Marisol Gorem: «¿Cuándo la expresión deja de ser parte de la naturaleza?»
«En la actualidad es muy necesario concienciar y sensibilizar acerca de nuestra situación ecológica», afirma la artista, graduada en Bellas Artes y ecologista
G. S. FORTE
MURCIA
Martes, 20 de abril 2021, 21:12
María Soledad González-Reforma Martínez (Hellín, 1998) ha plasmado su particular concepción de arte mezclado con ecología en obras como 'Dos tercios de vida', ... en la que también ha añadido un toque textil por su origen familiar ligado a esta industria. Se trata de un singular toque de atención medioambiental con el que ha colaborado en el proyecto 'Corredores agrícolas para la adaptación al cambio climático de poblaciones de polinizadores', apoyado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. En esta creación Marisol Gorem, como es conocida artísticamente, da forma real a la reflexión del científico Michael Braungart: «Debemos ser menos humanos y más árboles, porque al vivir limpian la tierra». Gorem ha elegido a un bebé llorando como forma humana para sus particulares árboles.
–¿Cuánto de arte tiene la naturaleza?
–Es difícil de responder. Son dos palabras que aún son difíciles de definir. Pero, ¿acaso hay límites entre ellas? El concepto de naturaleza engloba todo, incluyéndonos a nosotros mismos, pero excluyendo nuestras acciones. Sin embargo, si somos parte de ella y nuestra naturaleza es expresarnos, ¿en qué momento la expresión deja de ser parte de la naturaleza?
«Puede que la pandemia haya condicionado más la sensibilización ecológica»
–¿Por qué cree que en ocasiones el medio ambiente necesita una intervención artística como la que usted ha desarrollado en 'Dos tercios de vida'?
–Creo que nos encontramos en un momento en el que es muy necesario concienciar y sensibilizar acerca de nuestra situación ecológica, un momento en el que el destinatario final de nuestras obras sea la propia naturaleza, entendiéndonos a nosotros también como parte de ella. El artista Joseph Beuys ya trataba este concepto desde la idea de que la degradación de la naturaleza estaba muy ligada a la degradación del alma humana y el artista podría ser el que les mostrara conexiones que nos llevaran a la salvación, o al menos a su cuidado. Además, a día de hoy este tipo de obras también sirven como una herramienta de acercamiento del conocimiento científico al público más general. Por eso para mí es tan importante trabajar desde proyectos colaborativos que amplíen esta red de relaciones.
–¿En qué consiste su proyecto artístico 'Dos Tercios de Vida'?
–Mediante la imitación de los ciclos de vida naturales esta obra trata de prolongar y dar los dos tercios de vida que el material necesita para cerrar su ciclo. De esta manera, la pieza finalmente se descompone y sirve de alimento para la planta que contiene en su interior. Pese a que nosotros funcionamos como la naturaleza no lo aplicamos a nuestros sistemas de producción. Nuestros productos están pensados para desecharse sin tener en cuenta su degradación, y al no cerrar su ciclo se acumulan pasando de unas generaciones a otras no como el comienzo de algo nuevo, sino casi como una enfermedad. Por eso el proyecto plantea cerrar tanto un ciclo industrial como intergeneracional, dado que tengo una vinculación familiar con el material principal de las piezas: la tela. El bebé [que sirve de recipiente en la obra], por tanto, es una metáfora de las generaciones presentes y futuras que asumirán las consecuencias de lo que han construido generaciones anteriores, y que tendrán que luchar por implantar sistemas que mejoren y limpien lo que ya tenemos. La obra, además, deriva en un proyecto de replantación. Las piezas estaban pensadas para ser adoptadas por personas que se comprometieran a replantarlas en zonas de la huerta que lo necesitaran. De hecho, la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) también quiso formar parte como una iniciativa artística a favor de los polinizadores, ya que todas las plantas seleccionadas favorecían su proliferación.
–¿Cómo surge su interés por mezclar arte y ecología?
–Todo surge gracias a Antonio José García Cano, artista, investigador y antiguo profesor de la Universidad de Murcia especializado en arte y ecología, que nos propuso realizar un proyecto sobre un lugar de nuestro entorno que nos preocupase. En nuestro caso, un grupo de compañeras (ahora conocido como Triple M Artists), pertenecientes a comunidades autónomas localizadas a lo largo de la cuenca hidrográfica del río Segura, comenzamos a desarrollar un proyecto llamado Expediente-S. Consistía en realizar el recorrido del agua desde su nacimiento hasta su desembocadura, haciendo 'performances' [actuaciones] y recogida de basuras. Así, observamos de primera mano cómo la contaminación se agravaba conforme avanzábamos en el trayecto del agua, aunque nunca imaginamos lo que encontraríamos en su desembocadura. Entonces se hace evidente la necesidad de este tipo de prácticas. Antonio supo, como Joseph Beuys, cuál era la mejor forma de involucrarnos y hacernos tomar conciencia real sobre ello.
La idea de la degradación de la naturaleza está muy ligada a la del alma humana»
–¿Ha realizado más proyectos de este tipo?
–Estoy desarrollando dos proyectos. Estoy realizando una obra que continúa la línea de 'Dos tercios de vida', aunque esta vez centrándome en su origen. Con él pretendo poner en valor el trabajo que han desempeñado tantas mujeres a lo largo de la historia en el sector textil, tanto las que trabajaban en el hogar como en las fábricas, manteniendo la idea de dar nuevas vidas a los desechos textiles. Por otro lado, participo en el proyecto colectivo 'La sobremesa del Segura', que se ha presentado a [la iniciativa artística del Ayuntamiento de Murcia] Reactivos Culturales. En él se habla, entre otras cosas, sobre la repercusión de la agricultura intensiva, el consumo y el mantenimiento de la cuenca hidrográfica.
–Usted ha realizado un mural sobre la Covid que se expone en el hospital de Hellín, donde su padre y su abuelo pasaron la enfermedad; ¿cree que la pandemia va a cambiar nuestra visión del cuidado del planeta?
–Me gustaría pensar que, de todo lo terrible de esta situación, el tiempo de introspección que nos ha brindado ha servido a nivel general para devolver la mirada a cosas que teníamos olvidadas o que pasaban desapercibidas en el frenesí de nuestra vida diaria. Y puede, incluso, que eso haya podido condicionar a una mayor sensibilización ecológica. Pero sin un mayor respaldo institucional o político esto no tendrá mayor repercusión que la que nosotros como usuarios podamos aportar.
–¿Qué rincón natural de la Región de Murcia le inspira más?
–Es difícil elegir solo uno, pero me voy a decantar por el que me ha hecho llegar hasta aquí, que fue el río Segura. El río es un ecosistema vivo, que une mi hogar con esta región. Siempre ha sido un lugar especial para mí, pero veo que es algo que comparto con muchos murcianos y que además extienden al amor por su huerta, cosa que lo hace aún más especial.
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