El Oceanogràfic prueba nuevos sensores para poder conocer en profundidad la vida marina
Los dispositivos, diseñados por el español Carlos Duarte, son «milimétricos, indoloros para el animal, baratos, biodegradables y pueden tomar datos, analizarlos y transmitirlos»
El oceanógrafo español Carlos Duarte, al frente del equipo internacional del proyecto CAASE, acaba de presentar los nuevos sensores desarrollados para avanzar en el conocimiento del medio marino. Lo hicieron en unas jornadas científicas celebradas en el Oceanogràfic de Valencia, que también coincidieron con el ciclo de conferencias divulgativas 'Océano 2.0: Exploraciones guiadas por animales marinos'.
Estos nuevos 'sensores-tirita', desarrollados para que se acoplen a los animales marinos, son pioneros por sus características: «milimétricos, 'wearables', indoloros para el portador, biodegradables, baratos y capaces de tomar datos, analizarlos y transmitir los resultados en tiempo real», explica Duarte, investigador principal y director del Centro de Investigación del Mar Rojo de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología (Kaust), y se están probando, por primera vez, en los animales marinos del Oceanogràfic.
Según Duarte, «el objetivo es acelerar nuestra capacidad de observar y detectar los cambios en el océano y comprender cómo las actividades humanas impactan sobre las especies oceánicas». Los nuevos dispositivos permitirán conocer en profundidad la vida marina porque, pese a que los cinco océanos de la Tierra representan el 70,9% de la superficie terrestre y son el hogar de nueve de cada diez seres vivos del planeta, además de concentrar una decena de veces más minerales que tierra firme, producir más de la mitad del oxígeno que respiramos y jugar un papel decisivo en la moderación del impacto del clima y los impactos de la actividad humana sobre éste, solo se conoce un 5% del fondo marino. «Hasta ahora, la exploración de los mares se hacía mediante grandes buques que hacían un muestreo al azar en una cuadrícula imaginaria, pero ahora hemos desarrollado una nueva generación de sensores revolucionarios que, acoplados a animales marinos, permitirán una exploración exhaustiva de los océanos y de la salud y movimiento de los animales como nunca antes se ha hecho: utilizando a sus propios habitantes como guías para que nos ayuden a comprender el océano tal como ellos lo perciben y utilizan».
«La variedad de especies, la posibilidad de hacerlo en condiciones controladas y acompañados del equipo de veterinarios e investigadores que conocen bien el comportamiento de cada animal, hace del Oceanogràfic el sitio idóneo» para testarlos, dice Francisco Torner, director de Control de Gestión del acuario. Él, además, es uno de los organizadores, junto con el equipo de Duarte, del taller técnico que reunió la pasada semana a 22 científicos marinos y tecnólogos internacionales de los cuatro continentes que participan en el proyecto CAASE, con el objetivo de ensayar estos dispositivos en modelos reales. De esta manera, «el Oceanogràfic pretende ir más allá de su tradicional vocación de generación y difusión del conocimiento científico para consolidarse como 'hub' para la puesta en marcha de experiencias y metodologías que se podrán trasladar a aguas abiertas», señala Torner.
Duarte dirige este proyecto internacional, que se encuadra dentro de la Iniciativa de Sensores que ha puesto en marcha la Kaust de Arabia Saudí. Desde su comienzo, en 2016, el objetivo de CAASE es diseñar dispositivos que obtengan gran cantidad de datos de monitorización fisiológica, etológica, ambiental y ecológica con la que se pretende alimentar el 'big data' necesario para explorar los océanos y su biodiversidad.
El oceanógrafo español ha contado en este proyecto con investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT), el Australian Institute of Marine Sciences (AIMS), el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (U. de las Islas Baleares-CSIC) y las universidades de Swansea y California en Los Ángeles (UCLA), entre otros. «La novedad no solo consiste en que hayamos reducido mil veces el tamaño de los sensores, sino que se colocan en todo tipo de animales como si fueran tiritas, y tener acceso a entornos hasta ahora inalcanzables con las tecnologías convencionales».
Además, estos dispositivos son capaces de medir gran cantidad de parámetros ambientales y del portador, almacenar datos, procesarlos y transmitirlos en tiempo real a través de una nueva generación de antenas casi inapreciables. También cuentan con una batería y se autoabastecen de energía aprovechando las corrientes marinas y el movimiento del animal.
Esta tecnología pionera supone también una mejora económica: «Si cada día de trabajo de un buque oceanográfico puede suponer alrededor de 30.000 euros», estima Torner, la posibilidad de poder tener algunos de estos nuevos sensores, simplemente imprimiéndolos en papel, supone un coste de producción unitario por debajo de un euro, explica Duarte. Además, la nueva generación de sensores son biodegradables, para reducir su impacto en el medio marino.