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Las mujeres fuertes

Galería T20 ·

Me gusta Ada Colau porque es quizá la política más inteligente hoy en España, tanto que administra hasta los recursos de su vida personal con un fin mayor

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Martes, 19 de diciembre 2017, 01:44

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Veo con cierta distancia el programa de televisión en que Ada Colau declara que tuvo novia. Es inteligente, ha hecho un buen movimiento para su electorado. Sin embargo, y tal vez sin darse cuenta, ha evidenciado una realidad de España: que una mujer confiese su bisexualidad aún es noticia. Voy a las redes y sorteo la cascada de 'haters' que vomitan basura preguntándome cómo pudieron meter en sus cuerpos todo ese odio. Veo, poco después, que los antiguos Reyes han asistido a un acto de la Academia de San Fernando. En la foto aparecen 23 hombres y la Reina sobre el fondo de un cuadro antiguo en el que aparece otra mujer, una santa a la que dos hombres están degollando. Es decir: en la foto hay 25 hombres y dos mujeres. Prácticamente todo en la vida depende de la forma en que crecimos, de la manera en que pasamos la infancia. Si fue con un padre autoritario y machista es frecuente que se reaccione de dos maneras: siendo otro machista autoritario o todo lo contrario. Si se creció entre mujeres, como es mi caso, suele ser distinto.

Tengo la íntima convicción de que si los españoles tuviésemos cuernos seríamos un pueblo invencible. Cuernos en el sentido físico, no amoroso. Astados desarrollaríamos el gran potencial que advirtió Machado, el de embestir. No somos un país que haya producido mucho pensamiento, la grandeza de la patria suele estar vinculada más a lo explosivo que a lo reflexivo. San Ignacio era soldado, como Garcilaso, Cervantes, Lope, Quevedo, Calderón y tantos otros. A Unamuno no le hizo falta pero convendrán conmigo en que no hablamos estrictamente del estudioso apartado de la vida y dedicado a lo elevado cuando se enfrentó a Millán Astray en Salamanca. La contradicción y el dolor que acompañan a Manuel Bueno Mártir son absolutamente españoles.

En este punto del relato nos damos cuenta de que no hemos citado a ninguna mujer. Podríamos haber metido a María Zambrano o a Santa Teresa, tan españolas como los de arriba. Pero tendemos a leer la historia de España en la clave masculina que ha primado y a citar a las rarezas femeninas como una suerte de comparsa en un discurso falocrático, a todas les ponemos un pero: la reina Isabel era cornuda y mojigata, la segunda reina Isabel era una lasciva incompetente. La princesa de Éboli era tuerta, sor Juana Inés de la Cruz (sí, sé que nació en ultramar) era lesbiana como la Colau, la Monja Alférez era un machorro, Agustina de Aragón… ya se nos ocurrirá algo. Todos los hombres de la historia de España tenían 'pronto', todas las mujeres tenían 'pegas', y así se las hizo pasar la Inquisición a todas nuestras místicas.

Hoy la sociedad masculinista española ha entendido que ya no se puede funcionar con la violencia para reprimir a la mujer porque hasta el más tonto sabe que la diferencia entre un hombre que le pega a una mujer y una mierda está por descubrir, así que se adopta el maldito 'pero'. Estoy a favor de los derechos de las mujeres 'pero'… El feminismo está bien 'pero' dentro de un orden marcado por la difusa falocracia. Lo triste es que las altas instituciones intelectuales del Estado avalan esta catastrófica situación. No hace falta que en San Fernando figuren solo un par de féminas, es que la de la lengua siembra un machismo estructural en el habla. Se dice 'médico' en vez de 'médica', pero también 'azafato' para que los varones no se sientan discriminados. Esta sociedad camina con una metástasis.

Me gustan las mujeres duras porque vivo con una. Me admira la capacidad de no abroncar a los camareros que, sistemáticamente, presentan la factura a un varón que, en mi caso, nunca lleva dinero encima; me fascina la solidez, diría la superioridad con que Carolina encara un mundo de hombres de una manera que yo seguramente no podría. Me gusta la forma en que las políticas fuertes plantan posición. De Inés Arrimadas se ha dicho que es un maniquí, que Ciudadanos tiene ese perfil en cada comunidad. Al margen de su credo hay que oírla hablar y estructurar discursos sin papel. Me gusta Ada Colau porque es quizá la política más inteligente hoy en España, tanto que administra hasta los recursos de su vida personal con un fin mayor. Me gusta Noelia Arroyo. Ya he dicho aquí que, si un día necesito que alguien me defienda, se lo pediré a ella. La he visto actuar con una fuerza y 'savoir faire' que no he encontrado en muchos hombres de nuestra política. Me gusta Manuela Carmena, así en general. Me gustan más las políticas que los políticos.

Un último dato nos enfrenta al espejo de nuestra inconsistencia: hay cerca de 1.400 políticos imputados en España por casos de corrupción; solo figuran 49 mujeres en la lista. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.

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