Una afectada por el incendio de Bolnuevo: «Estaba soñando que estaba en mitad de un gran fuego»
Damnificados por el fuego originado en el camping relatan el infierno al que se enfrentaron, con llamas de más de tres metros de altura
La mujer estaba acostada en su cama en estado de duermevela. De repente, se despertó sobresaltada por un sueño en el que se veía rodeada por las llamas. «Cariño, he soñado que estaba en mitad de un gran fuego», le dijo a su marido que acababa de acostarse hacía media hora. El hombre se incorporó y observó un resplandor en la parte de fuera de la caravana y saltó de la cama. Abrió la puerta y el velador que cubría el avance del vehículo estaba en llamas. «No estás soñando, el avance está incendiado», le dijo a su esposa.
El matrimonio, originario de la provincia de Albacete, comenzó a gritar para alertar a los vecinos. Ella salió corriendo a la recepción y alertó al guarda; mientras, su marido llamó a las puertas de las caravanas cercanas a la suya. Al parecer, el origen del fuego fue una explosión de una bombilla de decoración que iluminaba la entrada de su parcela y prendió un velador que la cubría.
En cuestión de minutos, la tela que techaba el espacio de mil metros cuadrados donde estaban ubicadas las parcelas, comenzó a arder y las llamas se fueron extendiendo de un remolque a otro, creando una gran bola de fuego con llamas de más de tres metros de altura. Era la una y media de la madrugada y los usuarios del camping de Bolnuevo, en Mazarrón, saltaron de sus camas y salieron a toda prisa de sus vehículos en bata y pijama.
«Estábamos durmiendo y escuché detonaciones. Pensé que habría alguien tirando petardos. Pero hubo un estruendo más fuerte, como una explosión, y eso ya me pareció más serio. Al salir vi las deflagraciones de las bombonas de butano al reventar las válvulas. Cogí a mi mujer de la mano y nos alejamos de la caravana para ponernos a salvo», relató José Antonio Sánchez, un cliente del camping procedente del País Vasco que tuvo suerte de que su caravana no se viera afectada. «Teníamos las llamas delante de nosotros, a unos cinco metros, pero el viento soplaba a favor nuestra y no nos tocaron. Solo se han derretido los faros de las luces delanteras por el intenso calor», explicó el campista.
El alemán Roesler Reinhold tuvo menos suerte que el ciudadano vasco, aunque no llegó a perder totalmente el remolque. «Me asomé a la ventana y vi el avance de mi vecino ardiendo. Salí a la calle y cogí uno de los extintores que hay en el camping para evitar que la caravana fuera devorada por el fuego». Roesler lo logró a medias, ya que a pesar de que una parte del remolque está intacta, la otra mitad de la carrocería del vehículo quedó calcinada.
Los servicios de emergencia llegaron al lugar del incendio en un tiempo récord. En apenas diez minutos Policía Local, Guardia Civil, sanitarios de 061 y 14 bomberos del Consorcio de Extinción de Incendios y Salvamento (CEIS) de tres parques distintos —Mazarrón, Lorca y Alhama de Murcia—, comenzaron las labores de extinción de un fuego monumental, con llamas que alcanzaron más de tres metros de altura y que afectaron a quince parcelas y arrasaron con nueve caravanas del complejo, aunque afortunadamente no dejó heridos de gravedad.
Tres personas, sin embargo, tuvieron que ser atendidas por crisis de ansiedad. Los afectados, seis familias, fueron realojados en otras caravanas y bungalows cercanos.
Ver fotos
«Ha sido un milagro que no haya habido heridos y por ese motivo doy gracias», afirmó el director del camping de Bolnuevo, Sebastián Vivancos, entre lágrimas. «Los propietarios de las caravanas que ocupan la parcela que se ha incendiado son clientes que llevan aquí años, algunos de ellos más de tres décadas. Puedes imaginarte la cantidad de recuerdos que han perdido esta noche», señaló. Una de esas usuarias, que también vivió la riada en el mismo camping en septiembre de 1989, rebuscaba entre los objetos calcinados con las manos manchadas de hollín. «Perdió a su padre hace un año y todo lo que tenía de él estaba en ese remolque», lamentó el gerente del complejo.
Final feliz
Con la luz del día, el panorama que dejó el incendio era desolador. Bicicletas calcinadas; caravanas reducidas al chasis; lavadoras carbonizadas; rincones, antes coquetos y acogedores con mesas bajas rodeadas de sillas sobre tapetes verdes, ahora se habían transformado en lo más parecido a un escenario bélico, humeante y gris. Las vidas de quince familias se cubrieron de cenizas en cuestión de media hora.
Pero como en todas las tragedias, a veces surgen historias con final feliz. Un matrimonio de nacionalidad italiana escapó del infierno que se había convertido su caravana y se refugiaron en la recepción del camping. Una vez allí, se dieron cuenta de que, además de la caravana, habían olvidado a su perro. «Los dos lloraron desconsolados, porque estaban convencidos de que había muerto en el incendio», recordó el director del camping de Bolnuevo. Pero pocas horas después, sobre las cinco de la mañana, apareció un hombre con un perro perdido y preguntando por su dueño. «No podíamos creer que hubiera sobrevivido. Era el perro de nuestros clientes italianos y todos rompimos a llorar de alegría», concluyó Vivancos.