Germán Teruel: «Urge que los partidos dejen algunas prácticas nocivas y vuelvan a los consensos»
«Una reforma constitucional reengancharía a los jóvenes con el proyecto de país al ofrecerles una vía no populista»
Tiene una cita de altura hoy en Madrid Germán Teruel, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Murcia. A las 13 horas participa, ... en el Ateneo madrileño, en un coloquio junto a veteranos políticos como el expresidente Felipe González, Miquel Roca i Junyent y Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, estos dos últimos, 'padres' de la Constitución Española de 1978. Germán Teruel forma parte de un grupo de jóvenes expertos en la materia que aboga por un nuevo pacto que permita actualizar la Carta Magna. Una empresa que, visto el panorama político actual, se antoja muy difícil. «Pero los consensos nunca están en el punto de partida, se van alcanzando», dice.
–Buen cartel el de la mesa redonda de este mediodía, ¿no?
–Desde luego. La verdad es que me hace mucha ilusión compartir coloquio con personalidades de esta talla. Los 'padres' de la Constitución han estado juntos en muchos foros, pero creo que es la primera vez que participan en un debate con jóvenes constitucionalistas que abogamos por reeditar el pacto del 78.
«La diferencia entre una monarquía parlamentaria y una república es imperceptible desde el punto de vista democrático»
–Tendemos a considerar que cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿Pero cree que la altura de miras de estos políticos que propiciaron el pacto de la Transición es superior a la de ahora?
–Es cierto que tendemos a idealizar el pasado, pero pienso que hay datos objetivos que nos permiten afirmar que la clase política de la Transición está muy por encima de la actual. En altura de miras, talla política y formación. Hace un tiempo coincidí con Alfonso Guerra, porque me presentó un libro, y la conversación que tuvimos antes del acto fue muy enriquecedora. Hablamos de todo: de literatura, de política... No me imagino un coloquio así con los dirigentes políticos actuales, sinceramente. Los políticos de la Transición se enfrentaron a un contexto muy complejo, con atentados terroristas cada día, con ruido de sables permanente... Pero fueron capaces de ponerse de acuerdo y fruto de ello es nuestra Constitución que, si bien no es perfecta, sí que está entre las mejores de nuestro entorno.
–Esta semana, tras las elecciones en Castilla y León, parece que se ha producido un acercamiento entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, que abre una vía de esperanza a una futura colaboración entre ambas fuerzas. ¿Puede ser un punto de partida para acabar con la polarización política actual?
–Soy muy escéptico, sinceramente, aunque desde hace mucho tiempo predico por ello. Ojalá se produjera esa colaboración, pues España necesita actualmente grandes consensos políticos. En nuestra propuesta de actualización constitucional, advertimos de que están pasando en nuestro país algunas cosas que alteran la convivencia. Una de ellas es que los partidos políticos están inmersos en algunas prácticas nocivas como el reparto por cuotas de los magistrados, las repeticiones electorales por la incapacidad de alcanzar acuerdos de investidura, la incapacidad de acordar las reformas que nos exige la Unión Europea, como la reforma laboral, que salen por la mínima y con marranadas entre las fuerzas parlamentarias. Urge un cambio radical, urge que los partidos dejen las prácticas nocivas y vuelvan a la senda de los acuerdos. Si queremos vivir en una casa común, debemos establecer unas mínimas normas de convivencia.
«Es necesario abordar el ordenamiento territorial, que tantas tensiones ha generado en estos años»
–¿En qué consiste la reforma constitucional que proponen?
–El tiempo pasa y se han producido profundos cambios socioeconómicos y tecnológicos de alcance global, que han transformado a la sociedad española. Junto a ello, han aparecido ideologías iliberales y contrarias al Estado social, que ponen en riesgo el ordenamiento constitucional. La reforma debe abordar de una vez la ordenación territorial de España, sometida a constantes tensiones en estas décadas, sobre todo en los últimos años. También la cuestión de las lenguas cooficiales. No pretendemos abrir un proceso constituyente, sino actualizar nuestra ley fundamental para conservar lo mejor de la misma y adaptarla, al mismo tiempo, a los retos y desafíos del presente. Estoy seguro que una reforma constitucional ayudaría a reenganchar a los jóvenes con el proyecto de país. Ofrecer una vía no populista es fundamental en estos tiempos. Parece difícil con la situación actual, pero no lo es tanto si se toma la reforma constitucional como el punto de llegada, para el que antes se deben dar ciertos pasos como los acuerdos para cambiar la forma de elección de jueces o garantizar la gobernabilidad. Los consensos nunca están en el punto de partida, en el 78 no fue así. Se van alcanzando con el tiempo, siempre que haya voluntad de diálogo y de acuerdo.
–¿Abrirían el debate sobre monarquía o república?
–Está claro que es una cuestión sobre la que se puede debatir, así como el futuro del Estado autonómico. Pero en la propuesta que planteamos no tocamos los pilares fundamentales del consenso de 1978. Personalmente, creo que la diferencia entre una monarquía parlamentaria y una república es imperceptible desde el punto de vista democrático. Es una cuestión más emocional que otra cosa. Sí que se podrían cambiar algunas prerrogativas de la figura del jefe de Estado, como su inviolabilidad. Al igual que perfeccionar el funcionamiento del Estado de las Autonomías.
–¿Qué le parece la idea que se plantea de formar un cordón democrático contra Vox?
–Puede tener cosas positivas y negativas. No lo sé. Sí que pienso que para el futuro de España es clave que los partidos moderados se vuelvan a dar la mano en lo importante. En estos días se ha hablado de la República de Weimar. Lo que destruyó a esta fue el Partido Nazi de Adolf Hitler, está claro, pero también contribuyó mucho la incapacidad de los partidos moderados para dotarla de estabilidad.
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