Navidad: Dios nace en Gaza
Se consintió y se apoyó el exterminio de judíos por el nazismo y ahora se consiente y se apoya el genocidio palestino por el sionismo
Si hoy en día hay un lugar donde se sobrevive con un inmenso dolor y sufrimiento que nos horroriza es en Gaza. No tenemos palabras ... para describir tanta crueldad, brutalidad y monstruosidad. Y, ante esto, tenemos los sentimientos petrificados de ver cada día niños y niñas inertes, sin vida, en el regazo de sus padres y madres abrazándolos, negándose a despedirse de la criatura que, hasta hacía un tiempo, jugaba, sonreía, se enfadaba y se les abrazaba buscando su cariño y seguridad. Nos produce una gran indignación y repugnancia y seguimos sin entender cómo el pueblo judío, que sufrió el exterminio, junto con gitanos, comunistas, discapacitados, etc., esté provocando un genocidio en Gaza y masacrando a la población palestina en Cisjordania. ¡Qué inmenso fracaso de la humanidad! Se consintió y se apoyó el exterminio de judíos por el nazismo y ahora se consiente y se apoya el genocidio palestino por el sionismo.
Como creyente en el Dios de Jesús, como creyente, quiero celebrar el Dios con nosotros estas navidades, recordar la encarnación del Hijo de Dios en Jesús de Nazaret, gracias a María, esa gran mujer, que hizo posible lo imposible, que fue madre y que como madre dio todo su amor a Jesús, su hijo. Como creyente surgen un sentimiento y un pensamiento: veo a María y a José con su hijo recién nacido y veo a esas madres y padres gazatíes con sus hijos asesinados. Veo a María y a José con su hijo huyendo de Herodes y veo a esas madres y padres gazatíes con sus hijos huyendo de Netanyahu. Leo el pasaje de esos niños asesinados por los soldados mandados por Herodes y veo a esos niños y niñas asesinados por soldados israelíes mandados por Netanyahu. Veo el horror de antes y veo el horror de ahora. Incluso, hemos dejado de ver imágenes porque son insoportables para cualquier persona con un mínimo de humanidad.
Por eso, nuestro Dios nace en Gaza, en esas ruinas, entre el estruendo de las bombas y el silbido de las balas. Dios nace en Gaza en medio de un inmenso dolor de un pueblo al que arrinconan y, una vez arrinconado, es bombardeado. Dios nace en esa terrible y espantosa imagen de esos padres y madres con sus hijos e hijas en brazos corriendo entre los escombros para llegar a un hospital asediado, prácticamente sin recursos y desbordados para que, cuando llegan, posiblemente, solo puedan certificar su muerte, otra muerte más. Dios nace en ese pueblo horrorizado que ve cómo sus seres queridos mueren o sus hijos beben agua contaminada y sin ingerir prácticamente alimentos. Dios nace en ese pueblo palestino y también en los rehenes y sus familias, tanto israelíes como palestinos. Dios nace en ese éxodo palestino de no saber dónde dirigirse, perdidos, concentrándose miles de personas con la esperanza de que todo termine de una maldita vez, pero sabiendo que no van a morir solos cuando sean alcanzados por los misiles de los aviones israelíes. Dios nace en esas personas debajo de los escombros, en esos gritos y gemidos de los supervivientes que piden ayuda, y Dios nace en esas personas que acuden en su ayuda jugándose la vida, utilizando sus manos como instrumentos, porque no tienen otra cosa. Dios nace en ese niño palestino tembloroso, herido, que llama a su madre, pero que no va a acudir porque está entre los escombros de lo que un día fue su casa, su hogar.
Dios nace en los que denuncian este genocidio, por los que se manifiestan para que acabe este horror
Dios nace en los que luchan por la paz, por los que denuncian este genocidio, por los que se manifiestan para que acabe este horror. Dios nace en esos israelíes que piden que se pare este genocidio y se respete la vida de los palestinos. Dios nace en los que siguen luchando por ese mundo que pide humanidad y que grita que basta ya de tanta barbaridad.
Dios no nace en los que causan dolor, los que destruyen, ni en los cómplices de tantas guerras y violencias, aunque pongan belenes en sus hogares y vayan a misa. Dios les pide que se pongan al lado de los Cristos sufrientes, no de los nuevos Herodes o sumos sacerdotes.
Aunque es difícil hablar de esperanza, el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, sigue siendo esperanza porque inauguró un nuevo reinado donde nos situamos al lado de las víctimas y en conflicto con los que causan las injusticias y atentan contra la dignidad de la humanidad.
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