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Guerreras y amazonas en el mundo griego

LYCEUM-CIENTÍFICAS A PIE DE CALLE ·

Los arqueólogos rusos que excavaron las tumbas escíticas y limítrofes tardaron en admitir que muchos de los restos de los guerreros eran de mujeres

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Sábado, 21 de noviembre 2020, 01:32

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La leyenda de las amazonas fascinó siempre a los griegos: en la 'Ilíada' son denominadas antianeirai, 'réplicas de varones'. En la Etiópida su reina, Pentesilea, que lucha junto a los troyanos, será vencida por Aquiles, que se enamorará de ella después. Uno de los más admirados trabajos de Hércules fue el relativo a cómo este se había adueñado del cinturón de Hipólita, símbolo del poder que esta reina amazona había obtenido de su padre, el dios Ares. Otro mito contaba que, contra las propias leyes de las amazonas, Hipólita vivió con Teseo en Atenas, lo que fue causa de la invasión del Ática por un ejército de amazonas, vencidas por Teseo. Los griegos veían en las amazonas una sociedad invertida a la suya 'normal' androcéntrica, e interpretaban, erróneamente, su nombre como a-mazónes, es decir, 'mujeres sin seno', porque suponían que ellas se automutilaban para luchar mejor. En las fuentes griegas, sus héroes vencían siempre a esas 'superwomen', como vencieron a los persas, a los que rebajan, así, a una categoría femenina.

Pero, ¿quiénes eran esas amazonas? La historiografía griega testimonia que los griegos mezclaron la existencia real de mujeres guerreras escitas con sus propias leyendas sobre la costa del mar Negro, a orillas del río Termodonte. Efectivamente, sabemos de la existencia de mujeres guerreras ecuestres, de probable origen anatolio, que vestían como hombres y luchaban con arcos y flechas y con una ságaris, o hacha característica. Ocupaban las llanuras del centro de Asia junto con otros pueblos nómadas. A finales del s. I a. C., Estrabón sitúa la patria de las amazonas en la fértil llanura de Temiscira, en la Capadocia póntica, en la costa meridional del mar Negro, y añade que los mitos sobre los ejércitos de amazonas eran aún tenidos por ciertos, lo cual, añade, es absurdo, porque sería como creer que los hombres se han convertido en mujeres, y las mujeres en hombres. No sorprende, pues, el relato de Arriano según el cual en el 43 a. C., cuando Pompeyo celebraba su victoria sobre Mitrídates, en su desfile triunfal, entre los prisioneros había mujeres guerreras con las mismas heridas que los hombres, a las que los romanos tomaron por amazonas. Aún Plutarco, a fines del s. I d. C., se ve obligado a desmentir el 'love affaire' atribuido a Alejandro Magno con Talestris, reina de las amazonas. Y entre los recientes papiros de novelas griegas de época imperial, aparecen las amazonas combatiendo al lado de las mujeres guerreras protagonistas, y las vemos aún representadas en la iconografía del Imperio.

Los arqueólogos rusos que excavaron las tumbas escíticas y de pueblos limítrofes, por prejuicios sexistas, tardaron en admitir lo que hoy ya está claro: muchos de los restos de los guerreros desenterrados pertenecían a mujeres. En las tumbas de las guerreras escitas (s. VI-V a. C.) y sus sucesoras, saurómatas de la zona del Don –algunas muy jóvenes–, sármatas del Dniéper (hasta s. I a. C.), y aún más allá, se han encontrado todo tipo de armas: arcos, flechas, proyectiles de honda, lanzas, espadas, puñales o hachas. Hay pruebas también de combate cuerpo a cuerpo, y la presencia de heridas de guerra en sus esqueletos son prueba de violentas batallas y duelos. Varones y guerreras portaban pesados cinturones forrados de bronce o hierro, y brazaletes. Varones y mujeres compartían en sus ajuares pendientes y otras joyas, fantásticos peines, y espejos. Entre estos pueblos nómadas, varones y mujeres vivían y morían 'en igualdad'.

La lista de guerreras sería larga: Zarinea, Atosa, Rodogune, Ada, Tirgatao, Camasaria, Dínamis... De entre todas ellas quiero evocar ahora a Hipsicratea, jinete nómada que fue primero palafrenera y luego ayudante personal y amante de Mitrídates del Ponto, enemigo perenne y feroz de Roma. Ella tenía treinta o cuarenta años menos que él. Cabalgaban y cazaban juntos, y compartían resistencia, audacia e inteligencia. Proclamada como 'reina' y 'esposa' en las inscripciones, se vestía y luchaba como un hombre, y jamás abandonó a Mitrídates, que la llamaba 'Hipsícrates', en masculino. Lucharon juntos hasta su derrota final ante Pompeyo, de la que escaparon atravesando cumbres increíbles, y, luego, ambos desaparecieron... La fama de Hipsicratea pasó a las historias de caballería de la Edad Media, y llega hasta Bocaccio, y sigue... hasta nuestros días. Las mujeres guerreras siguen luchando, en las estepas o en las ciudades, solas o acompañadas, enteras o mutiladas... como las amazonas.

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