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Acción solidaria | Fundación 'La Caixa'

Matrix, una herramienta para que las adicciones sean cosa del pasado

Colectivo Paréntesis promueve un programa centrado en prevenir y tratar la drogadicción en las dos prisiones de la Región

B. M.

Lunes, 4 de abril 2022, 01:51

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Las adicciones son una enfermedad que va ganando terreno sin que el afectado pueda apenas darse cuenta. Lo que empieza muchas veces con la primera cerveza o el primer cigarro se acaba convirtiendo en un enemigo invisible que arrasa con todo a su paso y que puede llevar a alguien a cambiar el calor de su hogar por el frío de un centro penitenciario.

Ayudar a aquellos que ahora viven en uno de los centros penitenciarios de la Región es la actividad principal de Colectivo Paréntesis, una asociación que nació en el seno de la cárcel Murcia II en 1994 «para promover la integración social de las personas reclusas y exreclusas», explica su actual presidenta, Virginia Ayala. En este sentido, la entidad, que comenzó prestando servicios de dinamización, hoy tiene una amplia variedad de proyectos dentro y fuera de prisión para la formación e inserción sociolaboral de sus usuarios, la atención social, el apoyo familiar, la eliminación de la violencia en prisión y el tratamiento de adicciones.

Reducir y prevenir conductas relacionadas con las adicciones y la violencia son precisamente los objetivos del proyecto Alternativas, una iniciativa que nace en 2013 y que lleva a cabo acciones educativas en el medio penitenciario a través de la que desarrollan, entre otras cosas, talleres de habilidades sociales y control de impulsos, resolución de conflictos y mediación, terapia ocupacional con animales, actividades deportivas y actividades de sensibilización.

En esta amalgama de actividades se engloba Matrix, una línea del programa Alternativas que se enfoca exclusivamente en el tratamiento y prevención de adicciones para personas privadas de libertad, un área de trabajo que el educador social de la prisión Murcia I, Manuel Illera, reivindica bajo el prisma de su experiencia: «La mayor parte de las personas que ingresan en las prisiones de Murcia son por problemas de consumo o tráfico y delitos relacionados con ello». La iniciativa, que Colectivo Paréntesis comenzó a realizar en 2017, ha sido apoyada por Fundación 'la Caixa', que la seleccionó en su programa de ayudas a iniciativas de inserción sociolaboral y de interculturalidad de 2021.

Raquel Álvarez: «Para ellos el día a día es una prueba. Siempre están poniendo en práctica lo que han aprendido»

El proyecto Matrix dura 9 meses y está dividido en tres áreas: habilidades de recuperación temprana, prevención de recaídas y apoyo social. Los participantes, que se apuntan de forma voluntaria, se dividen en grupos reducidos de en torno a 12 personas. En la primera, los profesionales se centran en «conocer al grupo y hacer actividades de cohesión grupal para que se conozcan, se sientan cómodos y haya confianza», explica la psicóloga y terapeuta del programa, Raquel Álvarez. «Hay que enfocarse en todo aquello que les motiva y en lo que les ha llevado a realizar el curso», enfatiza. En esta fase también se trabaja y se analizan los factores que les producen ganas de consumir, denominados disparadores, y aquellos que les ayudan a mantener la abstinencia, conocidos como amarres.

En la segunda área los participantes se enfocan en evitar recaídas. «Ya conocen cuál es su problema y qué cosas les hacen consumir, por lo que ahora tratamos de prevenir esa posible vuelta al consumo», resume Álvarez. Por ello, se realizan con ellos dinámicas en las que aprenden herramientas o pautas que les ayudan a identificar las emociones y gestionar todas las situaciones que pueden llevarles a consumir. «Para ellos el día a día es una prueba. Siempre están poniendo en práctica todo lo que aprenden en Matrix», subraya la terapeuta.

Por último, la tercera área son sesiones de 90 minutos en las que los usuarios hablan de cómo se encuentran y los logros y dificultades que han ido viviendo desde la última reunión del grupo. En base a ello, la terapeuta lleva a cabo sesiones en las que se tratan esas preocupaciones, «motivándolos para que ellos mismos sepan resolver esos problemas», resume la también terapeuta de Matrix, Marta Pellicer.

En todo este proceso los miembros del programa llevan siempre a mano la agenda Matrix, una especie de diario en el que los usuarios pueden escribir sus objetivos, apuntar cómo se encuentran y tener un control de su evolución en cada una de las áreas de la iniciativa.

Mantenerse fuertes

El buen funcionamiento del programa es una realidad que se mantiene constante desde que abrió sus puertas. Pese a que muchos de los usuarios lo comienzan como una forma de obtener beneficios penitenciarios, la realidad es que se acaban quedando por lo que les aporta. «El que lleva cuatro años en Matrix ya lo hace por él mismo, porque esto le mantiene fuerte y con ello evita los consumos y lo que eso le acarrea», explica Pellicer, quien también reseña la importancia de la continuidad del programa, porque «cuanto más tiempo lleven en él más probabilidades de dejar de consumir tienen», enfatiza.

Además de este beneficio individual, Matrix también supone un provecho para toda la comunidad penitenciaria al crear una relación de confianza entre los participantes. «Para que una persona se recupere tiene que tener un sentimiento de pertenencia a un grupo. Tiene que ver que no está solo y que no es el único al que le pasa», indica Marta Pellicer, y añade: «Los participantes se retroalimentan. El nuevo usuario ve que se puede conseguir estar limpio y el que ya lleva mucho tiempo abstinente no olvida el proceso por el que pasó».

La familia, un pilar clave

Además de los propios participantes, la familia de cada uno de ellos es un pilar clave en su recuperación. Con ellos, las terapeutas realizan sesiones fuera de la prisión y en ellas «les explicamos lo que es una adicción. Aunque han vivido con ello y saben cómo les perjudica, no tienen información y no entienden que es una enfermedad», enfatiza la terapeuta de Matrix Isabel María Pujante, quien resalta la importancia de este vínculo, «porque para salir de la adicción se necesita a la familia».

Esta lucha por seguir adelante de usuarios y familias es un ejemplo para Virginia Ayala, que se lleva «un aprendizaje de vida enorme. El sueño de muchos de ellos es tener una vida normal y cada vez hay más personas que lo consiguen y que no vuelven a entrar en prisión», y añade: «La realidad penitenciaria requiere estos programas y para mantenerlos necesitamos el apoyo de la sociedad y de entidades públicas y privadas».

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