Ideologías, dogmatismos, sectarismos

La industria del motor podría ser un buen ejemplo de cómo posiciones maximalistas pueden ocasionar perjuicios al sector, a los consumidores y a las arcas públicas

Miércoles, 24 de febrero 2021, 03:23

La Real Academia Española define la ideología como el conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un ... movimiento cultural, religioso o político. Sin embargo, el término 'ideólogo' recoge dos acepciones poco favorables: la persona que, entregada a una ideología, desatiende a la realidad, y la de persona soñadora, ilusa, utópica. Más allá se sitúa el dogmatismo, entendido como la afirmación y defensa, como innegables, de principios sujetos a examen y contradicción, y el sectarismo, reconocido como algo propio del sectario, sinónimo de secuaz, fanático o intransigente.

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Esta introducción no pretende profundizar mucho más en estos términos, labor más cercana a la filosofía o a las ciencias sociales, sino plantearnos si determinados excesos no nos están perjudicando seriamente como sociedad, como país. Si la defensa del pluralismo supone aceptar y reconocer la diversidad de doctrinas o métodos en materias políticas o económicas, los extremismos suelen llevarnos a situaciones indeseables, y para ilustrarlo he seleccionado, de entre las muchas existentes, tres cuestiones relativas a la economía, la educación y la sanidad.

En el ámbito económico, la industria del motor podría ser un buen ejemplo de cómo posiciones maximalistas pueden ocasionar considerables perjuicios al sector, a los consumidores y a las arcas públicas. En más de una ocasión y de forma reservada, máximos dirigentes de varias marcas me han trasladado sus diferencias con el Gobierno y su decepción ante el insuficiente aprecio respecto a las importantes aportaciones que realizan en materia de inversiones, empleo y contribución al PIB, algo poco entendible cuando las deslocalizaciones son un riesgo real. Las polémicas y perjudiciales declaraciones de la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sobre que el diésel tenía los días contados, y la reciente aprobación de la subida del impuesto de matriculación, ganándole una vez más la partida a la titular de Industria, Reyes Maroto, hacen pensar si no han sido el detonante que ha llevado a los fabricantes a abandonar su tradicional prudencia e inclinarse por la denuncia pública ante decisiones altamente cuestionables. En ese sentido, hay que destacar las contundentes palabras del presidente de Volkswagen en España, Francisco Pérez Botello, tildando de «ideológica» la subida del impuesto de matriculación y urgiendo a Sánchez a rectificar para corregir las sangrías de las ventas. Pensemos que solo en enero las ventas han caído más del 50% respecto a las del mismo mes del año anterior (en Francia solo cayeron el 5% y en Italia el 15%) y se han dejado de recaudar más de 150 millones de euros en gran parte por esa subida cuando ese alza solo se ha producido en nuestro país, ya que Francia, Italia y Portugal la han compensado, y el resto de países europeos carecen de dicho tributo. Como sostiene Perez Botello, «los fabricantes vendemos España a nuestras centrales y defendemos las inversiones, pero hay decisiones que no parecen ser muy amigables, y nos lo ponen muy difícil».

Frente a los que defienden sistemáticamente la exclusión, yo me incliné siempre por la integración

Si nos referimos a la enseñanza, incluida la universitaria, la apuesta porque esté debidamente atendida la pública no debería suponer el intento de arrinconar a la concertada y a la privada, y no solo por lo que supone cuestionar el derecho a elegir libremente, sino porque restringe la oferta formativa. Durante 20 años formé parte del Consejo Social de la Universidad de Murcia, los últimos 18 meses como presidente interino, y ese compromiso con la universidad pública fue compatible con el reconocimiento a los logros conseguidos por la UCAM, que posiblemente no hayan sido suficientemente valorados hasta el momento. Las universidades de Deusto y de ICADE, centros de reconocido prestigio, nunca tuvieron en su ya larga andadura, problema alguno con las universidades públicas de Bilbao y Madrid, siendo un claro ejemplo de cómo a través de una competencia leal y sana se puede elevar el nivel formativo.

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Frente a los que defienden sistemáticamente la exclusión, yo me incliné siempre por la integración, desde el convencimiento de que los espacios de encuentro y colaboración suelen ser positivos. Por eso, en mi etapa de presidente de la Fundación Universidad-Empresa, la incorporación a su Patronato de la Universidad Politécnica de Cartagena fue un objetivo prioritario, y desde la presidencia de la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Murcia promoví que la Facultad de Derecho de la UCAM estuviese representada como lo había estado desde la constitución de la Corte, la Facultad de Derecho de Murcia.

Respecto a la sanidad, se han hecho más patentes en estos últimos tiempos las demandas de refuerzo de la sanidad pública, a las que me sumo, y no solo para situaciones excepcionales, pero ese discurso no debe ser excluyente para que la sanidad privada siga contribuyendo a la mejora de la oferta sanitaria a través de su valiosa colaboración y con la ejemplar actitud solidaria que ha demostrado en estos difíciles momentos.

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Considero que las posturas mantenidas de forma rígida, sin flexibilidad y sin admitir discusión, deberían dejar paso al realismo, evitando los prejuicios, al juzgar antes de tiempo o sin tener un conocimiento cabal, y desde el pragmatismo vinculado a valores éticos y morales. Creo, como muchos, que la democracia como sistema político moderno es la forma de vivir en sociedad que solo es viable si se fundamenta en un conjunto de valores como la libertad, la igualdad, la justicia, el respeto, la tolerancia, el pluralismo y la participación, y en donde las ideologías extremistas, los dogmatismos y los sectarismos deberían ser irrelevantes.

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