Lo más bello y lo más feo
La semana pasada hice algo que nunca había hecho, pero estaba harto de hacer, valga la contradicción: ver de nuevo 'La gran belleza', pero verla ... en el cine por vez primera. La película se estrenó en 2013, cuando usted y yo éramos doce años más jovenes, lo cual es una paparrucha, pero otras cosas no lo son tanto. El mundo, por aquel entonces, empezaba a recuperarse del marasmo de la crisis, apenas había 'influencers' (lo digo sin tonillo), dábamos la democracia por sentada y pensábamos que una nueva guerra mundial era solo una posibilidad remota sin asidero en la realidad.
Pero no sé en qué momento las cosas comenzaron a torcerse y el mundo soltó las manos del volante. Hoy el planeta parece un campo de minas, los 'influencers' se amazacotan en las redes, donde tan bien se mueve lo que Marta Sanz llama la 'generación smile', la entereza de la democracia empieza a estar muy taladrada por tipos infames como Trump, que está en su segundo mandato –entonces no estaba ni el primero–, y los partidos de extrema derecha, antes pigmeicos, han cobrado un protagonismo inquietante con su programa simple de un único renglón: el odio al inmigrante. No, está claro que la vida hoy no es una broma ni el mundo una postal.
Por desgracia, no todo es un truco ni todos podemos ser ricos, «ese gran oficio», como dice Gambardella en 'La gran belleza', así que no te puedes perder en el Caribe ni ponerte a champanear en las redes, como tantos otros.
Hay quien dice, como Maruja Torres, que Sorrentino es un falso Fellini. Qué quieren que les diga, no sé si es un falso Fellini o no, pero a mí me gusta y me entretiene, que es lo primero que se le pide a cualquier arte, y además tiene siempre un fondo de profundidad, que es lo segundo que se le pide a cualquier arte. Si imita o se ha inspirado en el creador de 'La dolce vita', me da igual, pero prefiero la peor de Sorrentino a la mejor de muchos otros. Así que sí, mientras el mundo sigue despelucado, como un árbol que se va quedando sin hojas, que decía Anthony Hopkins en 'El padre', yo seguiré cumpliendo el rito de ver 'La gran belleza' una vez al menos cada dos años. Y lo haré por un razón sencilla: retrata lo más bello del ser humano en un mundo más antiguo, mientras el mundo a su alrededor se vuelve cada vez más feo.
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