Todo abierto
Así me parece ·
Ningún partido va a realizar un ejercicio sincero de autocrítica, para determinar en qué falló, y quién es el responsable de esos fallosTal y como apunté en varios artículos publicados en semanas anteriores, al final ha habido 'sorpresa mayúscula'. El PP ha ganado las elecciones generales, pero ... será muy difícil que Núñez Feijóo resulte investido presidente del Gobierno. Los resultados no han estado a la altura de las expectativas creadas. Ni el PP se ha aproximado a la mayoría absoluta, ni tampoco la alcanza sumándole los 33 escaños de Vox.
Sería muy interesante preguntarse ahora por qué ha ocurrido esto. ¿Por qué el PP se ha quedado solo en 136 escaños cuando todos le augurábamos un resultado mucho más holgado? ¿Y por qué ha perdido Vox 19 escaños, alejando la posibilidad de que el PP acceda al Gobierno con el exclusivo apoyo del partido de Abascal? Desde luego, en algún momento habrá que abordar estas cuestiones, aunque solo sea para no incurrir en el futuro en los mismos errores. Sin embargo, ahora no es el momento de llorar por lo que no tiene remedio. Porque ahora todo está abierto, y lo que importa es intentar averiguar qué va a ocurrir en un futuro inmediato: ¿habrá investidura y nuevo Gobierno? ¿Bloqueo? ¿Nuevas elecciones generales en diciembre?
Todo sería mucho más sencillo si el PSOE estuviera dispuesto a abstenerse en una investidura de Núñez Feijóo. O bien que el PP estuviera dispuesto a abstenerse en una investidura de Pedro Sánchez. Pero, abandonemos toda esperanza: ni una cosa ni otra va a suceder. El PSOE no puede facilitar la investidura de Feijóo, para que este proceda a 'derogar' el 'sanchismo'. Y el PP no puede favorecer la investidura de Sánchez, porque eso sería contradecir todo su actual planteamiento político.
Tal y como están las cosas, Núñez Feijóo lo tiene muy difícil. Le faltan seis escaños para ganar la investidura. Siempre quedaría el remedio del 'tamayazo'. En este caso, se trataría de comprar la voluntad de seis diputados del PSOE, o de otra formación política. Se ha hecho otras veces. Pero el escándalo político, en España y fuera de España, sería de tal magnitud que se corre el riesgo de que el prestigio del comprador de voluntades quedase herido de muerte para varias décadas. Y lo mismo ocurriría si fuera Pedro Sánchez el que intentara el 'tamayazo'.
Sin 'tamayazo', Feijóo no será investido presidente del Gobierno. Y, sin 'tamayazo', a Pedro Sánchez no le va a quedar más remedio que negociar el apoyo o la abstención de los separatistas catalanes. Pero, ¿a qué precio? Hay ciertas líneas rojas que no dependen de Pedro Sánchez, sino que derivan directamente de la Constitución Española. Los indultos generales los prohíbe el artículo 62 de la Constitución. La amnistía no es ni imaginable. Y el referéndum de autodeterminación vinculante rompería el pacto constitucional que en 1978 nos dimos todos los españoles, y que se basa, entre otros principios, en la unidad de España. Así que, si los de Puigdemont siguen empecinados en sus disparatadas exigencias, Pedro Sánchez tampoco podrá ser investido presidente. Se produciría entonces el tan temido bloqueo, que solo podrá superarse mediante nuevas elecciones.
A nadie le interesan unas nuevas elecciones generales. No, desde luego, a la sociedad española, que podría mostrar su hartazón de tanto proceso electoral en tan poco tiempo. Y tampoco a los partidos políticos, que aprendieron la lección de 2019, en el que las segundas elecciones en el mismo año no beneficiaron a nadie, salvo a Vox, que incrementó su número de escaños.
Es posible que, para evitar el bloqueo, Pedro Sánchez pueda conseguir que los de Puigdemont se abstengan en la investidura. Pero los de Puigdemont son tremendos, y les importa un bledo lo que opine el pueblo español sobre la repetición de elecciones.
Por lo demás, mientras no tengamos nuevo presidente del Gobierno, todo queda pendiente, todo queda abierto, a la espera de momentos más tranquilos. Nadie, por ahora, va a discutir el liderazgo de nadie. Y ningún partido va a realizar un ejercicio sincero de autocrítica, para determinar en qué falló, y quién es el responsable de esos fallos.
Hay, sin embargo, cuestiones pendientes que no pueden esperar, porque el calendario apremia. Una de ellas es la investidura del presidente de la Comunidad Autónoma, y la formación de un Gobierno regional. Fernando López Miras no lo tiene fácil. Es respetable que no quiera coalición de gobierno. Pero hay dos realidades que son ineludibles: la primera, que no tiene mayoría absoluta en la Asamblea Regional. Depende del voto favorable o de la abstención de Vox. Y, la segunda, que al partido de Abascal le respaldan en Murcia muchos miles de votos, que no se pueden ignorar. Actualmente, forzar la situación para llegar a la repetición de las elecciones regionales en Murcia puede ser un grave error político. Nadie garantiza que el PP obtendría mayoría absoluta. Así pues, el PP de la Región de Murcia debería espabilar. Y asumir que Murcia no es diferente a Castilla y León, ni a Valencia, ni a Baleares, ni a Extremadura.
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