Lógica periodística y redes

Pongamos un ejemplo. Si el presidente del Gobierno dice: «Mañana se acabará el paro en España», los periodistas llevarán esa afirmación a sus medios como una verdad absoluta, y ciertamente lo es, porque el periodista no dice que mañana no habrá paro, sino que el presidente ha dicho que mañana no habrá paro, y eso es verdad si realmente el presidente ha hecho esa afirmación. Otra cosa será que al día siguiente, como es previsible, el paro en España sigue existiendo. Entonces los medios reprocharán al político su mentira a través de un editorial, un artículo de opinión o de cualquier otra manera, pero entonces ya estaremos en el ámbito de la ética.

Hasta aquí la lógica periodística, aunque el asunto, claro, es más complejo. Sin embargo, esa lógica del quehacer informativo se ha desvanecido con la llegada de las redes. Claro que casi nada de lo que ocurre en las redes es periodismo y sí abundancia de mentiras, bulos y rumores, y en el mejor de los casos se trata de opinión, y no siempre opinión bien informada. Pero no podemos ignorar el poder de las redes ni el hecho de que mucha gente se 'informa' exclusivamente a través de ellas.

El caso es que en las redes no se acude a las fuentes, o bien son fuentes falsas, inventadas. Y nadie les exige mostrar esas fuentes fiables, como ocurre en el buen periodismo. En las redes todo viene y se multiplica 'de oídas', pero es que en este ámbito se ha borrado la necesidad de un procedimiento mínimo como el que utiliza la información seria, aunque también en la prensa haya mentirosos, como en cualquier grupo humano, pero incluso en esos casos hay asociaciones profesionales que afean su proceder al periodista que emplea malas prácticas. En fin, son malos tiempos para la verdad, y no me refiero a este periódico.