Las multas por ponerse al volante drogado repuntan más de un 77% en la Región

Las multas por ponerse al volante drogado repuntaron hasta un 77,5% en el último año. En 2023, de acuerdo a los datos facilitados por la jefatura provincial de Tráfico, hasta 1.115 automovilistas fueron sancionados por conducir tras haber fumado marihuana, tomado cocaína o anfetaminas, entre otras sustancias. El año anterior la cifra fue bastante inferior, 628 sanciones. Las multas registradas el pasado año quedan, no obstante, por debajo de las 1.774 contabilizadas en 2021.

La DGT lleva años plantando cara al consumo de drogas al volante con un redoblamiento de los dispositivos que la Guardia Civil lleva a cabo en las carreteras. El pasado año estos agentes desplegaron en la Región hasta 3.444 controles de droga, una media de nueve diarios. La cifra se mantiene prácticamente estable respecto a los 3.231 controles que se desplegaron en 2019, pero supone un aumento notable respecto a los 2.136 que se realizaron en 2020. De los 3.444 automovilistas que se sometieron a estas pruebas el pasado año, 1.642 dieron positivo en alguna droga o en varias. El porcentaje de positivos es de un 47,6%, algo superior al de 2019 –que era de 41,6%–.

La última campaña que Tráfico desplegó en las carreteras regionales para plantar cara al consumo de drogas al volante se realizó en agosto. De las 101 pruebas 'antidroga' realizadas, un 57,4% dieron positivo, un porcentaje inusualmente alto.

Este elevado porcentaje de positivos, mucho mayor que el de las alcoholemias, tiene una clara explicación. Al contrario que las de alcoholemia, las pruebas para determinar si un conductor ha consumido drogas son bastante largas, algo molestas y un poco caras. Por este motivo, la Benemérita solo las realiza cuando tiene indicios suficientes para creer que el automovilista podría encontrarse bajo los efectos de alguna sustancia o da negativo en alcohol pese a mostrar una conducta sospechosa.

Estos controles antidrogas precisan una muestra de la saliva del automovilista, para la que este deberá succionar -unos diez minutos- una especie de bastoncillo. Esta muestra se introduce posteriormente en una máquina que, a través de reactivos, señala si el conductor ha tomado cocaína, opiáceos, anfetaminas, marihuana o tranquilizantes -o varias sustancias a la vez-. A esta prueba, no obstante, se le añade una segunda que es enviada a un laboratorio para un análisis más exhaustivo. Si el automovilista lo solicita, tiene derecho, incluso, a una tercera prueba –al igual que ocurre con las de alcoholemia– en un hospital.

Las drogas no son, sin embargo, el único problema que persiste en las carreteras de la Región. Más de 3.000 conductores –3.012– fueron denunciados el pasado año por circular tras haber tomado alcohol en la Comunidad, según los datos facilitados por Tráfico. La cifra es prácticamente igual a la del año anterior pero dobla los números que se barajaban en 2021.

La persecución de estas sustancias en la carretera no es un asunto menor. El 53% de los fallecidos el pasado año en las vías interubanas de la Región habían consumido alguna de estas sustancias, según explicaron fuentes de la Delegación del Gobierno. El 26% había tomado alcohol, un 11% drogas y otro 16% había consumido una mezcla de ambas, conforme a los análisis realizados por el Instituto de Medicina Legal. La jefatura provincial maneja un perfil de los conductores fallecidos el año pasado tras consumir drogas. Se trata principalmente de hombres, con una edad media de 46 años y con una antigüedad media del permiso de conducir de 18 años.