¿Quién no conoce a Locomotoro?
Nos sigue privando lo anecdótico, aquellos detalles sin importancia que, acaso, nos definen mucho mejor que el propio currículum
En algunos periódicos aún existe una sección dedicada a dar cuenta del estado actual de algunos antiguos deportistas, sobre todo de aquellos que formaron parte ... de la alineación habitual de los grandes equipos de fútbol. Aparece el rostro tal y como el lector lo recuerda, cuando tenía veinte años o poco más, y lucía, con todo el orgullo del mundo, la camisola de su club, y la cara actual, surcada de arrugas, de manchas de vejez, con el pelo canoso o casi desaparecido por completo. Ya no es ayer, que diría Quevedo.
El hecho de que, actualmente, con unos simples golpes en la tecla podamos saber qué fue de este o aquel personaje ha propiciado que algunos podamos jugar a adivinar si fulano o mengano aún viven, y, de ser así, cómo pasan su tiempo libre, al margen de soportar los muchos achaques, ver pasar los días pacientemente y criar a los nietos. A los seres humanos nos sigue privando lo anecdótico, aquellos detalles sin importancia que, acaso, nos definen mucho mejor y hablan de lo que en realidad hemos sido, mucho más que el propio currículum, a veces repleto de exageraciones y de mentiras.
Se cuenta que el colmo de la curiosidad vino a darse en aquel que, tras un máster de varios cientos de horas sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, a la hora de las preguntas, se interesó, exclusivamente, por el destino de la carpintería de san José. De lo demás lo sabemos casi todo, pero hay detalles que, por pequeños que sean, nos quitan el sueño. ¿Fue traspasada? ¿Fue heredada por alguien cercano a la Sagrada Familia? ¿Requisada por impago por algún banco o por Hacienda?
Siempre he sentido curiosidad por saber qué fue de esa generación de soberbios actores que tanto le gustaban a mi padre
Uno se lleva sorpresas. Siempre he sentido una especial curiosidad por saber qué fue de esa generación de soberbios actores que tanto le gustaban a mi padre, que, después de largas horas de trabajo, se sentaba en una silla –no hubo ni sillones ni sofás en mi casa hasta muy tarde– y veía el Estudio 1 de Televisión Española: José Bódalo, Luisa Sala, Fernando Delgado, José María Rodero, María Luisa Ponte, y tantos otros y otras que hicieron las delicias del espectador. Todos, sin excepción, pasaron a mejor vida, aunque algunos se resistieron, con decisión y firmeza, a los rigores de la Parca y murieron contra su voluntad.
Con los jugadores de fútbol pasa lo mismo. Uno repasa la alineación del Real Madrid de los años sesenta y no queda ni uno en pie, ni un alma que pueda contar las glorias de aquel tiempo. Muertos Gento, Di Stéfano o Pancho Puskas, poco queda por decir de aquella generación, sino únicamente recordar cómo fueron en el terreno de juego, corriendo como gamos, defendiendo sus colores sin pensar demasiado en lo económico, como sucede hoy en día, en donde manda el maldito 'parné', y no tanto el escudo, que suelen besar con absoluta hipocresía.
¿Y qué fue de todo ese elenco de actores que formaba parte de los 'Chiripitifláuticos', aquel programa infantil de televisión de finales de los sesenta y principios de los setenta que tanto gustaba a esos críos que merendaban pan y chocolate? El Capitán Tan (Félix Casas) y el simpático Tío Aquiles (Miguel Armario), que vestía de tirolés, ya crían malvas desde hace algunos años. Aunque por poco no llegan a cumplir los noventa años. Sin embargo, oh sorpresa, Valentina (Mari Carmen Goñi), que era quien ponía cordura en la escena frente a tanto personaje estrambótico, y Locomotoro (Paquito Cano) aún siguen dando guerra en esta vida. La una, con noventa y seis años a cuestas, el otro, con noventa y siete. Se cuenta que Locomotoro, cuando acabó su carrera de actor, se dedicó a lo que se llevaba por entonces, a la promoción inmobiliaria, y no le fue mal del todo. Locomotoro era aquel muchacho que vestía de maquinista, con boina, peto y camisa a cuadros. Aquel tipo tan jovial y gracioso que decía: «¡Que se me mueven los mofletes!».
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