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Los tebeos

La cosa empeoró cuando comenzaron a llamarse cómics. No tengo nada contra esa denominación, ni mucho menos, pero los cómics eran más serios

Domingo, 9 de noviembre 2025, 07:32

Una de las satisfacciones más grandes que he tenido en las últimas semanas es saber que no pocas personas de mi edad, relacionadas con la ... literatura, fueron grandes lectores de tebeos. Eduardo Mendoza reconoce su dependencia de ellos cuando, de joven, era su lectura favorita. Javier Pérez Andújar cuenta y no para de cómo las aventuras de los personajes del T.B.O. alentaron su deseo de dedicarse a escribir. Carmencita Franco, según Paco Cerdá, esperaba ansiosa la aparición de los libros de Celia para beberse sus aventuras, sin reparar en que, detrás del seudónimo de su autora, Elena Fortún, se escondía una exiliada de la guerra civil. Yo, que siempre me he confesado heredero de los tebeos, copiaba desde bien pequeño en los márgenes de los libros al Guerrero del Antifaz de Manuel Gago, a Roberto Alcázar y Pedrín de Vañó, y al Capitán Trueno de Ambrós. Sin embargo, cuando poco después empezaron a entrar los grandes viñetistas americanos, con los célebres Alex Raymond y Hal Foster a la cabeza, pasaron a ser mis modelos preferidos. De ahí a leer novelas hubo un paso, sobre todo, las de aventuras de Defoe, Stevenson o Julio Verne.

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