The Boss en vena
Cansado de tanto relato de escándalos, mordidas y corruptelas me escapo a San Sebastián para vivir la magia creadora de Springsteen en concierto
Creación. En aquel tiempo el ángel caído se hizo presente ante Dios y le hizo saber los motivos de su rebeldía. No es justo, dijo, ... que hayas hecho al Hombre a tu imagen y semejanza, Padre Universal, fuente de toda energía, Sumo Hacedor de todas las cosas, y lo hayas situado en la cima de la creación. No es equitativo, se atrevió a argumentar el soberbio Satán, que lo hayas situado en tu preferencia por delante de nosotros, tus ángeles guardianes. Y llamó a sus compiyoguis acusadores Luzbell, Azazel, Araziel y Llimona para que expusieran ante el buen Abba amoroso de Cristo Jesús todos los múltiples errores, pecados, ofensas, sacrilegios, transgresiones y demás yerros de la raza humana. Luzbell abrió su libro de homicidas, dictadores y asesinos. Azazel penetró en su relación de ladrones y pederastras. Araziel se ocupó de la amplia lista de racistas, homófobos y terroristas. Y Llimona, el exterminador, se recreaba en el relato de corruptos, mangantes y demás retorcidos del bolsillo público cuando fue interrumpido por Gabriel, el buen arcángel mensajero, quien propuso a Dios una inteligente salida al conflicto. Permíteme, oh buen Padre eterno y misericordioso, que baje a la Tierra y encuentre alguna creación humana que ningún ángel caído o no caído sea capaz de superar. Así quedarán claras y expuestas las razones de tu amor infinito al Hombre, al que has dotado de la maravillosa capacidad de crear. Todos aceptaron y allá se fue, allá se vino, Gabriel con su misión salvífica.
Al poco, el mensajero de Yahvé regresó a la corte celestial con la respuesta a los ángeles rebeldes. Había encontrado una creación humana insuperable: la música. No hay otra energía en el Universo, testificó Gabriel, más parecida al acto creador de Dios. El big bang de la armonía. El bosón de Higgs fundamental de la inspiración. El adeene molecular de la vibración. El accésit polifónico, casi místico, de la composición...
Música. «Es la música, estúpidos», se escuchó proclamar en la bóveda cósmica al anunciador de María mientras que Luzbell y sus colegas se retiraban a sus sombras entristecidos. Y para justificarse sacó de su mochila una colección de elepés del boss para alegría y satisfacción del Gran Boss. Bruce Springsteen 'on fire'. Y el auditorio celestial se inundó, por los siglos de los siglos, de canciones melódicas. Lo mismo los querubines bailaban al son 'Dancing in the Dark' que tronos y dominaciones paseaban por 'Streets of Philadelphia' que arcángeles y serafines se dejaban llevar por la corriente de 'The River'. El rockero setentón sonreía desde su escenario multicolor consciente de que su vida y su creación han estado dedicadas al amor, a la pasión y a las ganas de vivir. Y entonces, en aquel tiempo, vio Dios, la conciencia suprema, que era bueno haber hecho al Hombre a su imagen y semejanza.
Hemos venido, por si no lo sabes, a vivir una experiencia vital en este género humano elegido. Somos, por si se te ha olvidado, aves de paso aunque la vida, a pesar de ser un tristrás de cuatro días, es maravillosa. Y hay que vivirla conscientes del tesoro que se nos regala cada día. Hay que coleccionar momentos. Porque te los mereces.
Bruce. Así que, mira lo que te digo, he decidido por unos días olvidarme de las historietas de los sánchez, ábalos, cerdanes, leires, koldos, bernis, eres, bigotes y demás bárcenas que todavía colean. Renunciar a seguir recibiendo 'inputs' de escuchas, cintas, grabaciones, filtraciones, mordidas, relatos, comisiones, informes, sobrinas, putiferios y demás escándalos. Que me piro, tío, para hacértelo fácil. Que me escapo unos días a Donosti, a San Sebastián, a la Bella Easo. Y no solo a probar el insuperable besugo a la brasa de Guetaria, que también. Sino a zambullirme en la catarsis casi mística de un concierto de cuatro horas del número uno de la historia del rock. Me voy con mi santa y media pandilla a ver a The Boss y a su Electric Band. A dejarnos envolver por la energía de este maestro de setenta y cinco años con más de medio siglo de historia sobre el escenario y tropecientas maravillosas canciones en su mochila. Y como nosotros, otras ochenta mil almas hambrientas de tanta magia. Negocio y del bueno para la hostelería guipuzcoana. Invertir en números uno y no en mediocres tiene esos beneficios inducidos. Las entradas cuestan un riñón y muchos las están buscando haciendo cola en taquilla. Anoeta hasta la bandera, ya te digo. Estos conciertos también tienen su carga política, no te vayas a creer. Es un feroz activista contra Trump. «Estamos en manos de una administración corrupta, incompetente y traidora», dijo recientemente en Berlín y repetirá probablemente en Anoeta.
Incombustible. Springsteen es incombustible, me avisan amigos mucho más devotos del genial musico de New Jersey que yo. Demasiado para el 'body'. Los 'fandoms' de Bruce estamos convencidos de que ésta no va a ser su última gira. Pero por si acaso, en Donosti nos concitamos. Llevo días sin parar de tatarear el 'Bandlands' o el 'Born to Run'. The Boss en vena, ya te digo. En la vida hay que saber premiarse, aconseja el recomendable Wayne Dyers. Porque me lo merezco. Porque nos lo merecemos.
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