Samuel Baixauli: «Hay que temer la ola de proteccionismo que pone en alerta nuestra exportación»
«Sería muy acertado que todos los políticos hicieran un poco de caso al informe Draghi, ya sea a nivel nacional o regional, para elevar la competitividad»
Samuel Baixauli, catedrático de Organización de Empresas y Finanzas y decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Murcia, acertó de lleno ... cuando manifestó a LA VERDAD hace un año que «habrá más crecimiento» en 2024, pese a que la situación de la economía estaba «en modo pausa». Ahora, de cara al próximo ejercicio, mantiene esa visión optimista, aunque más matizada por los nuevos indicadores y las incertidumbres reinantes.
–Se cumplen los pronósticos y la economía parece evolucionar fuerte más allá de las dudas.
–La verdad es que no se trata tanto de acertar o no, pero sí de que se den unas pautas. La economía de la Región presenta fortalezas, lo que ocurre es que los riesgos a los que nos enfrentamos pueden hacer cambiar la situación de un día para otro. Basta con ver la coyuntura mundial ante los conflictos bélicos, aunque de alguna forma ha habido cierto control, por ejemplo, en Oriente Próximo, que ha escalado pero no ha influido en los precios de la energía, cuyo efecto temíamos en un encarecimiento de esta fuente de energía y. por tanto, más dificultades para reducir la inflación. Con todo, la guerra en Ucrania parece que vuelve a tensionar la zona europea. Además, puede ocurrir cualquier otro hito que gire la situación. Y esa es una amenaza que está ahí. Tenemos un ejemplo en el resultado de las recientes elecciones en EE UU, hay ver qué consecuencias tendrá.
–¿Viene una ola inevitable de proteccionismo? ¿Cómo afectará?
–Las nuevas amenazas son esas. De nuevo se abren ciertas cuestiones que igual las podemos manejar sin mayor complicación, pero quizás no. Entonces, ¿qué hay que temer ahora mismo?, pues evidentemente la batalla comercial que ya se había tensionado con China, y que ahora con Donald Trump vuelve a recrudecerse con la guerra de los aranceles. Así que para la economía europea, española y, particularmente la de nuestra Región, que es eminentemente exportadora y cuyos buenos datos del último semestre se sustentan en un incremento del comercio exterior –con cifras ya por encima de 10.000 millones de euros–, pues claro que toda esta situación nos pone en alerta con respecto a ver si podremos ser competitivos.
–Tampoco la evolución en Europa ayuda a despejar dudas.
–Tanto el mercado europeo como estadounidense están en una situación difícil, porque aunque en España haya un crecimiento, el mayor de la UE, no es la tónica general. La propia Alemania estaba al borde de la recesión por encadenar dos trimestres consecutivos con decrecimiento. De forma que al final todo puede volverse más proteccionista si se empiezan a comparar los motivos por los que uno es menos competitivo, como puede ser el cumplimiento o no de determinadas normas. Hay que ver dónde para esa guerra de aranceles, ya que Europa puede actuar sobre la industria automovilística de China, pero ellos también pueden hacer lo propio con nuestros productos de alimentación. Aparte, estamos en un lugar de partida en la zona euro con una disminución de la población, además de estar más envejecida; y encima con la tarea difícil de afrontar el cambio tecnológico tan acelerado. Pero no se puede perder ese tren. Y todo en una coyuntura en la que el crecimiento de la UE no ha hecho más que descender en las últimas dos décadas.
–¿Cómo se puede revertir la situación? ¿Qué debería hacerse?
–No lo tenemos fácil, pero me gusta mirar hacia adelante. Hay que marcar cuáles son nuestros desafíos, cómo podemos afrontarlos. Sería muy acertado que todos los políticos, la gente que tiene realmente capacidad de decisión, ya sea también a nivel nacional o regional, hiciera un poco de caso a lo que expone el informe Draghi –encargado al expresidente del Banco Central Europeo–, publicado en septiembre, sobre el futuro de la competitividad de la UE. Un trabajo que analiza cuáles son las debilidades y qué podemos hacer para buscar soluciones y elevarla.
–¿Cuáles son esos ejes concretos que se plantean para crecer?
–Establece tres líneas muy claras, de las que además todos hablamos en los debates económicos, pero que parece que no se terminan de abordar. Es necesario que todo el mundo entienda que aumentar la productividad y la competitividad de las empresas tiene que ser un objetivo primordial, y que ello tiene que pasar por reducir la dependencia energética. Por tanto, hay que impulsar al máximo las renovables. Las empresas no pueden estar pagando una factura en energía que sea dos o tres veces mayor que en EE UU, tal como documenta en su informe Mario Draghi. Por tanto, sigamos con la política de las renovables que haga que seamos más competitivos y podamos avanzar.
–Pero al final todo va a pasar por el salto tecnológico, ¿estamos listos para la digitalización?
–Para avanzar en el desarrollo económico hay que tomarse también muy en serio la brecha en la innovación digital. Porque la sensación es que se avanza poco. He regresado recientemente de un viaje a China donde nos hemos reunido con distintas universidades, y he percibido un cambio enorme desde la última vez que estuve, justo antes de la pandemia. En la calle, en la sociedad en general, se nota un gran salto en la implantación de la tecnología. Por poner unos ejemplos, hemos pedido en los restaurantes con nuestro propio móvil, y hemos comprobado cómo se ha implantado de forma generalizada el control de accesos automatizado con reconocimiento facial en los edificios, entre otros.
–Volvamos la mirada sobre la coyuntura económica actual, ¿qué expectativas ve usted para 2025?
–Las previsiones oficiales son de un crecimiento, aunque un poco menor al de este año. Y en la Región vamos a hacerlo con una tasa un poco superior a la de España. Una tendencia respaldada básicamente porque la política monetaria expansiva vuelve a apoyar tras controlar la inflación con los tipos de interés. Empresas y familias directamente canalizaron todo el ahorro posible al desapalancamiento, a la amortización de deuda. A partir de ahora, con un control de la inflación y ante una situación delicada en Alemania y Francia, con crisis de deuda pública, el Banco Central ha empezado a bajar de forma muy acelerada los tipos en los últimos meses, en un movimiento muy favorecedor para que la canalización del ahorro vuelva hacia el consumo. Por ello, solo la llegada de las nubes negras como la mencionada guerra comercial, la escalada de conflictos o la situación fiscal puede estropear este panorama.
–¿Qué importancia va a tener el contexto fiscal para el avance?
–Es que hay que ver hasta qué punto vamos a tener medidas laxas en esta materia. Lo que se ha demostrado hasta ahora es que los gobiernos, ya sean nacional o regionales, más a la derecha o a la izquierda, no parecen dispuestos a aplicar medidas de contención fiscal. Y no se ve una preocupación por el control del déficit y la disciplina fiscal. Por ello, como siempre, nos tiene que venir impuesto desde la UE, con reglas, porque si no nadie va a querer hacerlo. De momento, España rinde cuentas en cuanto al tema de las pensiones, sobre algunos impuestos, pero tampoco parecen medidas que nos vayan a revertir una situación de déficit público, de deuda acumulada. Además, tal como está todo a nivel global, creo que van a continuar las políticas expansivas, y no va a imperar todavía el control.
–La infrafinanciación es evidente que limita para apretarse el cinturón, tal como sucede en la Región, ¿cómo se puede hacer?
–Al final, fórmulas siempre hay. Pero creo que en los próximos meses sabremos pero solución va a tener la Región y el testo de comunidades. Y pienso que va a ir por una fórmula de condonación de parte de la deuda acumulada, de asunción por parte del Gobierno de España, y no tanto por nuevos modelos para una mayor financiación periódica. Porque el dinero público es el que es, y no se puede repartir si no hay más, cuando además te comprometes con Cataluña y mantienes regímenes forales.
–¿En qué medida es necesario un nuevo sistema de financiación autonómica?
–Sería muy necesario, incluso a nivel europeo, porque ante la fragilidad de la UE como un club de países se necesita más convergencia. De hecho, cuando surgió se fijaron estrictamente criterios con respecto a tipos de interés, política monetaria; por tanto se requiere avanzar en esa línea, ya que no se pueden abordar los retos comunes y aprovechar su fortaleza si se es incapaz de actuar con políticas de mayor convergencia.
–Se trata de crear condiciones para que la economía real fluya, las empresas crezcan y exista más empleo, ¿cree que se consigue?
–Ya sea en Europa o en cualquier economía, como la de Región de Murcia, hay que apostar por mejorar la competitividad de las empresas para que sean más productivas. Como decía antes la tecnología va a un paso tan agigantado que la competitividad se pierde en meses y te puedes quedar fuera del mercado. Por tanto hay que canalizar el momento en el que tenemos productividad para que todos los beneficios vayan dirigidos a esas inversiones en digitalización. Y es que ahora mismo la competitividad ya no tiene que ver tanto con los costes laborales relativos que hay en distintas zonas del mundo, sino que hoy en día poder seguir compitiendo tiene más que ver con el conocimiento y las habilidades de la fuerza laboral. De forma que hay que esforzarse más por mejorar el conocimiento y las habilidades de los trabajadores y de las personas que se van a incorporar a ese mercado para que sea el máximo posible, ya que ellos son las que tienen que llevar los procesos de digitalización.
–¿Damos la importancia que se requiere a la formación y al desarrollo del talento?
–El ejemplo lo tenemos en la revolución que vivimos, ya que la implantación de la inteligencia artificial (IA) y de otras herramientas en las empresas dependerá mucho de las capacidades que tengan los trabajadores y, por tanto, se necesita contar con un eje de financiación igual al que tenemos en sanidad, educación y servicios sociales. Se trata de poder generar el cambio, y para ello la financiación privada será la primera que se movilice, pero las administraciones tienen que poner todas las estrategias para su impulso. Y no se trata solo de la puramente procedente del músculo financiero del presupuesto público –subvenciones y ayudas que han demostrado que no son ágiles ni rápidas por estar cargadas de burocracia–, sino con incentivos fiscales a los beneficios para aprovecharlos en la reinversión en mejoras de la fuerza laboral y en digitalización.
–A partir de su contacto con las empresas, ¿cómo ve la evolución del tejido productivo regional?
–Está creciendo a mayor ritmo, con un sector puntero de agroalimentación que está cada vez más avanzado tecnológicamente. Igualmente, contamos con una industria química. Además, hay una mentalidad de fomentar la diversificación. No obstante, se necesita trabajar más para que no haya una dependencia energética. De ahí la importancia de invertir en este campo, como se ha hecho con la fotovoltaica, También sería importante, pero al igual que en el conjunto de España y en Europa, apostar por sectores necesarios como el de fabricación de 'chips'
–¿Puede ayudar a diversificar el nuevo plan industrial que impulsa la Comunidad Autónoma?
–Nos debe ayudar a apostar por una industria muy relacionada con la generación de materias primas, por ejemplo para reducir la dependencia de componentes, como decía con los 'chips' u otros productos tecnológicos . Y aunque somos una región pequeña a la hora de competir por inversiones, no nos podemos quedar bloqueados, sino que tenemos que buscar alianzas, como puede ser con otros territorios vecinos. Asimismo, es necesario un mayor desarrollo transversal de las tecnologías.
«Hay que quitar grasa en la Administración y aumentar el músculo»
–¿Cree que es excesiva la carga de impuestos que afrontan las empresas? ¿Tendría que adelgazar el sector público?
–La primera cuestión directamente en materia impositiva es tener claro para qué recaudamos impuestos y si hacemos un uso eficiente de los recursos. La Administración tiene que ser más eficiente. Con respecto a si tiene que adelgazar, yo diría mejor que se tienen que redistribuir los recursos, o lo que es lo mismo, habría que quitar grasa y aumentar el músculo, que es lo que permite la fuerza para actuar y ser más productivos.
–En materia de simplificación administrativa, se espera aprobar en breve la cuarta ley al respecto en la Región de Murcia.
–En general, también en la UE, y en España, se habla de simplificación, pero no me canso de ver nuevas normas que generan más burocracia. Así que lo primero es no sacar cosas que luego te des cuenta que nadie ha analizado por sus exigencias. Porque en principio, sobre el papel todo puede estar bien. Así que por qué existe cuarta ley, es que se necesitará una quinta. Considero que es mejor que arreglemos lo que ya está en circulación, los procesos, y cuando generemos nuevos que vengan con una simplificación administrativa implícita, que no tengamos luego que pensar cómo hacerlo. En la propia Administración los procesos siguen siendo burocráticos y eso hace que los empleados no sean tan productivos.
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