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La isla

Accidente, alegría, pena

Jueves, 15 de febrero 2024, 00:14

Unos días en Granada. Tardo cinco horas en llegar al hotel por el aluvión de tractores que amurallan la autovía. Me obligan a desviarme en ... Baza y a aparcar nada más entrar en Granada, sin poder acceder al centro. Entiendo su enfado. Les pagan una birria y salen al mercado luchando con productos de fuera que tienen menos trabas y son más baratos. No pueden competir. Así que sí, entiendo su enfado, pero no veas el mío. Y es que resulta difícil mostrarse comprensivo cuando llegas al hotel muchas horas después de lo esperado y te desmantelan unas vacaciones. Como es normal, llego al hotel deseando no volver a ver un cacharro verde de tamaño paquidérmico llamado tractor en toda mi vida. Granada me recibe con veinte grados a las seis de la tarde, así que la primera impresión, mientras se disipa la hiel del viaje, es que han pasado seis horas y parece que no he salido de Murcia: el tiempo es el mismo. Solo hay que mirar al fondo: las montañas que almenan el horizonte, siempre enharinadas de nieve en febrero, están peladas.

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