Verónica Segado: «Las empresas recurren ahora más al 'lavado verde' por las exigencias del consumidor»

–¿En qué consiste su iniciativa Camaleón Verde?

–El propósito es que sea un centro de encuentro, por lo que está a disposición para el desarrollo de actividades alineadas con los principios que pretendo transmitir: el cuidado a las personas, la protección del medio ambiente, el fomento de estilos de vida sostenibles, la resiliencia ante el cambio climático y la divulgación de conocimiento. Ahí, dentro de esos valores, caben muchas cosas, desde yoga hasta talleres para el control del estrés, pasando por la construcción de sistemas o infraestructuras de bioconstrucción, como un retrete seco, por ejemplo.

–¿Cree que la sociedad acoge ahora con mejores ojos este tipo de actuaciones?

–Estoy totalmente convencida. Hay un desánimo y una preocupación general en torno a lo que nos depara el futuro con el cambio climático. Hay personas bastante autónomas que son capaces de identificar las pequeñas acciones que pueden llevar a cabo. Sin embargo, creo que hay una gran parte de la ciudadanía que aún está algo perdida y necesita orientación e información. Creo que el interés en esta línea va a ir a más por distintos motivos, entre ellos la subida del precio de recursos esenciales como el agua, la electricidad y los alimentos. La soberanía energética y alimentaria es clave para tener calidad de vida en el futuro.

–El uso abundante del apelativo ecológico en el ámbito comercial, ¿es una señal de que la naturaleza nos preocupa más o solo es un reclamo de marketing?

–Diría que ambas cosas. Está claro que hay mucho 'greenwashing' [o lavado verde], debido a que las empresas se están dando cuenta de que el consumidor es cada vez más exigente y están intentando venderse como saludables a toda costa. Es muy importante que sepamos identificar la verdadera motivación de las empresas para saber qué es marketing y qué es real. Por otro lado, lo veo como un signo positivo: si han tenido que dar ese paso es porque realmente nos estamos moviendo en esa dirección y es lo que la sociedad demanda.

–¿Somos cada vez más conscientes de las necesidades de cuidado de nuestro entorno?

–Creo que aquí hay todavía mucho camino por recorrer. La consciencia sobre qué es más saludable para el ser humano sí que va aumentando. Sin embargo, el medio ambiente sigue sin ser prioridad o al menos desde una visión holística. Me explico, hay pequeñas cosas que la gente va conociendo, como que los plásticos contaminan muchísimo, por ejemplo, pero creo que aún necesitamos una comprensión más global de la naturaleza, de cómo actúa y del impacto de cada una de nuestras acciones en los ciclos naturales y finalmente en nosotros. La clave es que el deterioro del medio al final acaba repercutiendo en nosotros mismos, esto creo que aún no ha calado en ciertas partes de la sociedad.

–En parte de la sociedad también se pone en duda el cambio climático: ¿estamos en peligro de retroceder en nuestra sensibilidad por el medio ambiente?

–Mi visión sobre nuestro futuro como civilización es que realmente hay que frenar el ritmo de vida, el decrecimiento es necesario. Esa palabra asusta mucho a la gente de los negocios, pero hay que elegir entre vivir más despacio y volver a cosas que se hacían hace dos o tres generaciones, o simplemente no habrá opción de existir. No estoy diciendo nada nuevo, el ritmo extractivista de materias primas y la destrucción del hábitat en los que estamos inmersos nos pueden llevar a la desaparición como especie.

–Episodios como los del Mar Menor, ¿conciencian de la importancia de cuidar estos espacios o hay peligro de que, viendo que apenas se avanza, mucha gente acabe pensando que esta lucha no sirve para nada?

–Esto conecta con una de las respuestas anteriores. Hay una parte de la sociedad, entre ella algunos políticos, que no conoce la interrelación entre nuestras acciones y las consecuencias en la naturaleza, y este es un ejemplo perfecto de esa realidad. Creo que muchos políticos no son capaces de entender la magnitud de lo que está sucediendo con el Mar Menor, simplemente porque están desconectados de lo que les permite estar vivos. Supongo que piensan que los alimentos que comen se producen en fábricas. El problema es que, pese a los movimientos sociales, los políticos siguen sin actuar adecuadamente, siguen sin escuchar a los expertos en la materia y proponen sus soluciones desde la ignorancia, con el riesgo de dañar la fauna y la flora con sus actuaciones. Necesitamos una revolución política y ciudadana, donde haya tolerancia cero a las agresiones ambientales y donde ya no haya más impunidad. Es un cambio cultural importante que no ocurre de un día para otro, pero yo tengo esperanza de que acabe llegando. Los partidos mayoritarios tienen los días contados si no toman conciencia de la emergencia medioambiental.

–¿Qué espacio natural de la Región es su preferido?

–El Parque Regional de Calblanque.