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20 años de prólogo

Estas dos décadas llenas de días y momentos, de triunfos y algún fracaso, nos han hecho entender quiénes somos y dónde estamos

Sábado, 11 de enero 2020, 02:04

T20 cumple 20 años y no consigo entender cómo ha pasado. Podría hacer un discurso grandilocuente y heroico que diga que somos la reserva cultural de occidente, pero estaría mintiendo porque T20 es lo más lejano a la solemnidad y la retórica hueca que tanto gusta a los cursis. Podría relatar nuestro currículum y aprovechar groseramente el espacio que LA VERDAD me da para promocionarnos, pero nunca hemos sido tan pobres como para tener que hacer eso. Y hemos sido muy pobres.

La estadística dice que las empresas duran en Murcia una media de 9 años, de manera que somos ya una venerable estructura capitalista incomprendida, porque muy pocos entienden las galerías de arte. Tal vez sea porque muchos de mis colegas no sean todo lo hospitalarios que debieran, quizá la falta de cultura de mercado del arte en España o esa asepsia silenciosa de nuestros pulquérrimos cubos blancos... Creo que esto tiene que ver con una máxima de Peterd Drunker, el gran filósofo de la administración en el pasado siglo: la cultura desayuna estrategia. Tan sencillo, tan lapidario. Nuestra cultura empresarial es, en ese sentido, única, es la cultura T20, que ya es mucho más que una empresa para nosotros, de hecho es hasta nuestro apellido. Esta casa ha ido cambiando, es casi una roultotte que recorre el mundo sin que una de sus ruedas salga de esta Región tan mal entendida en la que la sofisticación, lo progresivo y subterráneo es el gran secreto a estudiar. Todo llegará.

No, no entra mucha gente a las galerías y es una pena, porque somos espacios privados que ofrecen cultura de forma gratuita. A los galeristas nos encanta recibir gente, compre o no compre arte. En una galería siempre hay un componente de amor y compromiso con lo que hacemos. En nuestros 'mailings' siempre hay decenas de personas que ni compran ni comprarán arte jamás pero nos encanta recibirlos en las inauguraciones. Son amigos que van creciendo con nosotros, pero no solo nos gustan los que aman el arte, nos gusta recibir incluso a los insoportables, empezando por los que se plantan delante de una obra y dicen «eso lo pinta mi hija de cinco años», y nosotros le respondemos sistemáticamente: ¿pero es que tu hija es tonta? El anecdotario de una galería de arte es muy extenso y, sobre todo, muy intenso, porque un galerista no es solo un tipo que vende cuadros. Los galeristas somos asesores artísticos, comisarios residentes, agentes de viajes, carpinteros, montadores, agentes bursátiles, psicólogos, albaceas... hasta confesores con demasiada frecuencia. Mi hija Martina nos llama 'Mister Trabajitos'. Nuestro trabajo no es un trabajo cualquiera, es una inmersión en un mundo de tensiones intelectuales y emocionales, porque trabajar con artistas es un escenario complejo en el que los vínculos que se crean son muy estrechos. La prueba es que cuando una galería y un artista rompen es lo más parecido a la ruptura de una pareja, si bien podemos parecer novios, pero tendemos más a ser padres. O madrastras, hay de todo.

No todos los galeristas son buenos, me he topado con un par de delincuentes, pero la proporción de buenos es infinitamente superior. Tampoco todos los artistas son buenos, pero en eso Carolina y yo hemos tenido una suerte enorme y, a día de hoy, seguimos siendo amigos de todos menos uno. Y nos sentimos orgullosos de no tener trato con ese.

Estas dos décadas llenas de días y momentos, de triunfos y algún fracaso, nos han hecho entender quiénes somos y dónde estamos. Los galeristas somos los que no pasamos a la historia del arte. Pasa el artista, el crítico, el coleccionista, pero son muy pocas las galerías que llegan a incidir de forma real en el arte de su tiempo y su lugar. Me apena cuando una galería cierra porque desaparece un mundo privado y exquisito. Desaparece el vínculo con los artistas, se dispersa su fondo (si lo tiene) y se pierde para siempre su archivo. El problema es que la desaparición de una galería es como ese árbol que cae sin que haya testigos, que no está claro si produce algún sonido. Hay una historia por escribir de las galerías que construyeron el arte contemporáneo en España y ya urge sacar de ese silencio a tantas personas que hicieron tanto por el arte, pero hoy no es el día para hablar de eso. Este es un día de emociones cruzadas. Nuestra felicidad es enorme y por eso he querido compartirla con todos los que amablemente me leéis.

Esta mañana Carolina, Sonia Navarro, FOD, Miguel Fructuoso y vuestro seguro servidor celebran media vida de camino recorrido con los ojos muy abiertos. Hoy muchos viejos y nuevos amigos nos reunimos en Santa Eulalia para celebrar tantas cosas que no hay forma de abarcarlas, pero sobre todo para celebrar que estamos vivos, que hemos hecho ese camino juntos y que tenemos que preparar los próximos 20 años porque son los buenos. Esto solo ha sido el prólogo.

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