Los arqueólogos sacan del mar el 30% del barco fenicio de Mazarrón en el primer mes de trabajos
Trece cuadernas y la carlinga del pecio ya están depositadas en el Arqua; el equipo científico espera acelerar las labores a partir de ahora
Cuando el pasado 13 de septiembre comenzó la operación de rescate del barco fenicio de la playa de La Isla (Mazarrón), los arqueólogos dirigidos por Carlos de Juan, de la Universidad de Valencia (UV), se dieron dos meses para completar la misión. Llegados al ecuador de ese plazo, se ha extraído un 30% del pecio, según un balance ofrecido por el equipo científico a preguntas de este diario. La mala mar ha obligado a paralizar las labores durante unos días, pero De Juan espera «reajustar los trabajos de campo en las próximas fechas» y señala que «contamos con un margen de tiempo en el que se podrían alargar estas labores».
En el seno del equipo de expertos, de momento, transmiten calma. Los arqueólogos mantienen el calendario previsto y aseguran que hasta ahora no se han presentado imprevistos que hayan puesto en jaque la operación. «Los trabajos previos de reflexión y de redacción fueron tan exhaustivos que hay planes de contingencia para todos los escenarios posibles, incluso los más improbables. Ello nos permite ahora afrontar con mucha seguridad los trabajos subacuáticos de extracción», indica el responsable de la misión.
Las partes de la embarcación reflotadas son la carlinga, trece cuadernas, dos baos y siete porciones más, así como «otras tablas encontradas en el recinto de la caja» [en referencia al sarcófago metálico donde ha estado custodiada la nave bajo el agua]. La madera extraída está depositada en los laboratorios Arquatec, en Cartagena, dependientes del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua), donde se acometerá la consolidación y restauración del pecio.
Para evitar que las porciones de madera se fragmenten más, los expertos aplican unas suturas con grapas de acero inoxidable
Restos de cabos
También se han localizado en el yacimiento de la playa de La Isla algunos trozos de cabos y tracas, «aparentemente ya conocidos por los antiguos equipos de excavación, si bien aún debemos comprobar que la información relativa a estos restos estuviera recogida en los informes depositados en la Dirección General de Patrimonio Cultural».
Como ya se advirtió el primer día de la extracción, desde la perspectiva arqueológica, la madera se encuentra «en un estado magnífico» a pesar de sus 2.600 años de antigüedad. Con todo, el equipo trabaja con la máxima cautela en el desmontaje y extracción debido las numerosas fisuras visibles e invisibles que presenta el casco de la embarcación. «Nuestro mayor esfuerzo es evitar que las porciones diseñadas no se fragmenten en unidades más pequeñas», señala Carlos de Juan. Así, el reto es que el pecio salga en las veintidós porciones previstas, «y por ello se realizan trabajos de sutura por grapas de acero inoxidable dentro de cada porción con anterioridad a su movilización». «No puede considerarse, en cualquier caso, una dificultad inesperada, pues se contemplaba este escenario dentro de las posibilidades de la extracción», aclara el director de la misión científica.
Por delante queda un mes de tareas, hasta mediados de noviembre, si bien cabe la posibilidad de que se alarguen algunas fechas «dependiendo del estado del mar». Carlos de Juan aclara que un tercio del pecio ya se ha desmontado y sacado del agua, «pero debemos tener en cuenta que este porcentaje no es estable y proporcional». Y confía en que a partir de ahora puedan pisar el acelerador con la vista puesta en los temporales de otoño. Admite que el tiempo invertido hasta ahora «ha sido muy alto por aspectos asociados a las porciones y los procesos, comparado con el volumen de pecio extraído. A partir del punto al que nos acercamos, este porcentaje crecerá exponencialmente requiriendo menos horas de inmersión el rescate de próximas partes del barco».
Una vez completada la operación en la playa, le tocará el turno a los restauradores de Arquatec. El pecio deberá estar listo para exponerlo al público en un plazo de cinco años. Queda por determinar si su destino final será Cartagena o Mazarrón.