Al menos 200 trabajadores de residencias de mayores se niegan a recibir la vacuna
Salud intensificará las labores de «divulgación», mientras los responsables de los centros aseguran que «no hay voluntad alguna» de acometer despidos por esta razón
El inicio de la campaña de vacunación contra el coronavirus en las residencias de mayores y centros para personas con discapacidad de la Región se ... ha encontrado con un obstáculo inesperado. No son pocos los trabajadores sociosanitarios que ya se han negado expresamente a recibir el medicamento de Pfizer sin más justificación que «el miedo o la desinformación», describe el director de un geriátrico de San Pedro del Pinatar. En este centro en concreto, el porcentaje de empleados que han rechazado la vacuna ronda el 15% del total de la plantilla (23 de 150). Buena parte de ellos son cuidadores que alegan motivos médicos, que han desarrollado anticuerpos tras superar la enfermedad o son trabajadoras embarazadas. Sin embargo, una decena de esos 23 profesionales se niegan a ponerse la vacuna sin un argumento sensato, un 5% del total. «Es alucinante, no me cabe en la cabeza», muestra su enfado otro director de una residencia de mayores de Cartagena, donde también hay una decena de profesionales que han rechazado recibir la inyección más buscada de los últimos años.
Aunque el Servicio Murciano de Salud (SMS) no dispone del número exacto de estos trabajadores, el médico responsable de la atención sociosanitaria a las residencias, Abel Novoa, confirma que el porcentaje de 'negacionistas' oscila entre el 5% y el 10% de los empleados, dependiendo de cada centro. Solo en las 116 residencias de ancianos de la Región hay casi 4.000 trabajadores, lo que supone que entre 200 y 400 empleados se han negado a administrarse el fármaco que debe suponer «el principio del fin» de la pandemia, como definió el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Según los datos oficiales que ofreció el martes el consejero de Salud, Manuel Villegas, hasta el momento son el 4% de los trabajadores de residencias los que no han dado su consentimiento a la vacuna. Esto supone, al menos, cerca de 200 cuidadores. Entre los usuarios, las negativas no superan el 1%. Es decir, unos 50 ancianos (o sus familias).
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La prevención y el trabajo
Dado que «la vacuna no es obligatoria», recuerda Abel Novoa, la única medida que se contempla por ahora para que estos trabajadores asuman su responsabilidad es «la divulgación y la información» con campañas concretas en los centros. Tampoco hay «voluntad alguna» de acometer despidos por este motivo, dejan claro fuentes del sector de las residencias. Aunque, «dependiendo del puesto que ocupen en la residencia, se debería valorar hasta qué punto pueden seguir trabajando en un centro de este tipo. La vacuna es una medida más de prevención», sentencia el presidente de la Sociedad Murciana de Enfermería Geriátrica y Gerontológica y presidente de la Asociación de Residencias Sin Ánimo de Lucro (Arsalu), Carmelo Gómez.
La vacunación no es obligatoria, pero Salud tiene «mecanismos legales» que aplicaría «en último término»
En principio, una de las soluciones que se aplican sobre la marcha es dejar para la segunda tanda de vacunaciones a estos profesionales reacios, lo que daría margen para que pudieran comprobar por ellos mismos los efectos del fármaco entre sus propios compañeros. «Tenemos confianza en que esto no vaya a más y, al final, todos se acaben vacunando», coincide Gómez con el presidente de la Asociación de la Dependencia de la Región (Adermur) y director de la residencia San Isidro de Yecla, José Miguel Marín, que ayer recibió la primera dosis. «Estoy estupendamente», despejaba miedos infundados. En el caso de los centros asociados a Adermur, las negativas al pinchazo «han sido mínimas», según Marín. «Entre 30 y 40» trabajadores reacios de un total de 1.400 empleados en 23 residencias. Algo menos del 3%.
El presidente de Adermur, José Miguel Marín, recibió ayer su primera dosis: «Estoy estupendamente»
«Efectividad real»
Por otra parte, los «mecanismos legales» que tiene a su disposición el Gobierno regional para obligar a los trabajadores a vacunarse «se aplicarían en último término», según fuentes del sector. Así se recoge también en las instrucciones que Salud trasladó a las residencias hace unas semanas, que se refieren a la «obligatoriedad en casos excepcionales», sin especificar cuáles. Novoa deja la puerta abierta a plantear esa obligatoriedad «con cierta experiencia sobre la efectividad real» del medicamento. Hasta entonces, resume el director de la residencia de San Pedro del Pinatar, «no queda otra que seguir dando información».
Una cuestión de «compromiso» y «responsabilidad»
Prácticamente nadie en el sector de las residencias de ancianos entiende un rechazo a una medida de prevención tan importante contra la Covid-19 como es la esperada vacuna que medio mundo persigue con ahínco desde hace un año. Puede alcanzar a comprender una decisión así entre algunos de sus compañeros la secretaria autonómica del Sindicato de Técnicos de Enfermería (SAE) en la Región, Elisa Romero, aunque únicamente por «las dudas que puede despertar en un primer momento una vacuna de cualquier tipo, no solo esta». Eso sí, Romero deja claro que «las residencias son un pilar y, más allá de las reticencias que pueda tener cualquier ciudadano, todos los trabajadores de los centros deben asumir el gran compromiso y la responsabilidad que supone cuidar de personas vulnerables. No podemos ser un peligro para ellas. Es una medida de prevención más con la que hay que cumplir. Es lo mismo que haríamos por nuestros padres o nuestros abuelos». Con todo, Elisa Romero también confía en que esas reticencias iniciales de algunos cuidadores a la vacuna «vayan desapareciendo».
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