Los supervivientes de la tragedia de Atalayas: «Nuestra salida fue milagrosa»
Clientes de Fonda Milagros relatan ante la jueza cómo lograron abandonar un palco durante el incendio y denuncian la falta de medidas de seguridad
La suya es la voz de la vida, imponiéndose frente al drama. Los supervivientes de la tragedia de Atalayas, que el pasado 1 de octubre se cobró la vida de 13 personas en el incendio de dos discotecas de esta conocida zona de ocio de Murcia, comenzaron este martes a revivir ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número 3 una madrugada que les costará mucho olvidar.
«Lo que nos salvó fue nuestro instinto de salir de allí como fuera», explicó Efrain Montiel a los medios de comunicación tras acabar su declaración. Este padre de familia disfrutaba aquella madrugada de la fiesta de cumpleaños de un amigo junto a otras siete personas en uno de los palcos de la discoteca Fonda Milagros (el contiguo a aquel en el que fallecieron las 13 víctimas). «Estábamos pasándolo muy bien y, de un momento a otro, se apagó la música. Como no era la primera vez que pasaba, pensamos que era el típico corte de luz y que volvería», relató este testigo. «Luego empezamos a oler a quemado y les dije: 'vámonos', pero no me hicieron caso. Luego otra amiga olió a quemado y nos fuimos».
«Nadie nos avisó. Eso es lo más duro», explicó Efrain Montiel, uno de los testigos «Nos sentimos olvidados»
Tras atravesar la puerta de su palco, este grupo de amigos tropezó de lleno con un incendio que ya asolaba el local y que recuerdan con horror. «Se apagó la luz y vivimos un momento terrorífico», rememoró.
Junto a Efrain se encontraba aquella noche su mujer, Ámbar Estefanía Dueñas, que quedó rezagada en la evacuación. «Yo fui la última que salió y, cuando lo hice, cerraron la puerta», explicó. «A la Policía y los bomberos yo les dije que quedaba gente dentro». Ante la jueza esta testigo explicó que cuando salieron al pasillo la discoteca ya estaba a oscuras y que utilizaron la linterna del móvil para tratar de iluminarse, aunque el local estaba ya tomado por «un humo muy espeso». Esta mujer recordó cómo observó, mientras avanzaba por el pasillo, el derrumbe de la pared que unía ambas discotecas. «La pared explotó y vimos el fuego», relató. «Pensé que iba a morir». Esta testigo se emocionó al recordar ante la jueza que llegó a escuchar a la joven que grabó un audio con su móvil despidiéndose de su familia. Un detalle que aún le acompaña con gran dolor.
Estos testigos, que están siendo representados por la abogada Rosa Egea, explicaron a la instructora los numerosos obstáculos que encontraron a la hora de escapar de esa zona de palcos y los fallos que, según su relato, se produjeron en la seguridad de Fonda Milagros. «Nuestra salida fue milagrosa», explicó Montiel. «Nosotros frecuentamos el lugar y lo conocemos. Gracias a nuestro instinto de supervivencia, pudimos salir, tocando las paredes y por intuición». Estos testigos sostuvieron, ante la instructora, que en el local no sonó aquella noche ninguna alarma -para alertar del fuego- y que no funcionaron las luces de emergencia. «Ya no podía respirar, no había oxígeno», explicó una de las mujeres. «Estaba buscando la salida y llegó una amiga. Con la linterna pude ver su mano y llegar hasta las escaleras», rememoró.
Sin señal de alarma
Montiel hizo hincapié, en su declaración ante los medios, en que no recibieron alerta alguna para que escapasen del incendio. «Después de atravesar ese largo pasillo, bajamos y nos encontramos que no había nadie», sostuvo. «Nadie nos avisó. Eso es lo más duro». Este testigo lamentó que «nos sentimos olvidados». Dueñas explicó que fue la última de su grupo en abandonar el local de ocio. «Cuando lo hice, cerraron la puerta», explicó. «A la policía y los bomberos yo les dije que quedaba gente dentro».
«Lo único que queremos es justicia», incidieron a la salida del juzgado. «Por los que estamos y por los que ya no están»
Estos testigos explicaron que están recibiendo ayuda psicológica para tratar de asumir la tragedia que vivieron en primera persona. «Lo único que queremos es justicia», incidieron. «Por los que estamos y por los que ya no están».
La jueza ha comenzado a escuchar a los supervivientes de la tragedia una vez que acabaron de desfilar por el juzgados los investigados en el caso: los tres responsables de la discoteca Teatre, el de Fonda Milagros, el organizador de la fiesta 'We Are Remember' que se celebraba esa noche en Teatre y el dueño de la máquina de fuego frío. En las próximas semanas otros tantos testigos tendrán que seguir pasando por la Ciudad de la Justicia de Murcia para explicar a la magistrada la realidad que vivieron aquella fatídica madrugada.
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«Las declaraciones de los testigos chocan con las de los investigados»
El abogado Pedro López Graña, que representa a los familiares de algunas de las víctimas mortales de la tragedia, subrayó este martes que las declaraciones de estos supervivientes «confirman lo que ya se iba conociendo: la falta de medidas de seguridad» en la discoteca Fonda Milagros. A su salida del juzgado, el letrado incidió en que, tal y como los testigos aseguraron ante la magistrada instructora, la madrugada del incendio no saltaron las alarmas, ni funcionaron las luces de emergencias. «Sus declaraciones disienten, en muchos puntos, con las de los investigados en la causa», remarcó este profesional, que ejerce como acusación particular.
El abogado hizo hincapié en que algunos de los testimonios que estos supervivientes desplegaron ante la jueza eran «desgarradores». Incidió en la «profunda afectación» de los testigos por el «terror vivido» y la emoción con la que algunos vivieron el hecho de tener que recordar el incendio en las discotecas.
López Graña sostuvo que estos testigos lograron abandonar el negocio de Fonda Milagros porque eran habituales del mismo y conocían las instalaciones. Una ventaja con la que no contaban todos los asistentes. «Una persona que no hubiera conocido el local, no hubiera podido salir».
Este letrado ha incidido reiteradamente en que aclarar la responsabilidad del suceso no será fácil porque «todo el mundo se lava las manos». Mostró su confianza, no obstante, en que los afectados puedan obtener «como mínimo una compensación».