Así cayó en la Región de Murcia el 'dream team' de los robos
'Califa', 'El Pulga', 'Talibán', 'Madriles' y 'Roche', miembros de una banda sospechosa de casi cien delitos, suman 155 arrestos
Si existiera una selección nacional del choriceo, ellos estarían en todas las alineaciones. Los periodistas deportivos, tan proclives a poner etiquetas como pueda serlo una ... dependienta de Zara, acuñarían categorías como 'La Quinta del Califa'. Y los aficionados recitarían de memoria esa formación, como aún hoy lo hacen con las del Brasil de los 70 (Carlos Alberto, Ze María, Tostao, Rivelino, Jairzinho, Pelé...) o el Real Madrid de los 50, aquel de Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas, Gento.., que puso a reventar de 'orejonas' la sala de trofeos del Santiago Bernabeu.
El problema está en que la fama, ya lo sabemos, tiene muchos inconvenientes. Y el principal de ellos, para este particular equipo, es que basta con que se cometa un alunizaje en la Región, o algún asalto nocturno en un comercio, o un butrón en una estación de servicio..., para que los especialistas de la Policía Nacional y de la Guardia Civil comiencen a interesarse por el paradero y las más recientes andanzas de cada uno de sus supuestos integrantes. Es lo malo que tiene acumular innumerables 'convocatorias' por las celdas y calabozos de todo el Sureste español, hasta un total de 155 para los cinco miembros más renombrados de la organización: Francisco Andrés P.C., 'El Pulga', con 42 detenciones, reclamaciones y requerimientos judiciales; Vicente R.C., 'El Madriles', con 17 antecedentes delictivos; José A.M., 'El Califa', con 28 anotaciones en los registros policiales; Manuel F.E., alias 'Roche', con 41 detenciones y reclamaciones, y Andrés Indalecio O., popularmente conocido como 'El Talibán murciano' y que apenas hacía dos meses que había salido de prisión, con 27 reseñas acumuladas desde el año 2000.
Los móviles 'cantan'
No hacen falta más razones para explicar por qué, el pasado octubre, tanto los especialistas de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional como sus colegas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Benemérita se pusieron a seguir el rastro de estos ases del delito, en cuanto comenzaron a acumularse denuncias contra una banda que, bien a golpe de marro y para de cabra, bien a base de alunizajes, estaba desvalijando negocios por media Región.
Después de obtener los primeros indicios sobre la supuesta participación en los asaltos de 'El Califa', 'El Pulga', 'Guacho' y 'Madriles', el Juzgado de Instrucción número 9 de Murcia autorizó la intervención de una larga lista de números de teléfono que utilizaban para sus presuntas fechorías -hasta una decena manejaba 'Califa' para tratar de sortear su seguimiento- y no tardaron en registrarse las primeras novedades, que apuntaban a que las sospechas de los investigadores no iban desencaminadas.
En pocos datos
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20 delitos de robo con fuerza en estancos, restaurantes, estaciones de servicio, naves...
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56 robos de coches para localizar objetivos y para los 'alunizajes'.
De esta manera, en la madrugada del 27 de octubre, interceptaron una llamada de 'Califa' a su compañera, a la que explicaba que se encontraba «en medio de la sierra» y que «nos ha salido... -«el tiro por la culata», se escucha otra voz de fondo-; las mujeres nos han salido rana. Te dejo, que vamos a mirar otra cosa, porque no veas la que se ha montado aquí».
Los agentes averiguaron, gracias al posicionamiento de las antenas de los móviles y a las denuncias que horas después pusieron los afectados por el intento de robo, que 'Califa', 'El Pulga' y otros compinches se encontraban esa noche en Ulea, en el paraje de La Losilla, donde habían tratado de reventar un comercio. Pero tuvieron que escapar precipitadamente al verse sorprendidos por los vecinos, y acabaron 'alunizando' en un restaurante de Archena, que -esta vez sí- lograron en apariencia saquear sin mayores contratiempos.
«Las chicas estaban calientes»
Con la referencia a «las mujeres nos han salido rana» solo estaban utilizando un lenguaje en clave, como quedó demostrado unos días después, en la madrugada del 3 de noviembre. En esa ocasión, 'Califa' volvió a llamar a su novia para decirle que, en esta ocasión, «las chicas estaban calientes, calientes, calientes... Me han dejado hasta que me lleve las bragas y el sujetador».
Seguidamente le hacía saber que «todavía nos queda un ratico, aunque si quieres te dejo a ti el pico y vienes tú y las abres». Un comentario que apuntaba presuntamente a que estaban destrozando las dos cajas registradoras que la banda se había llevado del Bar Munich de Villena (Alicante), reventado por el refinado sistema de empotrar un coche contra la puerta principal.
Pero si los asaltos a establecimientos llevaban a maltraer a los agentes de los grupos especializados en delitos contra el patrimonio, peor todavía era el asunto de los robos de coches -utilizados profusamente tanto para la localización de objetivos como para los alunizajes y las subsiguientes huidas-, que se habían convertido en un incesante goteo cotidiano. Con lo cual resultaba evidente que, o bien lograban meterle mano muy pronto a la banda, o esta les iba a dejar las estadísticas policiales con la misma roña que el palo de un gallinero.
«¡Ha saltado la alarma!»
Con cierta impotencia, pero con la conciencia de que es cuestión de tiempo y de constancia que la organización delictiva sea desmantelada, los investigadores siguen acumulando pruebas. Básicamente, el trabajo consiste en enlazar los datos desvelados por los pinchazos telefónicos con las denuncias de los afectados por los robos, el posicionamiento de las antenas de los móviles y las huellas y otros indicios recabados durante las inspecciones oculares.
A la vez recaban informaciones sobre la jerarquía, la estructura y los métodos propios del grupo criminal, sabedores de que el mejor sistema para cobrarse una pieza es conocerlo todo sobre ella y lograr anticipar sus movimientos.
La banda usa un lenguaje clave en sus contactos. Si la operación fracasa, afirman que las mujeres estaban frías; si triunfan, declaran que «nos han dejado llevarnos hasta las bragas y los sujetadores»
En esa línea, 'Califa' se significa como el auténtico líder y 'cerebro' del grupo. Son muchas las ocasiones en que queda constancia de ese rol, como en la madrugada del 1 de diciembre, cuando la banda se dispone a asaltar una nave el el polígono industrial La Polvorista. «Escúchame, hermano», le oyen decir los guardias civiles; «que te aúpe; te subes pa dentro y que él vaya ligero a por los marros».
«Tranquilos, tranquilos -sigue dando indicaciones por teléfono, mientras vigila desde la distancia-; vosotros dadle ahí duro. ¡Dadle duro ahí, su puta madre!».
Hasta que, de repente, grita retirada. «¡Ha saltado la alarma! ¡Ha saltado la alarma! ¡Venga, arrancad el coche y subir pacá ligeros! ¡Venga!».
Esa noche, las 'mujeres' les han rechazado con cajas destempladas. Pero no tardan en triunfar con un estanco - «tengo ahí quince cajas de Marlboro y Chester de 50 cada una»-; una tienda de embutidos - «nos hemos llevado cientos; una tontería que hemos hecho. Te llevo luego un jamón para vosotros»-; una confitería de Cieza -«he tenido que arrancar yo la caja registradora»-; una estación de servicio del polígono La Capellanía de Archena -«he visto varios fajos, había al menos 2.000 o 3.000 euros»-...
«Imposibilidad de frenarlos»
En los primeros días de febrero, los agentes presentan un informe en el juzgado en el que, además de cifrar en 67 los delitos presuntamente cometidos por la banda hasta ese momento -«aunque podrían llegar a aproximarse al centenar», advierten-, admiten que «si bien se ha intentado evitar la incesante actividad criminal desarrollada, ante la imposibilidad de frenarla este equipo de investigación conjunto estima necesario proceder a las detenciones de todos los investigados y al registro de sus domicilios».
Unas horas después, con mayores o menores esfuerzos, todos ellos están engrilletados y de camino a los calabozos de la Comandancia o la Jefatura Superior. Por las dependencias judiciales se registra luego el habitual trasiego de conocidos penalistas: Jorge Novella, Eduardo Romera..., que no se engañan sobre el desenlace de esta historia. Tampoco los investigadores: la prisión nunca es un punto y final. En esta serie todavía quedan muchos capítulos por escribir.
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