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Paso del testigo. El C-101 voló con su sucesor, el Pilatus, en el festival Aire25, probando el nuevo sistema de humos. AGA
La Princesa en la AGA

Cambio de alas en el cielo español: de los Águila a los Mirlo

La nueva formación acrobática del Ejército del Aire volará por primera vez con siete Pilatus en el desfile del 12 de octubre, pero sin humos

Domingo, 14 de septiembre 2025, 07:43

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Aquel corazón de humo que la Patrulla Águila trazaba en el cielo, está ahora partido. Sus miles de seguidores vieron volar por última vez a la unidad acrobática con su C-101 el pasado 15 de junio, en el festival Aire25 que el Ejército del Aire organizó como doble despedida: se jubilaba el reactor español después de 40 años de servicio y, con él, la Patrulla que lo utilizó de montura y símbolo de la precisión aérea. Se dedicaron a rizar el rizo durante décadas en exhibiciones por todo el mundo. Eran herederos de una estirpe acrobática y símbolo de la eficiencia militar española. Sus complejos movimientos, como el 'sacacorchos' en el que dos reactores avanzan en direcciones opuestas mientras rodean a los otros cinco aviones, han sido un ejemplo de sincronía perfecta. Fueron además la única unidad acrobática del mundo que era capaz de aterrizar en formación. La maniobrabilidad del 'culopollo' les permitió esa simbiosis en los cielos del piloto con la máquina. .

La admiración que han despertado quedó patente en la multitudinaria asistencia al festival, aunque con cada aparición, los Águila convocaban a miles de espectadores, que ovacionaban sus looping, roturas y estelas rojigualdas en el aire con su humo de colores.

La misión de la Patrulla Águila trascendía lo acrobático. Como destaca el director de la Academia General del Aire (AGA), el coronel Luis Felipe González Asenjo, la PAGU «ha representado a España en muchísimos eventos nacionales e internacionales, es embajadora de la marca España, y la valoración es de éxito». Para los alumnos de la Academia, era más que un espectáculo: «Era un ejemplo adonde mirar, el capitán al que querías parecerte, sus formas de piloto, los valores que inculcaban», recuerda el coronel.

El trabajo en la Patrulla Águila es un compromiso colectivo. Los pilotos, como el teniente coronel Moisés Roca, exjefe de la unidad, destacan que no es cuestión de asumir riesgos, ya que «todo está calculado y entrenado». Para ellos, es un plus de implicación personal y un orgullo nacional que los impulsa a alcanzar la excelencia. No hay figuras individuales, sino un equipo que trabaja sin fisuras. Cada piloto enseña a su sucesor, garantizando una transmisión de conocimiento y experiencia que se perfecciona con el tiempo. El mecánico Carlos García Sánchez, quien dirigió el equipo técnico del C-101, corrobora la fiabilidad del avión. «Nunca dejábamos pasar nada, ni un tornillo», era su lema, porque para un mecánico, «no hay mayor satisfacción que ver regresar el avión sin novedad».

Hacia la generación Mirlo

El futuro de la acrobacia aérea militar tiene un nuevo nombre: Formación Mirlo, la nueva unidad que tomará el relevo de la Patrulla Águila. La nueva montura será el Pilatus PC-21, un avión turbohélice de última generación que ya se utiliza para la formación de los futuros pilotos en la AGA. El nombre 'Mirlo' es el distintivo de las aeronaves de la base militar de San Javier, lo que refuerza su conexión con la historia local y la tradición.

La transición no será inmediata. La AGA no ha querido ponerse plazos para el pleno funcionamiento de la nueva formación, ya que la prioridad es la seguridad. Aunque el sistema de humos ya se ha probado en los Pilatus, la nueva unidad no lo utilizará en su primera cita oficial en el desfile de la Hispanidad el próximo 12 de octubre en Madrid. Esta decisión subraya la cautela y el riguroso periodo de pruebas y adaptación que está en marcha.

Según fuentes de la Academia General del Aire, la nueva formación estará integrada por un equipo de pilotos que combine la experiencia acrobática de los veteranos de la Patrulla Águila y el conocimiento técnico de los pilotos que ya vuelan el Pilatus. Este período de adaptación, que podría durar al menos un año, busca asegurar que la nueva unidad acrobática domine por completo las capacidades del avión.

El Pilatus PC-21 representa un salto tecnológico significativo. Es más eficiente en el consumo de combustible que el C-101, tiene asientos eyectables y una aviónica de última generación con pantallas multifunción y un sistema anticolisión. Aunque su velocidad máxima (685 km/h) es inferior a la del C-101 (770 km/h), su tecnología permite simular las condiciones de un reactor, lo que reduce los costes y mejora la formación. Mientras que el C-101 tenía una autonomía de 4.000 kilómetros que le permitía viajar a Estados Unidos, el Pilatus ofrece 1.333 kilómetros de autonomía, lo que refleja su función principal como avión de entrenamiento.

Con esta transición, el Ejército del Aire y del Espacio se adapta a los nuevos tiempos, abrazando la tecnología y la eficiencia sin perder la esencia de lo que ha hecho grande a su formación acrobática. La Formación Mirlo, que ya entrena sus primeras maniobras, se prepara para escribir un nuevo capítulo en la historia de la aviación española.

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