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Acabo de cumplir cincuenta años y como uno siempre es más viejo de lo que se cree, he puesto en marcha una medida excelente para ... no parecer un antañón de campeonato: poner la oreja tiesa para ver qué escuchan y ven los jóvenes. Así puedo sentirme un poco menos viejo y que no me ocurra lo que al personaje de García Márquez, que parece que todo pasó hace veinte años. Antes no hacía falta, tenía al lado a mis compañeros de Internet, el Lezama de la Redacción, porque son los más jóvenes, pero hubo un cambio y ahora me quedan más desavecindados. En Internet es donde más milenials hay, aunque no me acostumbro a llamarlos así, porque en mi época no había esas distinciones y me resulta un mecanicismo innecesario. Lo cierto es que cogí el gusto a escucharlos para ser un poco menos carca. Había dos razones: a) desapolillarme y acariñar un poco de los gustos de los que vienen por detrás; b) una cura de humildad, no decir lo que decían nuestros padres de nosotros, y nuestros abuelos de nuestros padres: lo pasado siempre fue mejor.

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