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Silla en la que fue fusilado en junio de 2010 el preso Ronnie Lee Gardner, en la prisión estatal de Utah.

Balas a falta de inyecciones

El gobernador de Utah debe decidir si autoriza la restauración del fusilamiento para la pena capital, como reclama la Cámara estatal

J. LUIS ÁLVAREZ

Jueves, 12 de marzo 2015, 01:27

Utah podría restaurar el fusilamiento como medio de ejecutar las nueve penas de muerte que, a día de hoy, tiene pendientes. Así lo recoge la ley que el martes aprobó la Cámara de Representantes del Estado -un Congreso de los Diputados en pequeño-, norma que todavía tiene que ser autorizada por el gobernador Gary Herbert. Aunque es miembro del Partido Republicano, no ha dicho por el momento si lo hará.

La ley fue promovida por el también republicano Paul Ray dada la carencia de inyecciones letales para ejecutar a los presos que se encuentran en el corredor de la muerte. Este parlamentario considera que situar al reo ante un pelotón de fusilamiento es más humano que inyectarle en vena una dosis letal.

El motivo de la iniciativa, ahora convertida en ley, es que la empresa encargada de la fabricación del combinado de fármacos que emplean en la inyección letal dejó, en 2011, de elaborar las dosis usadas por los verdugos. Por este motivo, muchos estados norteamericanos trataron de encontrar un nuevo combinado de productos químicos para las ejecuciones. Sin embargo, las nuevas fórmulas han demostrado no ser válidas. En tres ejecuciones realizadas en Oklahoma, Arizona y Ohio, los reclusos fallecieron entre tremendos sufrimientos.

Estudio judicial

La Corte Suprema del país aprobó en 2008 las ejecuciones con inyecciones letales al entender que no violaban la octava enmienda de la Constitución. Ésta prohíbe «todo castigo cruel e inusual». Sin embargo, tras los fallos en las ejecuciones, el mismo alto tribunal tiene previsto estudiar el próximo mes de abril la constitucionalidad de las inyecciones letales, el método más empleado a lo largo de todo el país.

La ley aprobada en Utah, por 18 votos a favor y diez en contra, establece que si el estado es incapaz de encontrar la dosis letal treinta días antes de la fecha, el reo podrá ser fusilado. De esta manera, Utah sería el único estado en volver a los fusilamientos. No obstante, desde que en 1976 se restaurase la pena de muerte en Estados Unidos, dos presos han sido fusilados en Utah. Allí, los reos pueden elegir entre el pelotón o la jeringuilla si fueron condenados antes de 2004.

La última ejecución por este método tuvo lugar en la prisión estatal, en las afueras de Salt Lake City, el 17 de junio de 2010. El preso Ronnie Lee Gardner, de 49 años, eligió el pelotón de fusilamiento tras ser condenado a la pena capital por el asesinato de un abogado en 1985. Gardner cometió el crimen cuando trataba de escaparse de un tribunal de Salt Lake City, donde iba a ser juzgado por matar a un camarero durante un robo.

Para la ejecución, Ronnie Lee Gardner fue sentado y atado a una silla. Tras cubrirle la cabeza con una capucha, se le colocó una diana en el pecho. La silla estaba ubicada en la sala de ejecuciones de la prisión estatal, con un fondo de madera y rodeada de sacos terreros para evitar el rebote de los proyectiles.

El pelotón de fusilamiento estaba compuesto por cinco agentes armados con rifles del calibre 30. A cada uno se le dio un arma con un cartucho en el cargador. De los cinco policías, cuatro llevaban balas reales y el otro una de fogueo. El preso, al que el gobernador Herbert negó el perdón, murió a las 0.20 hora local, 6.20 en España.

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