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La isla

Manías

No obedecen a una razón concreta ni tienen lógica, pero son importantes para quien las posee

Jueves, 16 de marzo 2023, 01:26

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Contaba García Márquez, creo que en 'El olor de la guayaba', que siempre que se ponía a escribir lo hacía con una rosa amarilla sobre ... el escritorio, en lo que era solo una de sus muchas manías de escritor, que a él le gustaba airear como una forma perfectamente estudiada de alimentar su mística. «Mientras haya flores amarillas nada malo puede ocurrirme», decía. Sí, parece absurdo, y Gabo no necesitaba esa flor para escribir bien, pero las manías son así, no obedecen a una razón concreta ni tienen lógica, pero son importantes para quien las posee, por estúpidas que parezcan. La mía es la Fórmula 1, sí, tan tediosa como quieran, pero a mí me gusta, qué quieren que les diga. Y hasta sigo un ritual cada domingo de carrera: bajo las persianas para entenebrecer la habitación y dejarla poco menos que en penumbra, arrumbo el móvil (quizá sea el único momento del día en que lo hago) y me toca las narices si algún ruido se filtra de rondón en mi casa, ya sean los del vecino, los de los cláxones de la calle o los del corneteo del viento, si lo hay, agitando la ventana. Qué quieren que les diga, es el momento más almibarado del día y procuro revestirlo de un prestigio diferente.

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