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Veo 'Un completo desconocido', la película sobre los inicios de Bob Dylan, genio e insolencia a partes iguales. Joaquín Sabina, que siempre habló de él ... homenajeadoramente, sabía de su arrogancia, y cuenta que una vez lo vio en Madrid mientras se cortaba el pelo y salió corriendo a saludarlo, pero estando a un metro no fue capaz de dirigirle la palabra: no vio al hombre, sino al gigante. Y así veíamos antes su país, Estados Unidos: un coloso que acomplejaba a todo quisque. Pero veo la peli y no puedo evitar un pensamiento: en contra de lo que algunos piensan, a EE UU no lo han hecho grande sus armas, sino su cultura. La púrpura de su cine, sus libros, sus parques, su inventiva, su ciencia, su tecnología, su riqueza enorme y su tasa de paro pigmeica, su ímpetu y su vitalidad. Está claro: EE UU siempre fue un espejo donde mirarse.

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