Otras 218 oficinas bancarias echan el cierre en tres años en la Región de Murcia

Al cierre del pasado año, los datos oficiales del Banco de España contabilizan la existencia de 359 oficinas de bancos en territorio murciano, frente a las 577 existentes en 2019. Del total, 137 están ubicadas en el término municipal de Murcia, y las 222 restantes se distribuyen por el resto de ciudades y pueblos de la Región. Precisamente, en la comparativa de 2022 frente a 2021 se constata la desaparición de 22, una cantidad significativa pero que ya es muy inferior al desplome anual con respecto a 2020, cuando se superó ampliamente el centenar de sucursales.

En cualquier caso, resulta evidente que la búsqueda de una mayor rentabilidad dentro del nuevo modelo comercial es el objetivo esencial para la banca, que está en una carrera constante de reducción de costes tras la gran expansión experimentada en el arranque del siglo, y donde la redimensión de la red y del personal se convierten en ejes claves. Aunque eso, por supuesto, tiene consecuencias directas sobre el servicio que se ofrece a los clientes, ya que provoca especiales dificultades en la atención a determinados grupos de población, en particular a las personas mayores ante su menor destreza tecnológica.

Más allá del menor número de oficinas propiedad de los bancos, también se constata una caída similar al computar al conjunto global del sector, como son cooperativas y entidades de crédito. Una suma que eleva la red financiera regional a una cifra máxima de 520 establecimientos, a fecha de 31 de diciembre de 2022, tal como recoge el portal del Centro Regional de Estadística de Murcia (CREM) con datos del órgano regulador estatal. Se trata también de casi un 30% menos que las registradas en 2019.

Hay que tener en cuenta que en 2021 se produjo por parte de CaixaBank la fusión por absorción de Bankia, que con anterioridad había integrado a Banco Mare Nostrum (BMN), del que formaba parte Cajamurcia, entidad histórica que había ejercido el liderazgo financiero en la Región hasta la desaparición de las cajas de ahorros en 2015. Tampoco se puede obviar el impacto de la adquisición que Banco Sabadell hizo de Caja Mediterráneo (CAM), la otra marca de referencia, que impulsó un plan de eficiencia que supuso el cierre de una treintena de oficinas.

Los ciudadanos que residen en núcleos rurales pequeños y pocos poblados son los más perjudicados por las dificultades de acceso ante la cada vez menor cobertura territorial por parte de las entidades financieras. Una circunstancia que obliga más si cabe a realizar las operaciones a través de Internet.