Y ahora... la enfermedad hemorrágica epizoótica
Tras la Covid-19, la viruela del mono y la viruela ovina, en un periodo de tiempo más bien corto, una nueva enfermedad se presenta ... por vez primera en España. No vamos a tener más remedio que creernos eso de las enfermedades emergentes y, sobre todo, la imperiosa necesidad de trabajar todos en una misma dirección –una sola Salud– a la hora de luchar frente a estas. Por si no lo recuerdan, el término 'enfermedades emergentes' se refiere a todas aquellas infecciones que se encuentran en clara expansión geográfica y se presentan más o menos rápido, en zonas o lugares del mundo donde no se habían detectado nunca.
Pues bien, la última en incorporarse a tan 'selecto' grupo, ya presente en nuestro país y también en la Región de Murcia, es la enfermedad hemorrágica epizoótica. De nombre extraño, casi atemorizante –pues algo que se llame hemorrágico no puede ser bueno–, no se había presentado nunca en Europa, si bien les adelanto, para su tranquilidad, que afortunadamente esta infección no afecta a los seres humanos, tan sólo a los rumiantes, sobre todo ciervos y ganado bovino.
Pues bien, como si se tratara de una carrera de velocidad, en pocos meses esta infección vírica, causada por un orbivirus que se transmite por la picadura de mosquitos del tipo culicoides –extensamente distribuidos por medio mundo, incluida la península ibérica–, ha recorrido ya casi todo nuestro territorio. En el momento de escribir este artículo, tan sólo quedaban libres Galicia y parte de Cataluña, si bien parece cuestión de tiempo, tal vez unas pocas semanas, que la situación epidemiológica de estas zonas también cambie. Sin haberla sufrido nunca, sin vacunas disponibles, y sin siquiera esperarla, lo que comenzó como una anécdota en algunas explotaciones de vacuno y cotos de caza en la parte occidental de Andalucía, está generando mucha preocupación en un sector que no está para muchas bromas, y que ve con preocupación cómo se está viendo afectado un porcentaje muy elevado de sus animales.
¿Por qué ha llegado? ¿Cómo no la vimos venir? Lo cierto es que el riesgo estaba ahí, pues lleva rondando el norte del continente africano casi dos décadas, como tantas otras. En las infecciones transmitidas por vectores –mosquitos, garrapatas, etc.–, todos los aspectos relacionados con su biología, como el incremento de las temperaturas –que ocasiona que los mosquitos ya no deban soportar rudos inviernos que pongan en jaque su supervivencia–, las tormentas y vientos, que pueden trasladarlos a kilómetros de distancia, o la presencia de fauna doméstica y silvestre que permita su transmisión activa, son sinónimo de éxito a la hora de transmitirse y colonizar nuevos territorios. Si a ello le unimos comercio, globalización o movimientos, encontramos el cóctel perfecto. En los últimos años, infecciones como la enfermedad del Nilo, la lengua azul o la fiebre de Crimea-Congo, ya presentes y más o menos asentadas en España, dan fe de ello.
Reitero que, afortunadamente, la enfermedad hemorrágica no afecta al ser humano. Pero llegarán otras que sí lo hacen. No es tiempo de pánico ni de histerias. Solo de analizar lo acontecido en estos últimos años desde todos los puntos de vista, aunar esfuerzos y recursos, preparar y coordinar en conjunto todas las armas de las que disponemos y poner en práctica estrategias de vigilancia y control que nos hagan estar lo mejor preparados posible para todos esos 'visitantes' que, poco a poco, irán apareciendo en nuestras vidas para quedarse, como ha sido el caso del virus de la covid-19.
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