Tierra de nadie, excepto para el IBI
Decenas de viviendas en Bahía Bella, entre Los Alcázares y Cartagena, carecen de red de aguas residuales, aceras, farolas y limpieza aunque pagan impuestos municipales
Los vecinos de Bahía Bella viven en los bordes de la ley y de la rambla del Albujón. La maraña legal ha permitido que la urbanización crezca espontáneamente en las últimas tres décadas, pero no reconoce las viviendas debido a que están en una zona inundable, aunque sí les obliga a pagar el impuesto de bienes inmuebles de naturaleza urbana, que el Ayuntamiento de Cartagena ingresa cada año.
Más de 700 euros paga por el IBI Juan Pujalte a cambio de nada. En estos días que baja el calor en esta planicie a pocos metros del Mar Menor, el veterano propietario se entretiene construyendo la acera de su tramo de vial público. Con resignación le da a la paleta con cemento para adecentar el entorno, aunque no es el único servicio que le ahorra al Consistorio. Acaban de pagar un servicio de limpieza de los solares de alrededor «porque había ratas como conejos», cuenta su mujer. También incorporaron a su fachada un farol con sensor de movimiento para evitar sustos nocturnos, ya que en Bahía Bella solo tienen iluminación exterior los vecinos que han comprado una farola y la han instalado por su cuenta.
Tampoco tienen asfaltadas las calzadas, ni aceras de baldosas, ni ordenación del tráfico. La recogida de basuras solo funciona en unas pocas calles, de modo que la mayoría de los vecinos lleva sus bolsas a los contenedores de la parte alcazareña de la urbanización. De hecho, el Ayuntamiento de Los Alcázares asume esta extensión no remunerada del servicio, igual que negoció con la empresa concesionaria de agua potable para que les proporcionara suministro en todos los grifos. Con un sistema tal vez único en la Región, los vecinos abonan cada mes el importe del agua consumida a la Asociación de Vecinos, y esta paga a la empresa Aqualia.
El Ayuntamiento de Cartagena defiende que no puede invertir en la zona «porque incurriría en prevaricación»
Lo que no han podido resolver aún, dada su condición de territorio 'de nadie', es la dotación de una red de evacuación de aguas residuales. Solo los pocos vecinos del lado alcazareño –que abarca unas tres calles con alrededor de 40 viviendas– cuentan con conexiones a la depuradora. El resto de las viviendas –más de 300– funcionan con pozos negros, que con variable frecuencia tienen que vaciar. Otros directamente evacúan las aguas negras al subsuelo.
«Mi casa es la única legal de toda la zona, pero nos dicen que si queremos alcantarillado que lo paguemos nosotros», explica Manuel Bernal, residente en La Arboleda, uno de los tres barrios que componen Bahía Bella. «Puse una farola para que la gente no se tropezara al salir a llevar la basura», señala en dirección al contenedor de Los Alcázares que se encuentra ya en zona cartagenera. A pocos metros, Juan José Martín de Bernardo disfruta en suelo alcazareño de luminarias en toda la calle y red de desagüe. «Es que donde terminan las baldosas empieza Cartagena», indica el vecino, que tuvo que pagar 37.000 euros como gastos de urbanización cuando su vivienda y las de su entorno se incorporaron a la ordenación urbanística.
Urbanización ilegal
Las del lado cartagenero no han corrido la misma suerte. Ni parece que la vayan a tener en el futuro. Según el Ayuntamiento de Cartagena, Bahía Bella es «una urbanización ilegal, con una situación muy complicada desde hace 30 años, y los vecinos conocen perfectamente los problemas que tiene el Consistorio para invertir en esa zona, porque incurriría en prevaricación».
Fuentes municipales aseguran que «se ha buscado en múltiples ocasiones fórmulas jurídicas que permitan actuar en Bahía Bella, pero de momento no las hay». Para el alcalde de Los Alcázares, Mario Pérez, «la solución para Bahía Bella es complicada, pero nosotros siempre vamos a tener la mano tendida a esos vecinos y, de hecho, cuando hay inundaciones es Protección Civil de Los Alcázares la que va a rescatarlos».
«La playa era una maravilla»
La última canalización de la rambla del Albujón desvió el cauce haciendo un zigzag en la desembocadura, obligada a bordear la urbanización. «Son años y años llevando suciedad de depuradoras y nitratos al Mar Menor», denuncia Mercedes Aparicio, de la Asociación de Vecinos de Bahía Bella. Frente a la boca de la rambla, el Mar Menor se desangra en un oleaje corto de aguas marrones. Al caudal que trae el Albujón cargado de nitratos se le une lo que escupe una tubería gruesa entre los carrizales que sobrevuela una colonia de garzas. «La playa era una maravilla y ahora es una infección», tuerce el gesto el vecino Manuel Bernal. A la contaminación que inyecta la rambla se añade una orilla sembrada de basura en lo que a la entrada se anuncia como un criptohumedal hipersalino protegido, aunque sorprende más aún el cartel anunciador que, coronando la rambla de aguas nocivas, anuncia: 'Itinerario ecoturístico'.