La travesía por el desierto de Oxfam
La ONG, que cuenta con más de 4.700 socios en la Región, trata de capear la crisis tras el escándalo por los abusos en Haití. El medio centenar de voluntarios que impulsan en Murcia las labores de comercio justo y movilización viven la situación con «tristeza»
ALICIA NEGRE
MURCIA
Domingo, 18 de febrero 2018, 14:33
Oxfam Intermón lleva muchos años asentada en el corazón de la Región, impulsada por la solidaridad de los murcianos. La ONG cuenta con una tienda de comercio justo, que abrió sus puertas hace dos décadas en la plaza Romea, en el epicentro de Murcia. Medio centenar de voluntarios trabajan en la comunidad para sacar adelante los proyectos de sensibilización de la organización.
Hasta 4.706 murcianos, entre socios y colaboradores -los primeros realizan una aportación periódica y los segundos, puntual-, tienen depositada su confianza en la ONG, que estos días atraviesa su particular travesía por el desierto, tras conocerse el escándalo de Haití, en el que altos directivos de Oxfam Gran Bretaña pagaron por servicios sexuales a prostitutas y en algunos casos a menores con fondos destinados a cooperación durante la campaña del terremoto de 2010.
Antonio Bernal, coordinador de Oxfam Intermón (OI) en la Región, reconoce que el equipo de voluntarios que lidera vive con «tristeza» la crisis en que se ha sumido la organización por culpa de «cuatro manzanas podridas». Este grupo de medio centenar de voluntarios -por el momento, ninguno ha abandonado el barco- conforman un comité que lleva 22 años trabajando en la comunidad, principalmente en labores de comercio justo y movilización social. Bernal explica que también suelen desarrollar campañas de sensibilización y ofrecer charlas en colegios e institutos para relatar a los más jóvenes las miserias que se sufren en otros puntos del mundo -la organización tiene desplegados actualmente programas en 41 países-.
«Hemos recibido llamadas de socios para informarse y algunos dicen que están pensando darse de baja», explica el coordinador
Bernal, que lleva siete años al frente de OI en Murcia, tiene puesta la esperanza en que la ONG «depure responsabilidades» y que la crisis no pase más factura a sus filas. «Hemos recibido muchas llamadas de socios para informarse y algunos nos dicen que están pensando darse de baja», lamenta el coordinador, que incide en que las ONG no están libres de verse salpicadas por escándalos «como en todas las casas».
Por el momento, según reconoció esta semana en una comparecencia ante los medios la directora general adjunta en España, Pilar Orenes, el caso ha generado una crisis de confianza entre los socios de la entidad y se han dado de baja unas 1.200 personas -en una organización que cuenta con 236.000 colaboradores-. La ONG no ofrece datos regionales sobre esas bajas.
El escándalo de Haití ha obligado, además, a la filial española de la ONG a reaccionar y a hacer públicos los casos de acoso y abuso que habían registrado. OI ha sancionado a cuatro trabajadores por acoso o abuso sexual desde 2012. La ONG asegura que a partir de ese año reforzó sus protocolos y formas de actuación ante situaciones de este tipo. Orenes señaló que en los últimos cinco años ha cambiado el proceso de selección del personal, de manera que se tiene en cuenta «no solo la experiencia y el conocimiento, sino también los valores de las personas contratadas, especialmente si ocupan puestos de liderazgo».
«Actos intolerables»
Lara Contreras, portavoz de Oxfam Intermón, recalcó, en declaraciones a 'La Verdad', que la organización «va a seguir trabajando con el compromiso de tener tolerancia cero con este tipo de actos y seguir mejorando nuestros mecanismos para detectarlos».
La ONG, remarcó, está abierta a estudiar más medidas regulatorias, como mejorar los protocolos de selección de las personas que acuden a socorrer a la población que sufre una crisis humanitaria y reforzar los controles entre las diferentes organizaciones y la Administración Pública para cerrar las puertas laborales a quien haya sido sancionado previamente. El objetivo, incidió, es «recuperar la confianza de los ciudadanos en una ONG que ayuda a 92 millones de personas en todo el mundo».