La nueva vida de Tania empieza en Yassmin
Tras años de adicción a las drogas y el paso por la cárcel, esta madre de Los Rosales ha encontrado en su tercera hija un motivo por el que luchar. No ha estado sola
Yassmin mira a su alrededor con ojos bien abiertos. Es una bebé de mes y medio espabilada, tranquila, aunque cuando tiene hambre lo hace saber. ... Tania, su madre, le da el pecho y vuelve a calmarse. La lactancia materna es vínculo, alimento, amor. Para Tania es además una nueva esperanza acompañada de una enorme responsabilidad. Cuando se quedó embarazada, esta joven de 32 años del barrio de Los Rosales, en El Palmar, estaba enganchada a la cocaína. También tomaba alcohol. El servicio de Protección del Menor le había retirado la custodia de sus dos hijas mayores, de 13 y 15 años. Le advirtieron de que también se quedaría sin Yassmin cuando naciese si la situación no cambiaba. O las drogas o sus hijas, no había más alternativa.
«Empecé a tomar porros con 20 años. Luego llegó la cocaína. Consumía para evadirme de los problemas que tenía. Pero claro, lo que venía con las drogas eran más problemas», cuenta Tania. Había crecido en un entorno difícil, en un barrio castigado por la exclusión y el trapicheo. Varias veces intentó dejarlo, pero siempre caía al mismo pozo, que cada vez era más hondo. En 2018, terminó en la cárcel. «A mis dos hijas mayores las crió mi madre. Ella era su madre», confiesa. Seis años estuvo Tania en prisión. Allí se rehabilitó. Cuando salió «estaba limpia». Pero volvió a Los Rosales, a la misma realidad sin futuro.
«Me dijeron que si no debaja de consumir me quitarían la custodia. Me costó mucho, pero me he desenganchado»
Tania trabajó en una panadería, una confitería, algún bar. Pero la droga la hundía, una y otra vez. Cuando se quedó embarazada, estaba en el pozo. Las alertas saltaron cuando acudió a la consulta. Fue derivada a la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca. El consumo de drogas y alcohol no solo empujaba a Tania a perder la custodia, también suponía un grave riesgo para la salud del futuro bebé.
Bajo la dirección del pediatra Juan Antonio Ortega, Salud Medioambiental lleva años trabajando en la prevención de los trastornos del espectro alcohólico fetal (Teaf) y de los problemas en el neurodesarrollo que puede provocar el consumo de tóxicos durante la gestación. Tania encontró en Ortega algo que fue determinante. Aquel médico no la juzgaba, no la tenía por condenada a seguir enganchada a las drogas, creía en su posibilidad de cambiar el rumbo y en su capacidad para responsabilizarse de aquella nueva vida que creía en su interior. «Me estaba rindiendo, pero él creía que podía lograrlo», resume la madre.
Las cartas sobre la mesa
Tania pasó por la consulta del enfermero de la unidad, Miguel Felipe Sánchez, para completar la 'hoja verde', una historia clínica ambiental en la que se recoge la exposición a todos los tóxicos, así como los hábitos de vida. A partir de este primer paso, las cartas se pusieron sobre la mesa. Tania no podía seguir consumiendo si no quería perder a Yassmin, así que debía someterse todas las semanas a análisis bajo supervisión. «Al principio me costó mucho dejarlo», confiesa. Algunas semanas no aparecía, pero a partir de enero, al final del primer trimestre de embarazo, todo cambió. Una semana tras otra, los análisis dieron negativo a drogas.
Tania dejó Los Rosales y se fue a vivir con su actual pareja a Sangonera la Verde. «Él ni fuma ni bebe, y eso me ha ayudado mucho», confiesa. El 23 de julio, Yassmin nació en La Arrixaca, por cesárea. Todo fue bien. La bebé estaba sana, y sigue estándolo. Los primeros controles con su pediatra lo han confirmado. Tania ha sacado de su hija las fuerzas para seguir adelante y empezar una nueva vida. Desde el principio le está dando pecho. La lactancia materna ha supuesto otro compromiso: es totalmente incompatible con el consumo de alcohol y drogas.
Prevenir desde el principio
Esta semana, Tania ha vuelto a La Arrixaca y allí se ha hecho otro control. También a Yassmin se le irá siguiendo a lo largo del tiempo para comprobar que el consumo de los primeros meses de embarazo no genera problemas en el neurodesarrollo. Ortega le da a la madre pautas para la estimulación cerebral: desde leer un cuento a incentivarle a que explore a su alrededor. «Con casos como el de Yassmin, lo importante es que la red se active: desde Primaria a los trabajadores sociales y Atención Temprana, pasando por el CAD (Centro de Atención a la Drogodependencia)», explica el jefe de la Unidad de Salud Medioambiental. Los trastornos del espectro alcohólico fetal (Teaf) han estado tradicionalmente infradiagnosticados. Son niños que muchas veces no presentan problemas hasta que llegan a la escuela. Allí es cuando se evidencia la falta de concentración, las dificultades de aprendizaje o los problemas comportamentales. Y aparece el fracaso escolar.
Pero para prevenir todo esto, hay que empezar a trabajar con el niño mucho antes, desde el nacimiento. Por eso, la estrategia que plantea Ortega es la del seguimiento y la detección temprana. Pero lo más importante ahora, para Yassmin, es el amor y el cuidado que le dan su madre y sus hermanas. A Tania, su compromiso con una nueva vida le ha permitido recuperar a sus dos hijas mayores. Todavía permanecen en un centro de la Comunidad, pero en las próximas semanas estarán de vuelta en casa. A la pequeña ya la conocen. «Hemos pasado unos días juntas en la playa; les encanta jugar con Yassmin», cuenta Tania.
La vida acaba de comenzar para Yassmin, pero también para el resto de la familia empieza una nueva vida que, como todos los inicios, llega cargada de esperanza, porque nada está escrito y todo es posible.
Unos 70 embarazos de muy alto riesgo bajo seguimiento
Por la Unidad de Salud Mediambiental de La Arrixaca pasan cada año «entre 70 y 80» mujeres embarazadas con el perfil de Tania. Son casos en los que el consumo de tóxicos ha sido muy elevado y está ligado a adicciones. Pero el riesgo de trastornos del espectro alcohólico fetal (Teaf) se extiende a otros muchos embarazos, porque ningún consumo es seguro. Cada año nacen en la Región de Murcia unos 2.000 niños que han estado expuestos a alcohol u otras sustancias en niveles de riesgo. Lo advierte Juan Antonio Ortega en un nuevo libro, 'Órbita Teaf, el pulso de la salud planetaria', en el que apuesta por la prevención y detección precoz.
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