Las capturas del sector pesquero de la Región se desploman en la última década
La mayoría de las cofradías acusan la pérdida de barcos, los recortes en los días de pesca y la escasa rentabilidad
La reducción del número de barcos, la falta de relevo generacional, los recortes en los días de pesca y en las cuotas y la ... escasa rentabilidad están detrás de que la mayoría de las cofradías de pescadores de la Región registren capturas muy por debajo a las de hace una década. Solo San Pedro del Pinatar resiste esta caída en picado, que tiene visos de continuar ante las nuevas bajadas del número de jornadas de faena que prepara la Unión Europea (UE) para el año que viene y el siguiente. La intención con esta medida es regular las capturas en el litoral mediterráneo, que incluye especies como la merluza, el salmonete, la cigala, la gamba blanca, la gamba roja y la gamba de altura, en vigor desde el año 2020.
La que más cae es la almadraba de La Azohía, que lo hace un 58,2%. Los 406.493 kilos del año 2011 están muy lejos de los que obtuvo el pasado ejercicio: 169.890 de atún, bonito, melva y albacoreta. Estas son las especies más apresadas en este tipo de arte tan característica y diferente a las otras tres que aún perviven en España, ubicadas en Cádiz.
La más perjudicada es la de Mazarrón, que en 2021 perdió casi un millón de kilos con respecto al año anterior
Le sigue la cofradía de Mazarrón, con una bajada en los últimos diez años del 49,2%, según los datos aportados por la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca, Medio Ambiente y Emergencias a LA VERDAD. Es la que más capturas realizaba en el año 2011, pero el descenso del último año ha hecho que sea superada por la de San Pedro del Pinatar.
Los de cerco se van a Alicante
El pasado ejercicio perdió casi un millón de kilos. La razón, según apuntó el presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores de la Región de Murcia, Manuel Ballesta, es que el mayor peso de la pesca lo llevan los barcos de cerco. Se trata de grandes buques que se echan a la mar durante semanas para coger sardina, jurel, caballa, atún y boquerón, entre otros. «A estos, la mayoría de las veces que salen, les es más rentable desembarcar en lonjas como la de Alicante, y por eso sus capturas no nos computan», explicó. También apunta a que hubo años atrás sin casi producto en el mar. Ballesta es muy pesimista sobre que la situación del sector mejore en los próximos años. Al encarecimiento del gasoil y de los productos se le une que «los jóvenes ya no quieren trabajar en esto y muchos armadores prefieren amarrar y dejarse la faena». Y añadió: «No hay relevo generacional ninguno».
En Cartagena y Águilas la situación es muy similar. En la primera de ellas tanto es así que en los últimos diez años, el número de barcos se ha reducido a la mitad, como también el de personas que trabajan en la treintena que quedan. La situación es tal que ya muchos barcos no cuentan con personal cualificado para llevar las riendas. De hecho esto se nota en los buques locales, que cada vez llevan a menos tripulantes, y la mayoría de ellos son extranjeros.
En este caso, las capturas han bajado en los últimos dos lustros un 40,6%, aunque este año esperan recuperarse y superar las del pasado ejercicio, que se quedaron en 464.32 kilos. «Ahora, después de las paradas biológicas de marzo y abril, estamos viendo más pescado que nunca», aseguró el patrón mayor, Bartolomé Navarro.
La bajada total es del 23%
En Águilas, los más perjudicados por la reducción de la flota son los de cerco. De cinco que tenía solo queda uno y ahora se encuentra amarrado. La caída fue del 32,7%. En porcentajes totales de las cofradía, si en el año 2011 se registraron 5.160.628 kilos, en 2021 esa cifra bajó un 23,6%, hasta situarse en 3.939.596. Todo ello supuso unas ganancias de 15,6 millones de euros.
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Los que sí mejoran sus datos son los pescadores de San Pedro, principalmente, según explicó el patrón mayor, José Blaya, porque el número de embarcaciones ha crecido en los últimos diez años. Han pasado de cincuenta a setenta y sus capturas se han multiplicado casi por tres.
Los malos datos para la mayoría seguirán. Antes de que Europa comenzara con los recortes, la media de días de faena al año era de 220, dependiendo de cada embarcación. Al aplicar la ley, la mayoría de los barcos se han quedado ya con un promedio de entre 166 y 170 días. Esta cifra seguirá bajando hasta 2024, hasta llegar casi a los 130 días.
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