'El Niño': «Ya no se atraca como antes»
Eduardo Pueyo del Río, hoy reinsertado, asaltó medio centenar de bancos en dos décadas y fue el primer ladrón en robar euros en 2002
El día en el que una mano «como una sartén de grande» agarró su chaqueta y le hizo frenar en seco su huida de la ... Policía, Eduardo Pueyo del Río, alias 'El Niño', fue arrestado por decimosegunda vez. Aún hoy guarda cierto rencor a aquella prenda por no ceder a sus intentos frenéticos de despojarse de ella. Acto seguido, cuatro tíos, «como cuatro armarios roperos», se le tiraron encima, uno detrás de otro, como si se tratara de una melé de rugby. «Eran empleados de una empresa de tractores del Castillejo. Vieron al policía que me perseguía, y me placaron. ¡Tch!», chasquea la lengua.
A los pocos minutos, ya tenía puestas las esposas e iba camino de la Jefatura Provincial de la Policía Nacional. Ese día, el 4 de enero de 2002, tras el asalto a un banco de la calle La Gloria, se convirtió en el primer ladrón de euros de toda España. «Había entrado un furgón que llevaba 120.000 euros para hacer el cambio en pesetas. Fuimos al Castillejo a por las 'cosas' y llamamos a la puerta de la oficina». Su compinche se quedó en la puerta, vigilando con la recortada, mientras él enfilaba hacia el mostrador. «Le dije al empleado que abriera las cajas que acababa de traer la furgoneta con el dinero. Pero las condenadas no se abrieron». De repente, una chica se asomó a la puerta desde la calle, los vio y tuvieron que salir huyendo. «Cogimos lo que pillamos por allí suelto, unos 1.800 euros -300.000 pesetas de la época-, aunque en ese momento no sabíamos ni cuánto era al cambio».
El euro llevaba cuatro días en circulación en España «y las cuentas no eran lo mío. Nos escondimos en un bloque vacío en el Castillejo. Yo estaba muy mosqueado porque el palo había sido un fracaso, y a los 20 minutos salí a la calle. Un guardia me vio y empezó a perseguirme. El resto de la historia..., ya la sabes», indica.
Esa escena del policía, la carrera, la mano asiendo la chaqueta, el suelo y la mole de tíos encima fue clave en su vida. Fue la última vez que entró en prisión. Gracias a esa detención, «la número doce, creo», salió del bucle 'robar para meterse, y atracar cuando iba drogado'. «Iba en círculo todo el día, como en una barca con un solo remo». Si aquel día hubiese escapado, quizá, afirma, hoy no estaría aquí. Con 50 atracos a bancos y joyerías a sus espaldas en 23 años, y con la salud carcomida por la heroína, aquel día puso punto y final a la violencia. «Me cayeron dos años. Mi abogado explicó al fiscal que si me metía más pena iba a morir en la cárcel, porque estaba muy enfermo. Durante ese tiempo decidí dejarlo todo. Me dije: 'Se ha terminado', y me propuse llevar una vida normal. Me desenganché de la droga y dejé de dar palos; me corté la coleta, vamos».
Y cuando salió de prisión en 2004, cumplió. Hoy, 16 años después de pagar sus deudas con la sociedad, Eduardo Pueyo del Río tiene 57 años, es un vecino más del castizo barrio de Santa Eulalia, cobra una pensión estrecha de 400 euros y ayuda a sus cinco hijos, «cada uno de una madre diferente». Mientras habla con La VERDAD, le llama una de sus hijas:
-«Dice que vaya a recoger a mi nieto al cole. Hacen conmigo lo que quieren».
Pero el abuelo no siempre fue así. Desde finales de los setenta, y en la década de los ochenta y noventa, 'El Niño' fue uno de los delincuentes más perseguidos. Trajo de cabeza a guardias y banqueros. En el casi cuarto de siglo en el que se prolongó su actividad delictiva, protagonizó medio centenar de atracos a punta de pistola dentro y fuera de la Región. En los primeros años, en pleno apogeo del 'quinquismo', 'El Niño' vivió huyendo, robando y picándose los brazos. Explica que, al principio, el botín que conseguían lo gastaban en divertirse, «en copas y en vestir bien». Pero eso cambió en la década de los ochenta con el auge de la heroína. «El caballo nos hizo polvo. Todo lo que sacábamos iba para pillar». Puede decirse que 'El Niño' es 'El Vaquilla' o 'El Torete' murciano. Aunque nació en el muncipio vizcaíno de Barakaldo, a los once años se trasladó a Murcia con su madre, al barrio de Santa Eulalia. «Soy más murciano que el limón», indica. Y al poco de llegar, comenzó su carrera delictiva. «Me pusieron 'El Niño' porque entré a la cárcel por primera vez siendo muy joven, en abril de 1978. «Tenía 16 años; robé un mechero de un coche. Me metieron en la cárcel de La Redonda. Allí se me pegó lo malo». Salió, y antes de cumplir los 17 años volvió a prisión, «por atracar un banco en Alguazas y otro en La Ñora, el 23 de marzo de 1979». Ese fue el comienzo de un periplo por los presidios de España: Sangonera la Verde, Villena, Teruel, Burgos, Huesca...
Admite que era un ladrón de impulsos, que casi nunca planeaba el golpe, pero que en su época se robaba de una forma diferente a como se hace ahora. «Ya no se atraca como entonces. Antes intimidábamos a la gente, pero sin hacerles daño. Era preferible irte con las manos vacías antes que herir a alguien; ahora los ladrones entran dando palos, con violencia, y así no se hacen las cosas».
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