Una menor de la Región de Murcia reconoce haber sufrido una agresión sexual tras asistir a una charla
Una niña de 12 años confiesa a su profesora, tras una charla en su centro para prevenir abusos a menores, que cuatro años atrás la agredieron
La profesora había preparado la actividad para los alumnos de 6º de Primaria de un centro educativo de un municipio de la comarca del Noroeste. ... Como en el resto de ocasiones, la responsable del proyecto para la prevención de agresiones sexuales en la infancia inició la clase con la lectura del cuento infantil 'Mi cuerpo es mío', acerca de lo que significa decir 'no', rechazar contactos desagradables y poner límites, para que los niños tomen conciencia de sus emociones y de su cuerpo.
Tras la lectura de la fábula, la docente proyectó el vídeo en el que aparece el Dalai Lama pidiendo a un niño que le bese en la boca y, posteriormente, que le chupe la lengua. Al acabar, la maestra explicó a los niños en qué consistía un abuso, y hablaron del abuso de poder y sexual del vídeo. Les dijo que nadie podía tocar su cuerpo sin su consentimiento y que nadie podía pedirles que tocaran su cuerpo si no querían hacerlo. Subrayó que si alguna vez ocurría algo así, debían buscar a una persona de confianza para contarle lo sucedido.
Una alumna de 12 años se removía en la silla de su pupitre. Al concluir la actividad, se acercó a la profesora y le dijo que tenía que hablar con ella a solas. Alejadas del resto de la clase, en otra aula, la niña le contó algo que llevaba guardando desde hacía cuatro años, algo que no le había contado a nadie porque no sabía a quién acudir. Con la voz entrecortada, la adolescente le dijo que durante el verano de 2019, cuando ella tenía 8 años, el padre de la pareja de su progenitor la obligó a hacerle felaciones y le hizo tocamientos.
Activación del protocolo
La maestra puso en marcha en ese momento el protocolo establecido para los casos de agresiones sexuales a menores. Lo comunicó a la dirección del centro, que, a su vez, informó a la madre de la niña. La denuncia por la presunta agresión sexual fue interpuesta por parte de sus progenitores el 2 de mayo, en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad. En ella, la menor detalló que tras la charla que hubo en su colegio fue consciente de los hechos que le sucedieron cuatro años atrás. Durante la exploración de la menor, relató que en los veranos de 2019 y de 2020, estuvo con su padre alojado varios días en una casa de campo, junto a la carretera RM-516, propiedad del padre de la actual expareja de su progenitor, según consta en el atestado de la Benemérita.
En esa vivienda, se quedaba sola con el presunto agresor sexual, y cuando esa situación ocurría este le decía que iban a jugar a un juego en el interior de la caseta donde está la depuradora de la piscina. En otras ocasiones, en el comedor de la vivienda y allí aprovechaba para agredirla sexualmente, mientras ella oponía resistencia.
Durante esos dos veranos sucedió unas «diez o quince veces». Para chantajearla, además, le decía que le iba a comprar juguetes. Investigadores de la Policía Judicial del Instituto Armado identificaron, localizaron y detuvieron al sospechoso y lo trasladaron a dependencias de la Guardia Civil de Mula.
En su declaración, el supuesto pederasta negó tales acusaciones, y afirmó a los agentes que nunca se quedó a solas con la niña en los cuatro días que estuvo ese verano en la casa. Por su parte, el padre de la menor confirmó que en ocasiones su hija se quedaba a solas con el investigado. La madre de la niña, asimismo, manifestó en sede judicial que notó un cambio en el comportamiento de la menor tras la primera estancia en la casa de campo del investigado, durante la primera quincena del verano de 2019, y que desde entonces se negaba a volver a esa casa.
Orden de alejamiento
Con todo lo expuesto, la fiscal, a la vista de la documentación aportada en la causa -el atestado de la Guardia Civil, la denuncia, el informe del colegio, y las declaraciones de los progenitores de la menor y de la profesora del centro-, decretó el pasado 4 mayo la libertad con cargos para el acusado.
Además, adoptó como medida cautelar para asegurar la protección de la víctima, la prohibición de aproximación a menos de 500 metros de la menor, de su domicilio, o de cualquier otro lugar frecuentado por esta, así como la prohibición de comunicación con ella por cualquier medio.
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