El pueblo «más escondido» de España: solo se puede llegar en funicular o caminando

No hay que desplazarse al extranjero ni gastar grandes sumas para descubrir paisajes de ensueño. Lo cierto es que España alberga una multitud de rincones con encanto por todo su territorio. De hecho, no hace falta salir de la Región de Murcia para ser testigo de estos tesoros naturales: las Gredas de Bolnuevo, el Cañón de Almadenes, el desierto de Mahoya o el puente tibetano de Ojós son algunos de los enclaves naturales más destacados de la Comunidad.

El periodo vacacional brinda la oportunidad perfecta para preparar la maleta y lanzarse a descubrir las ubicaciones más insólitas del país. Los viajeros que busquen destinos costeros pueden acudir a Llanes para pegarse un baño en la playa más pequeña de toda la Península Ibérica o acercarse hasta Port Saplaya para recorrer sus pintorescas calles de estilo veneciano a orillas del Mediterráneo.

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Las almas excursionistas, en cambio, pueden optar por adentrarse en el Torcal de Antequera, un paraje natural conocido por sus formaciones kársticas, o animarse a contratar una excursión para el Caminito del Rey, ubicado en Málaga. No obstante, existen enclaves que destacan por su singular belleza y que son completamente desconocidos para el público general.

Uno de esos rincones que parece sacado de un cuento es Bulnes, en Asturias, a 650 metros de altura. Está considerado el pueblo «más escondido» de España, se encuentra en el corazón de los Picos de Europa y ofrece una experiencia verdaderamente única. Como prueba de lo aislado que está, tan solo hay que fijarse en que no se puede llegar a él en coche. Esta aldea es accesible únicamente a pie o en funicular, que tiene un coste de 22 euros (ida y vuelta) para los adultos y siete para los niños.

Esta aldea destaca por sus encantadoras calles empedradas, su serenidad y, como no, por su fabada. Además, toda la zona está completamente incomunicada: no hay cobertura móvil, lo que garantiza una desconexión total. A pesar de su ubicación remota, Bulnes sigue siendo hogar para unos pocos residentes, quienes mantienen vivas las tradiciones y la autenticidad del lugar.