«Solo nos falta la invasión extraterrestre»
«Esto puede ser la estocada definitiva para el comercio y la hostelería», lamentan vecinos y empresarios del Mar Menor
«Solo nos falta la invasión extraterrestre». Así define la mala racha de la zona un camarero de un bar de Los Alcázares que cerrará sus puertas, como todos los demás, durante al menos una quincena tras la orden de confinamiento de los municipios costeros por la Comunidad. Ni siquiera sabe si podrá volver a ocupar su empleo cuando pase esta nueva crisis. «He sobrevivido en ocho años a la mayor crisis económica, cuatro inundaciones, el 'Brexit', el deterioro del Mar Menor y ahora el coronavirus. Me siento acosada», se desahoga Joan, propietaria del bar La Zona Minigolf, de Los Narejos. «Tengo que pedir dinero a mi madre para sobrevivir», explica en plena crisis de ansiedad colectiva en su local. Ayer a mediodía celebraba con unos compatriotas ingleses la despedida de soltera de una amiga, cuando la novia recibió la fatídica llamada que anulaba el casamiento, por el cierre de centros oficiales e incluso de las celebraciones religiosas, y con él toda la fiesta en el restaurante de Joan. «Ha habido muchas lágrimas, aunque ellos están juntos y es lo que importa», afirma la hostelera.
A Carmen, propietaria del herbolario Dulce María, en el centro de Los Alcázares, no se le han difuminado las oleadas de barro de septiembre, diciembre y enero, tampoco la caída del consumo tras las riadas, cuando encara esta culebra del coronavirus a la que aún no se le ve la cola. «Voy a abrir de nuevo el lunes porque vendo productos que pueden ayudar a reforzar el organismo ante el virus», afirma Carmen, quien reconoce además que «no me podría permitir un cierre de 15 días». Observa con tristeza que «perdimos residentes con las riadas, y ahora que necesitamos que se queden lejos, en sus casas, vuelven huyendo de lo que pasa en otras ciudades». A Carmen le ha inquietado estos días «que los madrileños han venido sin miedo, entran y salen de los comercios y bares, y eso me ha atemorizado».
El alcalde de Los Alcázares, Mario Pérez Cervera, pedía ayer que «el Gobierno actúe rápido con las ayudas a los pequeños empresarios porque algunos ya temen que puede ser la estocada del comercio y la hostelería del Mar Menor». Ya ha sido cancelada la campaña de San Patricio en los bares, que fue ideada para «dar un balón de oxígeno a los negocios antes de Semana Santa», señala el edil de Comercio, Pedro Sánchez.
«He sobrevivido a una crisis, el 'Brexit', cuatro inundaciones, el estado del Mar Menor y ahora el coronavirus», relata Joan
Una patrulla en la parada
El alcalde ha enviado una patrulla a la parada de autobuses procedentes de Madrid para informar a los recién llegados de la cuarentena obligatoria si deciden quedarse. Un convoy de coches informaba ayer por megafonía de la prohibición de salir a la calle a los visitantes de Madrid o País Vasco. La alcaldesa de San Pedro del Pinatar, Visitación Martínez, ha ordenado un control de acceso al Consistorio para filtrar las gestiones no urgentes o las que pueden hacerse por vía telemática.
El desembarco de propietarios de segundas residencias ha engendrado una nueva plaga en la costa murciana, la del recelo al visitante, sobre todo después de conocerse el positivo del anciano madrileño que llegó en tren a la estación de Balsicas, paseó por un centro comercial y terminó aislado en la UCI del hospital Los Arcos.
En el centro hospitalario afrontaron con tranquilidad la llegada de usuarios con síntomas similares a los del coronavirus, muchos de ellos madrileños, aunque la sala de Urgencias se encontraba más desahogada que nunca por el temor de los ciudadanos al contagio. El miedo lo llevaba escrito en la cara una mujer que acompañaba a su madre, una anciana con un ictus, en la ambulancia hasta el centro hospitalario. «Viene con lo suyo, pero no sabemos lo que cogerá», contaba en la puerta de Urgencias.