudiera morir congelado.
Lo alimentaba con productos naturales, que le traía de los mejores establecimientos, hasta que se hizo famoso. A partir de entonces, los visitantes comenzaron a ofrecerle chucherías a todas horas, por lo que fue ganando peso hasta convertirse en un gato que llamaba la atención por su obesidad.
Polonia no permite que en sus calles campen a sus anchas los animales sin dueño. Los recogen, los conducen a un establecimiento, los intentan colocar en alguna parte por el sistema de adopción, hasta que se pierde definitivamente su pista. Por esa razón, la particular situación de 'Gacek' se convirtió en un motivo de discusión y debate en el ayuntamiento de Czczecin. Unos eran partidarios de retirarlo de ese lugar, mientras otros vieron la oportunidad de que una ciudad, que no destaca gran cosa en el conjunto del país, cobrara un cierto protagonismo, con una mínima inversión, en la prensa de medio mundo.
'Gacek' se llevaba bien, incluso, con los perros. Era tranquilo, paseaba de un lado a otro, recibía con cordialidad las constantes visitas, y pudo resistir varios intentos de secuestro a cargo de personas que, al amparo de la noche, intentaron robar el felino. O de aquellos activistas que consideraban poco menos que un crimen exhibir públicamente a un animal y permitir que viviera en la vía pública. En ocasiones fue examinado a fondo por los veterinarios, que, al margen de certificar su evidente exceso de volumen, dictaminaron que 'Gacek' se encontraba bien de salud, con los parámetros propios de un gato de su edad, que ha cumplido con creces los diez años.
'Gacek' ya no está en el lugar de la calle en donde montaba su guardia y contemplaba el discurrir de la vida. Queda, sin embargo, el grato recuerdo de los vecinos y el vaporoso fantasma de su existencia, que dejó honda huella en muchos corazones. Pero tampoco ha desaparecido para siempre. Marta sabe en dónde se encuentra. Lo adoptó una de sus amigas y lo cuida en su propia casa. Un hogar sencillo, familiar y anónimo, para que la gente lo deje vivir tranquilo, regodeándose de su fama, durante el resto de sus días.
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