«Si la política se mantuviera al margen, el problema del agua ya estaría solucionado»
«España no es un país normal, porque en cualquier sitio, el agua se lleva desde donde sobra hasta donde falta. Otra cosa es que ... queramos que siga avanzando el desierto y que, en consecuencia, emigremos a otras tierras». Esta es la reflexión de Rafael Giménez, un regante y productor ciezano que vive la pertinaz sequía que atraviesa el Sureste con mucha preocupación. Parte de sus tierras dependen directamente de las aguas del Segura, que van a ver recortadas las horas de riego en cuestión de días. Cree que, «si la política se hubiera mantenido al margen el problema del agua, ya estaría solucionado hace mucho tiempo».
Giménez es de esos agricultores que han ido ampliando su producción con los años a base de muchas gotas de sudor. Ya casi jubilado, quiere que el sustento de sus hijos siga siendo el campo, pero lo ve difícil ante las actuales circunstancias. «Aunque son muchos los frentes que tiene abiertos el campo, el del agua es el más crítico, porque estamos viendo como las sequías son cada vez más largas e intensas», insiste Giménez, quien no duda en instar a las administraciones a que «sigan esforzándose para que se consensúe un plan nacional que distribuya el agua por todo el país».
Por lo pronto, este regante de la Vega Alta va a ver muy mermada su producción de aceituna en el paraje de la Corredera, donde riega de los recursos de la Comunidad de Regantes de Ascoy Benís Carrasquilla, cuyas aguas provienen de pozos particulares y del propio río. «Afortunadamente –explica–, estamos ante el final de la temporada de fruta de hueso y, en cuanto comience a hacer un poco de frío, los árboles se aletargarán y precisarán de menos riegos, al menos hasta finales de enero, cuando comenzarán de nuevo a mover y a florecer».
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