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Lunes, 12 de julio 2021, 02:44
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«Hay metraje y grabaciones de objetos en el cielo que no sabemos exactamente lo que son». La frase no la ha pronunciado cualquiera. La dijo el pasado mes de mayo, en una entrevista en la 'BBC,' el expresidente de Estados Unidos Barack Obama. Estas declaraciones han venido acompañadas de un goteo de publicaciones ligadas al fenómeno ovni, que vuelve con fuerza tras conocerse que el Pentágono ha presentado al Comité de Inteligencia del Senado de EE UU un informe que contiene la desclasificación de 144 casos de avistamientos de objetos en los cielos carentes de explicación. Se trata de «fenómenos aéreos no identificados».
Varios medios estadounidenses han tenido acceso a algunas de las conclusiones y varios altos altos cargos se han comprometido a revelar todo lo que sepan. El referido informe no proporciona evidencias de vida extraterrestre, aunque admite que existen una serie de fenómenos sin explicación aparente que han inquietado a las autoridades estadounidenses. El investigador murciano Joaquín Abenza, ingeniero industrial de profesión y director durante más de 30 años del programa 'El último peldaño' de Onda Regional de Murcia, considera que podríamos estar ante el inicio de una nueva fase «fidedigna y real del fenómeno ovni, conforme se vayan conociendo más expedientes oficiales».
España fue uno de los primeros países en proceder a la desclasificación de los denominados popularmente 'expedientes x'. De hecho, se consideró nuestro país como uno de los 'conejillos de indias' para comenzar a esclarecer algunos de los casos de los que los militares habían sido testigos. En 1992, en un fórum organizado por el periodista Juan José Benítez, el Ministerio de Defensa anunció la desclasificación de expedientes sobre avistamientos de ovnis en el espacio aéreo español. Ese mismo año, el teniente coronel Ángel Bastida desveló las incógnitas de algunos de estos expedientes en el programa de Abenza, en la emisora pública de la Región de Murcia.
Casi 24 años después, en 2016, 80 nuevos casos que se encontraban almacenados en los viejos archivadores de los acuartelamientos españoles fueron desclasificados. Entre los avistamientos, varios se produjeron cerca de las costas de la Región e incluso algunos de ellos en tierra. Uno de los más llamativos tuvo lugar en El Garrobillo el 14 de julio de 1978. En el informe se detalla que, aquella madrugada, «durante un ejercicio nocturno de una unidad del Ejército de Tierra, un equipo, realizando un golpe de mano, observó una luz roja que les siguió desde las 4.00 horas hasta las 6.00 horas, en la zona de El Garrobillo, en el término municipal de Mazarrón [la citada pedanía pertenece en realidad a Lorca]»
Según la descripción que consta en el informe, «era un conjunto de una luz roja que se apagaba en ocasiones, con dos luces blancas levemente verdosas que se encendían esporádicamente, volando sin formación concreta». El documento añade que el avistamiento se produjo a la altura de la rambla de la Pinilla durante unos 15 minutos, y que a la vuelta al campamento lo encontraron «en las inmediaciones del kilómetro 13, quieto sobre la carretera y a una altura de 8 a 10 metros». Los militares relataron que «caminaron hacia el conjunto de luces, pero este también avanzaba». Los acompañó, de forma silenciosa, hasta el improvisado campamento que había montado la compañía para estas maniobras a una altura de entre 4 y 30 metros.
El del butanero Tamames fue otro de los casos que más dio que hablar en su día. De hecho, el acontecimiento fue portada de LA VERDAD el 8 de febrero de 1979 bajo el titular 'El butanero Tamames, cercado por más de 50 ovnis'. Este barco partió de la localidad de La Alcudia, en Valencia, por la mañana en dirección a Escombreras, en Cartagena. Sucedió el 6 de febrero de 1979, ya bastante adentrada la noche. El informe oficial del mando operativo aéreo del Cuartel General del Ejército del Aire habla del 'avistamiento' de luces con reflejos de color amarillento rojizo, lo que en un primer momento hacía presagiar una situación de emergencia. «A las 21.17 horas, se observaron por la banda de babor unas luces con un reflejo hacia arriba de color amarillento rojizo».
El informe señala que el radar no detectó ningún eco, pero a los 20 minutos comenzaron a aparecer «haces que blanqueaban intensamente la pantalla» similares a los de las balizas de navegación. El capitán del barco, que al día siguiente atracó en la dársena de Escombreras, declaró a LA VERDAD que, durante seis horas, estuvieron «cercados por más de medio centenar de ovnis, desde Formentera hasta unas noventa millas de Cabo de Palos. El radar daba unos pantallazos terribles», puntualizó.
Fue en el año 2000, concretamente el 14 de junio, cuando el agente de la Guardia Civil Juan Soler y su compañero observaron una potente luz ovalada en el cielo. Era poco después de la una de la madrugada. El incidente completo consta en la hoja de servicio del cuartel de la Guardia Civil de Mazarrón de aquel año:
«En la zona más alta de Calnegre se divisaba un objeto semejante a un reflector, con intensas tonalidades de luces rojas, verdes y blancas, predominando entre todos el color rojo. Mi compañero y yo comenzamos a hacernos las siguientes preguntas:
–¿Eso parece un faro instalado en lo alto del cabezo de Cope?
–¡Qué barbaridad, no puede ser!
–¿Será un helicóptero de la Armada Española realizando maniobras cerca de aquí?
–¡Tampoco!».
«El gran objeto tenía un diámetro superior a los tres metros en el centro y más de cuatro metros de altura, y finalizaba con extremidades puntiagudas», detalla Juan Soler en el informe, asegurando que, después, «fue descendiendo hasta emerger en el mar y ser rescatado por una pequeña embarcación de color rojizo y con una tripulación de extrañas características».
Avanzando hacia el norte de las costas murcianas, el 16 de noviembre de 1965, el oficial de vuelos de la Academia General del Aire informó del testimonio que le habían trasladado tres suboficiales de esta compañía. Según el documento desclasificado, eran las 6.40 horas del día 16 cuando uno de los testigos, el suboficial Vicente Miralles, se desplazó desde su casa para incorporarse a su jornada laboral en la Academia General del Aire de San Javier. No fue una mañana más en la base aérea.
LA VERDAD ha podido hablar con el hijo de este militar, que lamentablemente perdió la vida en un desgraciado accidente de tráfico hace unos años. «Mi padre fue testigo de dos avistamientos, y los dos fueron desclasificados por el Ejército», explica Carlos Miralles. «Tras desayunar en casa, mi padre se dirigió a la base de San Javier como cualquier otro día a bordo de su motocicleta. Aquel día había una bruma muy rara sobre el Mar Menor y, a la altura de los 'Pabellones', le cayó un haz de luz en la cabeza. Rápidamente, por instinto, intentó esquivarlo creyendo que se trataba de algún helicóptero».
Según explica su hijo, una vez que llegó a la entrada a la base, observó que la bruma comenzaba a despejarse, y vio como de la misma salía un objeto con estilo de sombrero mexicano. Una vez en el interior de la base, se quedó atónito al ver a todo el escuadrón del cuartel con armas en mano y a todo el mundo con el susto en el cuerpo. Miralles asegura que, según le contó su padre, «el ovni permaneció estático hasta que aparecieron dos cazas norteamericanos, escoltaron al objeto y se perdieron en el horizonte marino».
Este mismo suboficial observó un segundo avistamiento el 16 de noviembre de 1965, esta vez en forma de una bola muy brillante de color verdoso que se asemejaba a la luna llena, relata su hijo.
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